Capítulo 15

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Darien se puso de pie en cuanto vio a Serena llegar al consultorio. Sin saber cómo reaccionar, dejó que fuera ella quien hablara y mientras eso pasaba se recargó breve en la cama de auscultación, asintiendo de la misma forma, pensaba en si ella estaría de acuerdo en que la invitara a cenar.

—Hola que tal, solo paso a ver como va todo por aquí y saludar—. Encogió los hombros como si nada, y como si nada sonrió-. Todo está tranquilo, ¿no?.

-No puede estar mejor.

Respondió Darien con su característica seriedad que ocultaba cierta burla.

-Oh bien, yo me siento mejor y las cosas con mis hermanas están viento en popa.-Concluyó con cierta inseguridad, como si ello le fuera a indicar algo. Algo que ella misma estaba dudando.

—Si claro, me dijiste cuando te llevé a la cama—Aseguró sin dilación y Serena abrió tanto los ojos que parecieron salírsele de las cuencas.

—¿Qué?—. Exclamó ella poniéndose roja y se aproximó un poco—¿De qué estás hablando medicucho?—. Masculló entredientes dando dos rápidos parpadeos.

Darien rió gutural, a brazos cruzados y divertido por la huraña expresión de Serena intentó decir algo pero la repentina cercanía de ella le dejó perplejo.

—¿Acaso te burlas de mí?—. Preguntó ella, denotando molestia.

—Vamos princesa, creo que piensas que fue un sueño cuando nos vimos fuera de tu casa esta mañana, sí,-Aseguró sin dejar de mirarla- Estabas afuera y casi caes al lodo cuando yo te sostuve.—Confianzudo puso ambas manos en los hombros de ella y se apresuró a hablar—Sólo te acompañé a tu habitación, no pasó nada.

—¡Pues eso espero!—Gruñó ella separándose abruptamente, rompiendo el momento—¿Cómo te atreves ah? ¡¿Pero cómo te atreviste?!

Darien estaba divertido al verla así, tremendamente avergonzada y de cierto modo tierna.

—Ay Serena, no me meto a la cama con niñas meonas y menos borrachas—¿Qué tal y amanezco meado, o vomitado ah?—Se apresuró a decir riendo de la cara de enojo de la chica.

—No soy ninguna niña—Replicó Serena muy seria tragándose su furia y se acercó muy despacio, pronto, le tomó por el cuello de la bata y le habló en tono sensual—Soy muy mujer.

Y de un buen tirón acercó su boca a la de Darien, deslizó su lengua por el labio inferior y rió por lo bajo cuando escuchó la respiración nada tranquila de él.

Lo miró a los ojos y levantó una ceja, luego se separó muy lentamente.

—Tanto, que sé controlarme bien—Añadió entre risas evidenciando la erección en él.

Ahora era Darien el avergonzado.

—¡Adiós!

¡Por Dios! ¡Sí pasó!

Apretó los párpados con fuerza y un piquete en la cabeza le llevó a recordar lo que había ocurrido hacía muy poco.

-Ay no

Cubrió su boca con horror al recordar bien lo que hizo con Darien y todo lo que le dijo.

-"Doctorcillo, huele usted muy rico"

Las Tres Tristes TigresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora