Día 3.Primera Vez

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Pov Escritora

Esta tergiversada sociedad actual del cual el pequeño JiMin siempre aguardó terror estaría pronta a terminar con la lucidez y virginidad intangible del pequeño ser. Temía. Temía que las personas que lo rodean descubriesen que acababa de cumplir los dieciocho. Una edad subrayada en los ámbitos de sociedad como un requisito irredimible para tener asegurado una vida cálida, lejos de ser desesperante y agónica por el rechazo.

El cumplir dieciocho marcaba el fin de tu niñez, obligando a los individuos a experimentar el primer acto carnal.

Esta era una sagrada costumbre el cual JiMin odiaba tanto que ni tenía idea del propósito y de dónde rayos había sido inventado tal infructuoso ritual. Cada adolescente en el mundo ha sido obligado a esperar hasta tener esta cifra como edad, siendo ya establecido que si no tiene pareja, tendrá que perder su santidad con quien sea. Y personas como el de mejillas regordetas odiaban esta regla.
¿Y cómo no si nadie lo quería o estaba interesado en acercarsele? Recalcando que para esta edad, la mayoría ya han de encontrar a su soulmate, ambos portadores de un tatuaje en alguna zona del cuerpo donde los trazos son exactamente idénticos.

Y él hace tiempo que había perdido la esperanza de encontrar al propio que compartiera el extravagante tatuaje de una pluma un tanto antigua y detallada la cual tenía una fina enredadera que enroscaba el frágil tallo. Lo mejor de esto era la vergonzosa posición donde se encontraba su tatuaje de nacimiento: el muslo interno derecho, una de sus zonas más erógenas.

Su madre, asustada de lo que le podría pasar a su pequeño si conocían su reciente edad, tuvo una ardua conversación con el rubio, viendo la negativa de este al saber la única solución al problema. Pero la amatoria de una progenitora por su retoño era más profunda que la indecisión de la víctima. Situaciones desesperadas requieren medidas desesperadas.

Escuchando quejas, lloriqueos y sollozos, la mujer no podía evitar sentirse mal por obligarlo pero eso no le quitaría su aire decidido. Salvaría a su hijo de un futuro de desgracia como la habían salvado a ella en su momento. Lo llevó a First, lugar donde chicas y chicos apuestos, gentiles y voluntarios ayudan a esas pobres almas que infundidas en la angustia y resignación, venían a cumplir la ley, que por cierto era verificada casa por casa a finales de año. Eran muy estrictos.

─Se fuerte, mi niño. Yo también estuve en tu lugar y no te espantes, este es un lugar muy confiable. Te trataran bien.─ la castaña depositó un beso en ambos abultados cachetes, los cuales se encontraban rojizos por el llanto en la llegada al recinto. A pesar de esto, se veía adorable.

JiMin la abrazó, a pesar de estar furioso con ella. Pero la entendía. Ella estaba más aterrada que él mismo. Tenía que ser un hombre, por su amorosa madre.

Allí, se aventuró a la estancia, escaneando con la mirada la recepción del lugar, decorado de una manera un tanto vintage, siendo muy acogedor a la vista. Una amable voz llamó su atención.

─¿Eres Park JiMin?─ el rubio asintió, curioso. Fue pedido que le siguiera, acatando la acción. De inmediato, apenas entró a la impoluta habitación llena de chicos, que suponía que trabajaban allí, uno en particular llamó su atención.

Un joven de veinti tantos de maraña oscura como el carbón, ojos profundos de apariencia felina, unos finos belfos apetecibles, una pulcra piel pálida y su semblante misterioso y serio lo capturaron por completo. Sus ojos se quedaron estancados en tal figura, siendo incapaz de despegar sus pequeñas esferas de él. Al instante, vió como la profundidad de aquellos mares oscuros conectaban con sus ojos claros. No pudieron dejar de mirarse, deseando no tener que parpadear para no perderse ni un segundo de la belleza del contrario.

30 Días de Smut Challenge|| YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora