|Capítulo 5|

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Batallas y dolores,
tengo mi tristeza encadenada.
Ten paciencia conmigo, Fe.
Espera, antes de que sea demasiado tarde.

No necesito una razón
sólo quiero sentir algo.
Sabes que puedes herirme
cada vez que te dejo entrar.
Así que ven y salva esta noche,
porque tu y yo estamos perdidos de por vida.

|5|

Miradas congeladas.

Levi

Temprano por la mañana, demasiado temprano por la mañana de un nuevo día, el pueblo duerme. Son apenas las cinco y el pueblo es austero y silencioso siempre a esta hora; las esquinas solitarias parecen susurrar con el viento y las calles humedecidas por el sereno no le dan un mejor aspecto al lugar. Levi cruza sin el menor cuidado las calles, no importa de todos modos, nadie está despierto a esta hora y el pequeño pueblo olvidado de Trost no es precisamente un lugar que los turistas amen visitar. El viento sopla con fuerza y Levi siente su piel expuesta partirse y sus huesos acalambrarse. Pero encuentra en sí mismo la motivación suficiente para correr cuando ve su casa a solo unos pasos de él.

Ha sido un día de mierda.

Palpa los bolsillos de sus pantalones hasta dar con el bulto familiar que son sus llaves y casi quiere sonreír ante la satisfacción que siente de estar por fin en casa después de un largo día. Abre la puerta y está rechina un poco, Levi hace una nota mental de arreglar eso más tarde, por ahora todo lo quiere hacer es aprovechar la pocas horas que le quedan antes de ir a clases para descansar un poco, no es que pueda dormir demasiado cuando sufre de insomnio sin embargo. De camino a su habitación se dedica a quitar prenda por prenda sus ropas, necesita una ducha, después de una larga noche llena de personas apestosas a su alrededor lo menos que merece es una ducha antes de meterse a la cama.

Una vez aseado y la ropa sucia perfectamente doblada y depositada en el cesto de la lavandería, Levi se permite por fin descansar. Cada uno de sus músculos sucumbiendo ante la suavidad del colchón y las sábanas limpias; si él pudiera no se levantaría de ese lugar durante meses, quizás años. Cierra los ojos, intentado dormir.

Sin embargo apenas ha pasado una hora cuando él despierta.

La semana aún no termina, tiene que ir a la escuela.

Perezosamente estira su cuerpo y deja ir un bostezo. Luego cambia sus pantalones de chándal por unos jeans limpios y la camisa negra de manga larga que ha usado para dormir decide dejarla, está limpia después de todo, y aunque él suele ser quisquilloso con todo eso de los gérmenes y la higiene, tampoco es alguien a quien le guste exagerar. Cuando baja al primer piso de su casa lo primero que hace es mirar la hora en su teléfono móvil; como si lo hubiese predicho, justo en el momento que él lo toma entre sus delgados y largos dedos el teléfono comienza a vibrar.

Cuatro ojos de mierda, se lee. Y a Levi no le hace muy feliz que Hanji Zoe sea lo primero que escuche al despertar, pero responde de todos modos, a sabiendas de que ella no dejará de molestar hasta que lo haga.

—¡Leviii! — ella chilla ruidosamente —. Necesito que me ayudes, tengo está enorme caja conmigo que mis frágiles brazos no pueden llevar y...

Levi no necesita saber nada más, no necesita quedarse y escuchar las miles de razones de por qué tiene esa caja, ni mucho menos el por qué quiere llevarla a la escuela, así que cuelga. Cuando Hanji no llama de vuelta, él sabe que ella sabe que ha quedado implícita su aceptación para ir a ayudarla con esa maldita caja.

As the sun rises outside my doorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora