Capítulo 12

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Habiendo pasado un lapso pequeño de tiempo, Serena se detuvo un poco frente al dispensario médico. Dudosa en entrar y saludar, titubeó. Estando oculta detrás de un árbol pensó en lo candente que se había tornado el pasado encuentro con Darien.

De no haber interrumpido Seiya ¿qué habría pasado?

Pudo sentir claramente el calor invadirle, de los pies hasta la cabeza, volvió a sentir el mismo candor que aquélla vez.

¡Dios!

Estaba excitada. Nunca lo había hecho, y ahora ese hombre la "inspiraba" de tal forma que cuando estaba en su presencia sentía que no podía controlarse.

-Cálmate.

Exhaló suavemente, mientras se recargaba en el tronco del árbol. Debía mantenerse ecuánime y dejar de tentar al diablo, o quizá él la estaba tentando a ella.

Y aunque no deseaba meterse en una relación como la que tenía Darien no eximía el hecho de que ese hombre estaba muy atractivo.

-¿De nuevo Serena?-, Se autoregañó, separándose del árbol-Lo mejor es que me vaya de aquí.

Con los pensamientos a flor de piel y los sentimientos enloquecidos resolvió con la mente, Darien era sólo un deseo, y ese tentador deseo no debía llevarse a cabo.

Sin imaginar que un par de bellos ojos azules la miraban con especial atención tras la cortina de una ventana Serena avanzó hacia el camino, se detuvo un poco y resopló con determinación.

-¡Serena!

Apretó los ojos, y aún sin girarse intentó avanzar, pero un suave agarre le detuvo.

-Serena ¿Cómo estás? ¿Quieres desayunar conmigo?

Cielos, Darien no estaba poniéndoselo fácil...

Y como la mañana era fresca y reconfortante, a Haruka le importó un bledo el mundo y se mantuvo mucho más tiempo en cama de lo debido.

Ni un sólo ruido le indicaba indicios de que sus hermanas rondaran por el lugar. Quería acunarse entre los cobertores y seguir durmiendo, pero su curiosidad pudo más y se preguntó cómo estarían Serena y Mina.

Después de todo ella era la hermana mayor y poco le habían importado sus hermanas, menos el saber sobre sus pasados.

Aunque quizá no era difícil adivinarlos. Mina probablemente tenía una relación previa antes de llegar al rancho, lo intuía bien por los moretones que alguna vez le vio en el brazo. A menos que gustara autoflagelarse, no había otra teoría.

En tanto, Serena era una bruta en toda extensión de palabra. Tosca y nada exquisita a la hora de recibirlas y tratarlas, pensaba que don Kenji la habría tratado como a la mula que tenía en el establo contiguo.

Estaba siendo injusta, ella había pasado toda su vida, o gran parte de ella trabajando en la hacienda con su padre. Y obviamente no habría sido de lo mejor.

-Ella fue como el hijo varón que tanto anheló don Kenji.

Aseguró Rei, poniendo la taza de café en la encimera.

-Gracias Rei ¿Y dónde está ella ahora?

-No lo sé, probablemente haciendo las compras de la semana. -Habló, intuyendo que debía dejar sola a la sexy rubia que yacía aún en micro short y blusa de tirantes. -Iré al establo, Mina me espera.

Haruka asintió sin mucho afán y tomó la taza de café a su vez pinchó la tecla de aceptar videollamada. El café era reconfortante y la imagen en su lap era mejor.

Las Tres Tristes TigresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora