Día 8. Sexo contra la pared

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Pov Escritora

La puerta azotada, sus cuerpos fundidos en un tórrido sentimiento. La pasión ardiente arrastraba a sus complexiones a restregarse febrilmente. El pálido azabache soltó un gruñido gutural, mordiendo sin piedad el delicioso belfo inferior del castaño atrapado gracias a su cuerpo. Estaba furiosamente caliente.

─Tenías que meterte con Jeon JungKook, ¿verdad?─ le dio una mirada altanera, mirándolo desde arriba por las posibles dos pulgadas que le llevaba. Su ceño fruncido predominaba, mas la mandíbula afilada que tenía tan apretada le hacía pensar que podría morder el redondo y carismático culo de JiMin, llevándose un pedazo. El menor temblaba por el deseo mortal recorriendo sus venas. Carajo, amaba enfadar a este delgado pero dominante hombre. Su "intimidación" no hacía más que hacerle correrse como adolescente sin haberse tocado.

Estando contra la pared en una temeraria situación para cualquiera, sorprendentemente, Park estaba disfrutando, esbozando una sonrisa llena de suficiencia, retándolo con el gesto.

─Oh. Y como el descarado que eres, te atreves a no responder. ¿Acaso no entiendes que eres mío y de nadie más?─ se lo comió con la mirada, acercando sus labios peligrosamente como al principio, transmitiendo su celos en forma de furia injustificada a través de sus ojos felinos.

─¿Desde cuándo? Yo no tenía ni idea. Después de todo este tiempo haciéndome quedar mal en la oficina y despreciarme sin razón, no puedo creer que me saltes con estas cosas. Dime lo que sientes a la cara y tal vez consideraré creerte.─ el destello juguetón en sus orbes nunca desapareció.─ Y por cierto, ¿qué diablos haces en mi casa?¿Quién te invitó, maldito depredador?─ espetó firmemente el shifter lince, estando un tanto resentido por la poca vergüenza de su jefe al haberlo seguido y asaltado de esta forma en su propio hogar.

─Maldita sea, ¡eres mío!─ le plantó sus labios bruscamente, volviéndose una ardua pelea ganada por el mayor, quién jugaba con su lengua y tocaba su cuerpo, en especial su cintura y trasero. Aquel beso hizo que su felino le gritara ¡Sumisión! Nuestro Alpha quiere llenarnos.

Y no pudo evitarlo, dando un pequeño brinco, afirmando sus macizos muslos en la cintura adversa, chocando ambas carnes con un delicioso roce. Gemía en medio de los duros besos y lametazos que parecían más bien un allanamiento de morada a su cuerpo.

Sin quererlo de verdad pero siendo necesario, se separó de los delgados belfos que lo atraparon de tal manera que sus labios parecían pegados.

─¡Ya! ¿Por qué haces esto...?¿Luego de tanto desprecio?─ lamentándose al instante por mostrar su vulnerabilidad, intentó safarse del agarre, no logrando ni mover un músculo del puma negro. Sus órbitas se cristalizaron en segundos, queriendo desaparecer de la faz de la tierra. Su construida confianza ya se había ido de viaje. Volvía el inseguro y delicado JiMin que siempre intentó ocultarle. Pero no pudo evitarlo.

Su alpha destinado lo maltrataba mientras el solo quería su amor. ¿Tanto pedía él?

─¡Aléjate! Y-Ya...─ le dio un empujón, callendo al suelo tembloroso, mirando el piso para que su flequillo tapara un poco de sus ojos por los cuales se veían su roto corazón. No tenía ni idea de donde había sacado esa poca fuerza. Mordía su hinchada y lastimada carne inferior. Se iba a romper allí mismo. Y bastante había soportado estando trabajando cuatro años en aquella compañía. No había renunciado por él, ya que lo amaba. Sí, era masoquista, o eso parecía.
Pero lo peor de todo era ser odiado por el amor de su vida. Debió ser un criminal en su vida pasada.

─Lamento ser un idiota que no sabe expresar sus sentimientos y solo sabe herir a la persona que más quiere en el mundo. ─ su mirada indescifrable hizo que prestara atención a su afligida expresión y temblorosos labios. Se escuchó un sorbido, producto por el llanto. Pero se sorprendió al saber que el sonido no provenía de sí.

Lentamente, evitando provocar ni el más minimo ruido, se acercó al dominante, gruñón y desagradable alpha frente a él. Sus hombros anchos estaban un tanto trémulos y su cuerpo yacía un poco encorvado. Lo rodeó, viendo que el orgullo del otro estaba más que fragmentado y que ya no le importaba. No hizo nada para que no viera su rostro igual de demacrado que el suyo. La diferencia era que en el propio las lágrimas trazaron su camino libremente mientras que su jefe cubría con sus grandes manos sus ojos, pero pudiéndose apreciar el brillo de las gotas adornando su mentón además de sus rotos labios rosados que tanto destacaban con su piel de papel.

Pacíficamente, se acercó aún más, ya interrumpiendo su espacio personal. Y este se dio cuenta ya que su cuerpo se tenso y más sorbidos fueron pronunciados. El delicado omega tomó sus manos entre las suyas, descubriendo su rostro herido. Todo el dolor acentado en su corazón se disipó al ver la latente culpa y dolor desgarrador en sus ojos. De seguro había una razón para su comportamiento. Y la había.

Se colocó en puntillas, plantando un casto beso en sus labios y sonrojadas mejillas. Se veía tan adorable que quería quedárselo. Pero este momento tan íntimo en el que el alpha le mostraba vulnerabilidad era muy vital para la posible relación que pudieran tener.

─Te amo y lo siento por todo... Yo tengo un pasado un tanto duro y no sé muy bien que hacer respecto a mis sentimientos, a pesar de que mi corazón duele de solo pensar en el maltrato que te he causado. No merezco tu perdón. De seguro ya te has metido con Jeon y he llegado tarde.─ su voz se quebró, él dándose caricias con su mano posada en su húmeda mejilla. Pero su mirada se volvió fría al mencionar a JungKook, él cual es cómplice de su plan de causarle celos a YoonGi, siendo un total exito.

─Mi YoonGi... Claro que te perdono. ¿Y cómo no perdonaría a mi alpha? Te necesito y te amo. Te quiero a mi lado.─ presionó sus abultados labios, comenzando un delicioso baile húmedo, conociendo con más conciencia sus cavidades. Se separaron con un suspiro agitado.

La temperatura se calentó a los segundos, pudiendo olerse ambas fragancias combinadas como un atractivo elixir adictivo. JiMin era portador de un aroma dulce, lene, y grácil, caracterizado por tener matices de miel, vainilla y leche acaramelizada, suave y esponjosa al olfato. Mientras YoonGi era dueño de un perfume amargo, tosco y fuerte, según los demás. Pero para el castaño casi miel era una bendición. Amaba aquel olor rodear su esbelto cuerpo, pegándose en su piel las feromonas con dejes de canela, chocolate amargo y leña siendo rostizada por el fuego. No tenía palabras para describir lo que el aroma del alpha le producía.

Sus cuerpos lúbricos se rozaban entre sí, frotando sus zonas duras de la necesidad. El shifter puma desnudó rápidamente al delicado lince, quien gimió por los roces que producían las ropas y sus fríos dedos en su cálida y sensible piel dorada. Cada trecho de esta fue lamida y besada por la hábil lengua, descomponiéndolo de tal manera que sus rodillas hace rato que lo habían abandonado.

Su entrada juguetona escurría, llamando súbitamente la atención. El falo del azabache se endureció más si era posible, ansiando llenar aquella apretada cavidad llamándolo. Atendió los botones erectos de su pecho, llegando luego hasta su vientre donde apreció su vello púbico y alcanzó con su boca su pene lloroso. La amplia y tórrida boca de YoonGi envolvió su delicado genital, haciéndolo gritar. El vaivén desarrollado lo descontroló, viniéndose en nombre de su amante.

─Te necesito...─ gimoteó, chorreando lubricante como jamás lo había hecho. De seguro su celo se había adelantado, volviéndolo loco por su grueso pene. El de mirada felina lo embistió da una estocada, sintiéndose lleno como siempre debió estar. Amaba la sensación, se sentía tan correcto el tener el miembro de este en su interior, encajando tan bien.

Las apresuradas y desacompasadas estocadas tocaban su punto dulce exitosamente. La posición en la que estaban era tan conveniente, consistiendo en JiMin rodeando el cuello de su amante y su cintura con sus muslos mordisqueados mientras su espalda estaba apoyada en la dura pared la cual en este momento les permitía amarse, importándole menos el dolor que tendría mañana. Aparte de que se acababa de mudar más cerca del trabajo, aún no terminando de enmueblar y la habitación siendo la única en buen estado, estaba muy lejos, así que YoonGi decidió azotarlo duramente con su carne contra la pared más cercana.

Y se vinieron ambos tan deliciosamente que hasta olvidaron sus nombres por esos minutos. La mordida en la conección de su cuello y hombro tostado no tardó en ser realizada, enlazándose como siempre han deseado. Les quedaba una ardua vida por delante y cosas que conocer de sí mismos, pero lo que nunca harían sería separarse.

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Me gustó mucho. Quedó largo, así que no deberían haber quejas.

30 Días de Smut Challenge|| YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora