|Capítulo 11|

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Aguantando la respiración mientras camino por tu jardín.
Todo parece abandonado.
Las rosas han ido tan altas como montañas,
las luciérnagas brillan en la oscuridad.

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Malos pronósticos.

Levi y Eren.

Bien. Perfecto. Se acabó.

Levi toma un respiro antes de colocar sus codos sobre la mesa y ocultar su rostro en la palma de sus manos. Afuera el sol de la tarde está en la cima y el calor comienza a ser jodidamente abrumante para una tarde cercana al invierno. Dentro de la casa de Eren hay calefacción, el mocoso lo ha encendido diez minutos después de haber iniciado con su sesión de estudio, y Levi con toda su ropa de invierno encima no puede evitar sentirse como un burrito de ropa gruesa y mediocridad. Probablemente moriría pronto, porque ésa calor sólo puede estar para eso. Lo que es un alivio ciertamente, así ya no tendrá que cargar con la responsabilidad de trabajar junto a un mocoso extraño que anda por la vida con pequeños shorts que extrañamente Levi encuentra le lucen bien.

(Cinco segundos después de pensar eso, Levi ya es 30% sudor, 50% arrepentimiento. El otro 20% es la dignidad que aún le queda.)

Se está asfixiando y esa sensación aumenta al ver como Eren no parece sufrir a su alrededor, provocándole una sensación de agobio por creer que es la única persona que realmente está sufriendo, como si el mocoso fuese inmune al calor y a aquella sensación de estar respirando agua en vez de oxígeno.

Aunque eso no es lo peor. Lo peor es tener que fingir que todo está bien y que el ambiente es fresco como la brisa del otoño que parece haberse desvanecido. Es culpa suya, se dice, suya y de su casa pobre sin calefacción que le ha hecho creer que ninguna otra cuenta con ello y le ha acostumbrado a vestir con camisas de cuello alto y mangas largas.

—Toma — un vaso de fría agua es puesto frente a él. Eren se lo ha hecho llegar desde el otro lado de la mesa. Murmura un "gracias", que Eren no logra escuchar, y bebe de forma pausada y educada el líquido, si no fuera tan quisquilloso con ciertas cosas seguramente la hubiera bebido de un jalón.

Eren pulúlela a su alrededor durante algunos minutos, ordenando lo mejor que puede el desorden que es su cocina, luego vuelve a sentarse frente a Levi y la incomodidad que tocaba a la puerta es invitada a pasar pero no viene sola, los nervios le acompañan y parecen adueñarse de Eren. Levi finge mirar su libreta y dentro de su cabeza comienza a debatirse cuándo será el momento adecuado para marcharse... no, para decir que se marchará, porque de pronto le resulta difícil hablar con Eren. Es como si no supiera tratarlo. Tal vez se daba al hecho de que están en el territorio del chico y no en el suyo.

Carraspea, cambiando su pierna cruzada de posición. El cuerpo de Eren se tensa y Levi rueda los ojos.

No hay más que estudiar por este día, ya han debatido algunos temas y enlistado aquellos que podrían tratar, así que perder el tiempo estando ahí sentado pasando páginas sin leerlas no es una buena forma de utilizar su tiempo. Debería de volver a su pocilga, donde hay platos y ropas que lavar, porque aunque la casa en la que vive no es sinónimo de Paraíso al menos tiene un poco de dignidad, nada de paredes húmedas, cucarachas inmortales, y fastidiosos vecinos tocando a tu puerta por una taza de azúcar.

Otra más de sus ventajas es que no tiene a quién rendirle cuentas. Existe un tío, claro, pero el bastardo cretino no ha aparecido por el lugar en muchos, muchos meses, así que Levi puede decir que es independiente. Además le da la posibilidad de decorar su espacio como él quiere hacerlo, lo cual es como un plus.

As the sun rises outside my doorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora