|Capítulo 14|

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Rodeado por estas paredes silenciosas,
¿Quiénes son ellos para decir que estoy loco?
Es algo que ellos no pueden imaginarse.

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Nada.

Eren

Se siente... nada.

Se siente como vacío, como si algunas piezas de su inventario faltasen y no supiese exactamente cuáles son. Siente que no puede realmente con todo esto.

Para Eren hay días muy difíciles de explicar, días así, como estos, cuando te sientes como nada en lo absoluto. Como un ser vivo que habita el espacio y tiempo para desperdiciar oxígeno.

De pie en las escaleras, con el cuerpo recargado en la pared para escuchar la conversación de su padre sin que él se entere, Eren se cuestiona si el momento para sanar y dejar de sentir lo que siente llegará pronto, porque por las palabras muertas de su padre, Eren cree que él no resistiría mucho.

—Carla — suspira su padre —, no es muy difícil cuando intentas entenderlo. Al menos trata. Te extraño.

Eren sabe que su madre no está del otro lado del teléfono, que su padre habla con la contestadora como cada vez, y no sabe si su madre escuchará todos esos mensajes guardados en el buzón o si los borrará sin sí quiera darles una oportunidad. Aunque si tuviera que adivinar, votaría por la segunda opción.

Esa probablemente es la despedida, Eren sube tan silenciosamente como bajó para no alertar a su padre de su presencia, después de todo el hombre no tiene ni idea de que Eren se dio cuenta de su sucio secreto un día después de haber llegado aquí y que ha aprendido de memoria su rutina de cada sábado por la mañana.

(Así como tampoco tiene idea de como Eren finge no saber que su padre en realidad es un buen actor, fingiendo que todo siempre está bien, que es feliz con como se desarrollaron las cosas, que no extraña a Carla en lo absoluto)

Eso a Eren siempre le provoca pensar que quizá sacó lo buen mentiroso a su padre.

Se encierra en su habitación y vuelve a mirar el techo, ese techo vacío y sin color, sin nada.

Así, justo así, es como se mira hoy. Como alguien sin color.

Da media vuelta y mira por su ventana, piensa en el día de mierda que ha tenido hoy, en que no quiere volver a la escuela, pero en como tampoco quiere preocupar a su familia y que ellos insistan en hacer sus vidas alrededor de sus sentimientos, porque Eren para nada es así de especial. Se dice entonces que si su padre es capaz de soportar la separación, y Mikasa es capaz de adaptarse a un nuevo entorno. Él tiene que ser capaz de soportar toda esta mierda, no importa cuándo duela.

Cierra los ojos en un intento por no llorar, no más. Al hacerlo inadvertidamente viene a su memoria el rostro de Levi, y Eren abre los ojos de golpe a la vez que se sienta sobre su cama.

Ahora de verdad quiere llorar.

De todas las personas que Eren ha conocido hasta ahora, Levi es el único que le ha enfrentado y dicho un montón de mierda como si realmente las cosas fuesen así de sencillas. Sin embargo Levi no le conoce realmente, no sabe que las cosas van más allá del simple hecho de pintarse las uñas y usar brillo labial, que es algo más profundo y poderoso que ha estado habitando en Eren durante años y que ahora no sabe como detenerlo. Que esa parte de él a la que nunca dio importancia, hoy es más importante que nunca y que ha empezado a odiarla con todas sus fuerzas, aunque realmente, simplemente no logra entenderlo, ¿Por qué de todos los billones de personas en el mundo tuvo que ser precisamente él?

Eren mira afuera, empieza a nevar, el invierno está próximo y, por lo que ha oído, los inviernos no son demasiado agradables aquí. Y por primera vez desde que llego aquí, Eren se pregunta si llegaría el día en que pueda volver a casa.

.

Eren sale muy temprano por la mañana de casa, no es que especialmente le guste madrugar, claro que no. Si tuviera que decirlo, Eren, además de pesimista, siempre ha sido una persona bastante floja.

Eso de salir a trotar por las mañanas, conocer gente y tener un rutina sana no pueden hacer falta en las libros de auto-ayuda sobre Como ser feliz. Pero no, a Eren en realidad nunca le ha agradado la idea de hacer todas esas cosas.

Y, sin embargo, entre quedarse acostado en su cama mirando el techo durante tres horas más, y salir de ahí y rondar el pueblo desolado y frío al que le ha llevado a vivir su padre, no se queda con mejores opciones.

Afuera, después de todo, puede distraer su conciencia.

Este pueblo es mediocre, Eren piensa, y las personas en él parecen serlo también, continúa, y no se siente tan mal al hacerlo cuando recuerda a todos sus nuevos compañeros de clases, y a él mismo coexistiendo junto a ellos. Sonríe. No es una sonrisa dulce y bonita, es más bien una sonrisa socarrona y burlona, de esas sonrisas discretas que das cuando sabes que has hecho algo mal y aún así te sientes orgulloso de ello; aunque pronto se vuelve una sonrisa triste.

Hace frio, demasiado, y el pueblo a esta hora es austero y solitario. No hay ni una sola persona alrededor de las calles. Las farolas apenas alumbran, tintineando entre los copos de nieve que las congelan.

Eren llega a la plaza del pueblo, esa que está rodeada de jardineras secas y que en el centro tiene un enorme árbol cubierto de luces sobre sus ramas. Navidad está cerca, recuerda de pronto y por primera vez es totalmente consciente de que ésta será la primera vez que mamá no estará presente. Pero apenas y se da tiempo para deprimirse cuando en algún rincón cercado del pueblo escucha risas y pasos arrastrándose sobre la nieve. Eren está seguro de que no son fantasmas, nunca ha creído en ellos, ¿Cómo pueden dañarte los muertos? Es a los vivos a quienes hay que tenerles miedo. 

Rodeado de silencio, Eren sólo tiene que cerrar los ojos y concentrarse en el sonido lejano de pasos, su razón le pide que se olvide de eso y que se quede ahí, pero su curiosidad siempre ha sido más grande de manera que cuando logra identificar el lugar de donde salen las risas, las sigue sin duda.

Mientras avanza hasta allá Eren comienza a pensar que quizá algún día esa misma curiosidad le matará. Podría ser hoy sin duda, cosa que no le parece demasiado triste, de hecho le parece un poco alentador.

No se sorprende, y no puede dar una buena razón para que sea así, cuando oculto tras un muro para evitar ser visto, ve a Levi, su compañero de clases, junto a otras dos personas, un chico de cabellos cenizos y actitud serena quien parece sonreír mientras le habla y una chica de cabellos tan rojos como el fuego y una energía apabullante, que revolotea sin parar alrededor de los otros dos.

Eren quiere saber que hace Levi ahí, a esas horas, cuando cualquier persona normal debería estar en casa, durmiendo bajo un montón de sabanas de seda. Pero luego se recuerda que él y Levi no son algo parecido a amigos y que no debería hablarle más allá de los asuntos escolares que les obligan a convivir, y decide dar media vuelta.

Es quizá su cabeza dando vueltas en todas partes menos ahí, o su cuerpo flacucho y sin energía lo que le hace trastabillar y enredarse con sus propios pies, Eren no tiene tiempo suficiente para pensar en eso, cuando siente un duro golpe sobre su frente antes de que el mundo se vuelva negro.

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⏰ Última actualización: May 02, 2021 ⏰

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As the sun rises outside my doorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora