Día 27. Sexo duro

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Pov Escritora

El juego audaz de luces solo le añadía un aire íntimo a la recóndita sala, destacando las siluetas que eran favorecidas por la elegancia que la sombra les proporcionaba.

La tensión que llevaba construyéndose entre ambos estaba pendiendo de un trémulo hilo, puesto que los dos soportes amenazaban con caer ante la tentación al pensar en como los niveles de placer se dispararían al aire con solo mandarlo todo al carajo y sucumbir.

─Juguemos, JiMin.─ trazó con sus finos belfos una sonrisa gingival que solo exhortaba la rendición de sus débiles rodillas, porque con aquel gesto altanero él estaba retándolo, creyendo que el susodicho era el que se iba a quemar. Estaba muy equivocado.

─Muy bien. Juguemos, YoonGi.─ respondió con una suave carcajada, ardiente y aterciopelada como el whisky, agarrando al segundo las riendas de aquel juego lascivo en el que solo dos mentes famélicas del placer podrían sobrevivir, caer y gozar con el dolor de la agonizante espera.

Sus orbes no podían ni deseaban romper la mágica conexión que compartían y si lo hacían, no era con la mínima intención de despegarse del dotado cuerpo adverso.
Sin vergüenza alguna, pues llevaban años danzando en la lejanía, saborearon sin un ápice de placer culposo cada esquina, pendiente y pequeño trozo de piel lechosa que pudiesen extraer con el simple roce de sus miradas.

El mayor no pudo contener su lívido, dándole un apretón a su polla para aplacar un poco el dolor de su creciente erección, la cual sería ignorada como de costumbre.

¿Y quién podría culparle? Con aquel jugoso pedazo de hombre llamado Park JiMin frente a él, ningún macho con su equipamiento funcionando se mantendría flácido. Incluso los heterosexuales saben apreciar la masculinidad que exhibe.

Ahogó un gemido necesitado cuando sus felinos ojos analizaron cada detalle de su anatomía para transmitir la información como una obra de arte erótica en el museo de su mente.

Sus hebras de tonalidad zanahoria yacían estilizadas de manera rebelde, donde mechones suaves como la seda caían sobre su frente descubierta. Aquellas orbes oscuras y delineadas solo le aportaban vida a su rostro, así como a veces podrían transmitir los sentimientos que sus abultados belfos no expresaban. Tenía una nariz perfilada y respingada que retomaba la vibra inocente que su definida mandíbula, la cual estaba ansioso por morder, contrarrestaba con su masculino poder. Los aretes que caían como cascadas de sus orejas solo lograban recalcar la elegancia que sus alargados pómulos le brindaban.

El follaje que apretaba cada curva y relieve de su esbelta figura lo estaban llevando a la tan cercana locura. Su pene se llenó un poco más con la deslumbrante exhibición.

Poseía una camisa negra de cuello tortuga sin mangas que destacaba la belleza de sus proporciones. Este dejaba a la vista sus muy trabajados brazos, los cuales necesitaba arañando su espalda a medida que lo follaba hasta partirlo en dos. La silueta que podía presenciar en su pecho le inspiró una intriga morbosa que comenzó a devorarlo por dentro, iniciando por su dolorosa envergadura.
Una correa negra, la cual le arrebató una sonrisa lasciva, mostraba su pequeña cintura. Y lo siguiente simplemente lo dejó sin aire.

Esos pantalones. Él estaba usando aquellos que tanto amaba. Sus macizas y deliciosas piernas estaban enfundadas por unos jeans negros que en su mayoría exponían la tersa piel de aquellos manjares. Esta arma asesina era tan poderosa por el simple hecho de que era como ver al menor desnudo: cada minúscula línea de su hinchada verga y de sus golosas nalgas eran trazadas como las arrugas de una ropa de cama luego del sexo, es decir, podía verlo todo pero a la vez no podía ver nada. La cantidad perfecta de ambos lados para acabar con el resto de su sanidad mental.

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⏰ Última actualización: Aug 29, 2020 ⏰

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30 Días de Smut Challenge|| YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora