La boda parte 1

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La decisión de mi vida.
La boda parte 1

Después de los maravillosos y cortos días en Francia, la familia Ardlay se preparaba para el gran día.
La llegada de la nueva matriarca de la familia Ardlay, había hecho que la tía Elroy convocará a todo el clan.
George se encargó que la capilla estuviera adornada lo más preciosa posible, toda la congregación colaboró en este hermoso detalle.
La preocupación de Candy era demasiado que el bebé comenzó a dar su primer movimiento.
— Albert mi amor, creo que el bebé se movió.-Candy felizmente dio la noticia al futuro padre, Albert no lo podía creer era muy pronto, pero Candy siendo doctora sabia que era posible.
— ¿ Estás segura mi hechicera? ¿No será que los nervios te hacen sentir e imaginar cosas?- preguntó con una tierna mirada.
— Puede ser, pero conozco mi cuerpo.
— No más que yo- dijo Albert guiñando un ojo y besando su frente.
Candy he pedido al personal que corte las rosas de la rosaleda de Rosemary y las lleven a la nuestra Villa.
— ¿Estás seguro mi vida que quires hacer la recepción en la Villa? Aquí tenemos todo y será algo sencillo.
— Amor, aunque no me has dado mucho tiempo para esto. De igual manera lo haremos en nuestro hogar, si así lo deseas, he puesto un batallón de personas a la disposición de la tía para que todo esté listo para mañana por la tarde.- Albert había contratado muchas personas para que adornaran la Villa, que por nombre llevaría Artemisa, nombre que Candy decidió por la hermosa fuente que esta en la entrada a la Villa.
El pastel estaría listo por la mañana, eso tenía a Albert preocupado, casi suplico al repostero para que cerrara la pastelería y se encargara del bello pastel de cinco pisos.
Las mujeres del servicio estaban a disposición de la tía Elroy, ella quería todo impecable. El día pintaría precioso, no había pronóstico de lluvia.
Albert había decidido que se irían esa noche junto a las madres a pasar la noche a la Villa, quería inspeccionar de cerca todo.
— Albert, yo tengo pocas cosas, así que no llevaré mucho.
— No te preocupes mi amor, compraremos muchas cosas cuando estemos de Luna de miel, ¿ no pensarás que estaremos solo en nuestra suite, cierto? - decía Albert a carcajadas. Rosemary toco la puerta de la habitación de los rubios.

— Candy necesitamos ir al pueblo, es la tradición en tu despedida de soltera.
Al escuchar la palabra tradición, Albert salió de inmediato a hablar con su hermana.
— ¿Pero como se te ocurre semejante cosa Rosemary? ¿Tú crees que voy a permitir que por unas libras besen a mi prometida una bola de desconocidos?
Las carcajadas de Rosemary llamaron la atención de la tía Elroy y las madres de Candy.
— ¿ Qué esta sucediendo aquí? Porque esa risa y tú esa cara sobrino, mírate estas rojo.
— Ja Ja Ja Ja ... no pasa nada tía, que Rosemary quiere llevarme al pueblo para celebrar mi despedida de soltera.- decía Candy mientras observa a su prometido montando una escena de celos.
— ¿Pero como se te ocurre semejante cosa, y en tu estado? Darás a luz en pocos días Rosemary, no eres consciente... estás igual que tu hermano... Dios que hice mal que no son serios, todo lo toman tan tranquilo.

— Tranquila tía , solo estaba bromeando, no se despega de Candy ni un segundo, la necesito para los baños y depilación.
— ¿Baños? ¿Depilación? Pero eso duele...
— Tienes que estar bella mañana Candy, además todo lo haremos aquí , así que necesito que te despidas de mi hermano , porque tendrás que descansar. - al entrar a la habitación y abrirse más la puerta la tía observó las maletas de Albert y Candy.
— ¿ Y esas maletas ? ¿Están alistando todo para la luna de miel?
Albert hizo una pequeña señal de silencio a la tía. Candy sabía que habría una luna de miel, pero no sabia donde viajarían.
— Nos iremos a nuestra Villa tia, desde ahí nos arreglaremos para mañana.
— ¡Tonterías! dejen esas maletas. Vamos William tú a tu habitación y Candy, tú a tu bañera.
— Como usted ordene madame - dijo Candy mientras se ponía roja por la vergüenza de la depilación , mientras las madres sonreían al ver el rostro de su amada niña.

La bañera estaba lista para preparar a Candy.
Aceites de rosas y jazmín fueron colocados en la bañera, pétalos de rosas.
La cera caliente para depilar sus piernas y de su parte íntima.
Su cabello lavado con agua de rosas y jasmine.
Al terminar el baño y depilación, su cuerpo fue totalmente ungido con aceite de coco y leche.

— Candy estas lista, mañana temprano llegará quien te hará el maquillaje y cabello por favor descansa.- ordenó la señora Elroy.
A media noche, Albert abrió la puerta de la habitación de Candy, ella estaba en un sueño profundo que no se dió cuenta de su presencia.
— Mi amada hechicera, desde que te vi en ese barco supe que eras para mi, mañana nos juraremos amor eterno ante Dios, prometo cuidarte y respetarte por el resto de mis días. Hueles delicioso mi amor... hummm

Albert dio un beso en la frente a su futura esposa. El vestido estaba a unos pasos de él, cubierto con una sábana blanca, Albert sonrió.
— Tía me conoces tan bién, sabias que vendría y cubriste el vestido de novia, de la mujer que amo, la madre de mis hijos.
Albert se volteó a observar a Candy y regresó a darle un beso en su vientre.
Cuando él estaba por retirarse de la habitación ella despertó.
—Mi amor... estás aquí, por favor descansa, mañana es un nuevo comienzo para los dos. Nunca más nos volveremos a separar, nunca más, Albert te amo.
— No más que yo mi amada.

Salió de la habitación deseando estar con su amada, pero debía dejarla descansar.

El esperado día llegó. Desde muy temprano todo el personal del servicio estaba en movimiento, el corre corre de los empleados era un caos.
Las personas que Albert había contratado para hacer los arreglos de Flores, habían trabajado toda la noche.
La Villa Artemisa estaba quedando como el lo había planeado.
El Patriarca y la futura matriarca del clan Ardlay, pronto llegarían a celebrar su fiesta de bodas.

Unas gaitas despertaron a la novia, quien se había quedado dormida.
Candy colocó su bata y caminó hacia el balcón de su recamara, para su sorpresa y alegría, era su futuro esposo y su sobrino Stare, liderando un grupo de 7 hombres tocando una hermosa melodía con gaitas.
Una bella sonrisa de la dulce novia compensó la serenata.
La felicidad se respiraba en la Villa, que era imposible no contagiarse con ella.

Todos estaban tan ocupados y emocionados que nadie se dió cuenta de la presencia de una mujer, Ilse Inglis.

Continuará....

La decisión de mi vida.         Albert y Candy Fic ?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora