A sabiendas de que el plazo promovido por el difunto Tsukino estaba por finalizar, Serena decidió llevar las cosas más relajadas con sus hermanas. Ellas, después de todo, eran lo único que tenía en el mundo.
Sin aún saber mucho sobre ambas determinó que era hora de platicar con ellas mas allá de lo ya sabido.
Sin quitar la mirada de su alta y esbelta hermana mayor Serena bebió su acostumbrado té.
-Es un auto hermoso-. Habló mientras observaba con atención el cuidadoso y detallado trato que Haruka daba a su tan amado vehículo.
-Ha sido un buen año-, refirió Haruka, poniéndose de pie después de limpiar los rines-. Me siento renovada.
-El campo causa ese efecto.
-Y la familia también, Serena.
-Eso creo Haruka.
Y por vez primera, Haruka sonrió ante la no tan convencida respuesta de su hermana.
-Siempre a la defensiva, desde el principio.
Serena sonrió.
-Bueno, estaba acostumbrada a ser la consentida.
-Desde siempre lo fuiste Serena. Él nunca nos buscó.
-No sé qué responderte a eso, mi padre siempre deseó tener un hijo varón.
-Supongo no fue fácil para tí.
Serena negó un par de veces con la cabeza y sonrió.
-Tomemos el lado bueno, sé como llevar un rancho y también puedo enseñarles.
-¡Claro que sí! ¡Eres una capataz demasiado exigente!
Y la camaradería empezaba a florecer en el rancho Tsukino de ese pueblito llamado Valle Dorado. Ese pueblo donde nada solía pasar y la vida era eso, vida relajante y de buena calidad.
Sólo exceptuando el hecho extraño de las muertes de esas mujeres. Era como si una capa de misterio y terror comenzara a cubrir la tranquilidad de ese mentado lugar.
Sin noticias todavía sobre quién podía ser el asesino, el único médico que había en el lugar se dispuso a cerrar el dispensario, pero, conmocionado por las abrumadoras noticias decidió que un poco de tiempo más no haría daño para seguir escudriñando la última noticia.
"No lo puedo creer"
La última asesinada había sido su paciente, y ahora que reflexionaba era la misma chica que casi le arrolló esa noche en el callejón.
"¿Qué hacías a esa hora?"
Hojeó el periódico local y no decía la gran cosa. Todo estaba confuso.
Suspiró y se puso de pie. Meditando en que sus conocidas podrían estar en peligro pensó en ir y dar una visita. Además quería hablar con Serena, estaba interesándose en ella de un modo que no entendía.
Él siempre había sido racional y ecuánime, incluso, con su ex novia parecía sincronizado. Ambos eran de mentalidad seria y reservada, nunca hacían nada divertido ni arriesgado.
-¡Hola!
El efusivo saludo aunado a la abrupta aparición de su amigo hicieron en Darien tal mella que dio un brinco de susto. Dio una mala mirada a Seiya y tomó su maletín.
-¿Qué quieres Seiya?
Seiya sonrió encantador y mientras se paseaba por consultorio tomó el periódico.
-Lamentable ¿no?
-Mucho.
-¿Has llegado a pensar que Serenita corre peligro?
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Las Tres Tristes Tigres
FanfictionSerena Tsukino hija menor del finado hacendado del pueblo tiene una gran responsabilidad en sus manos al tomar el mando de la hacienda Tsukino. Pero tiene un mayor reto, sin saberlo hasta el entierro de su padre se entera que hay dos herederas más...