Capítulo 17

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Después de aceptar posar para la pintura las tres chicas pasaban cierto tiempo con Seiya. Ya sea encerradas en la hacienda, sentadas en algún sillón cómodo u otras veces se encontraban en las praderas verdes.

-Parezco ñoña.

Mina miró a su hermana. Era demasiado ruda, bueno, eso parecía. Había sabido poco de su padre, pero estaba bien segura que Haruka le habría gustado. Entre ella y Serena formaban perfecto el hijo varón que quería.

-¿Qué?

Mina sonrió con dulzura ante la cara de fastidio de Haruka, se estiró en puntillas y le dio un beso en la mejilla.

-Chica ruda, sé que eres más dulce que la miel. Te quiero-. Rió divertida ante la cara roja de Haruka-. Y sé que tú me quieres también. Gracias.

Mina se alejó sonriendo, sin voltear una sola vez se perdió en la puerta principal dispuesta a encontrarse con Seiya mientras Haruka, que aún roja miró a una Serena ataviada también en un vestido.

-Voy a asesinarlo.

Haruka se relajó. Por lo menos no era la única que rechazaba los vestidos.

-Si es que te dejo algo qué asesinar. ¡Odio los vestidos!

Luciendo cada una una vestimenta negra avanzaron sobre el pasto hasta llegar exactamente donde Seiya les indicó.

—Me siento como un títere

Serena puso ambas manos en la cadera y no hizo comentario alguno, no porque no quisiera sino que Seiya no se lo permitió, haciéndose de su brazo para jalarla junto a Mina las acomodó de tal forma que Haruka quedó tras ellas y Serena y Mina posaron justo al frente.

Harta ya de sus toqueteos para pedirles que posaran, Haruka simplemente se separó del grupo y los mandó a volar.

-¡Haruka!

Corriendo ya por la llanura la joven y atlética rubia se subió a su auto sin dilación al ver que Seiya le hacía muchas señas con las manos.

Ella se limitó a levantar el dedo medio y pisó el acelerador a fondo.

—¡Odio los vestidos!—. Gritó furiosa una vez que entró al camino con gran velocidad.

Encabronada en demasía la mujer se detuvo en el dispensario donde curiosamente se encontró con Yaten y Darien platicando afuera. Ambos, y como era de esperarse, quedaron boquiabierta cuando la vieron bajar del auto con semejante vestido ceñido.

Haruka era imponente, era hermosa tanto de rostro como de cuerpo. Parecía un ángel vestido de negro, sólo le faltaban las alas. Negras por supuesto.

—Bueno ya cierren la boca par de tarados —Les dijo de mala gana.

Darien sonrió un poco ante el poco usual "cumplido" y Yaten tomó los anteojos que el médico le daba y así se largó de ahí.

—Bueno Haruka, ¿En qué puedo servirte?

Haruka se dejó caer en el sillón que ahí había.

—Prescríbeme algo para dormir todo el tiempo Chiba.

Darien abrió mucho los ojos, sorprendido por esa petición era lógico que preguntara el por qué de ello.

—Tengo una confesión que hacer y —Exhaló mostrando con ello cierto nerviosismo —Creo que mejor prefiero dormir un tiempo, creo que al despertar mi mente estará totalmente clara y podré o no hacer esa confesión.

¿Acaso será que siempre han especulado que es un hombre el asesino?

¡No puede ser! Pensó Darien muy asustado, más cuando ella se giró en el sillón para mirarlo fijamente.

Las Tres Tristes TigresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora