Día 24. Tímido

4.2K 196 52
                                    

Pov Escritora

El chapoteo que resonaba por el contacto de sus botines en el charco se vio opacado por el contoneo atrayente de su cadera, que se deslizaba fluidamente con el movimiento de aquellas largas y musculosas piernas.

A pesar de que aquella voz en su cabeza aún le perturbaba y le clamaba razones por las cuales no debía entrar al local frente a sus ojos, decidió hacerlo, porque el dolor en su pecho le causaba más remordimiento.

Abrió las puertas del lugar señalado como Lights, ingresando sin darle otro miramiento. Sabía que si lo pensaba demasiado, se arrepentiría.

Se tomó unos minutos para observar detalladamente el lobby, el cual se veía más intrigante de lo que pudo haber imaginado. Estaba decorado con una gama de colores oscuros, tirando a gris, para que los retazos de pigmento lumínico destacaran, mas esto no evitaba que la estancia tuviera un aire de clase. Aquellos cuadros acompañados con los instrumentos de cuero en exhibición le daban una pista de lo que podrían ofrecerle.

Saliendo de su ensoñación, notó que una voz intentaba llamar su atención.

Un joven de piel morena, cabello azabache y grandes ojos grisáceos le dirigió dulcemente la palabra, tal vez notando el nerviosismo que ni si quiera él mismo sabía que mostraba.

─Bienvenido a Lights, ¿qué podemos ofrecerle?─ el joven, aparentemente tailandés, le esbozó una sonrisa.

─Yo... vine a solicitar a alguien para esta noche.─ mencionó de la manera más pulcra posible, sintiendo la sangre recorrer su cuerpo hasta acentarse en sus abultadas mejillas y en la punta de sus orejas.

─Maravilloso. Sígame.─ se desplazó hasta entrar por un pasillo que no había divisado. Ambos se detuvieron frente a una puerta finamente tallada hasta que esta se le fue abierta.

La diferencia en el ambiente lo dejó asombrado pero satisfecho.

Las paredes estaban decoradas con granito y tapices de diferentes tonalidades de gris. Lo que hacía que la esencia de la sala fuera atrapante era la iluminación carmín que tenía desplegada, que ponía a todos en la misma sintonía sensual. Los muebles de tono rojo vino solo promovían aún más la vibra conseguida por las luces.

─Y bien, ¿sabes a quién vas a elegir o te dejo aquí un rato?─ sugirió al ver su mirada indecisa y llena de bochorno. Decidió que lo dejaría allí, no sin antes avisarle a los presentes que lo llevaran a su habitación correspondiente una vez haya hecho su elección.

El pobre JiMin se encontraba avergonzado, y cómo no, si todos esos hombres y mujeres de diferentes tamaños y colores lo miraban tan fijamente, a pesar de que al inicio no le daban ni una mínima importancia.

Pero lo que este no entendía era lo atrayente que era y que un hombre como él debía ser adorado.

Su anatomía refinada y apretada por los músculos podría hacer babear a cualquiera. Sus largas piernas enfundadas en jeans rotos negros delineaban cada fibra de sus muslos y nalgas redondas. En su pelvis se podía ver la marcada silueta de su pene. Tenía una camisa fina blanca que debido a la delgadez de la fábrica, se podían apreciar algunos relieves de su cuerpo, como las líneas de sus abdominales y sus pezones agujereados. Y aquellos botones sin abrochar eran una acción sagrada. Dejaban ver aquellas clavículas marcadas que lloraban por ser profanadas.

Y su rostro esculpido tenía que ser la octava maravilla del mundo, porque esa belleza no la podía tener un solo hombre. Pero él era la grandísima excepción. Aquellos belfos rosados que incitaban al pecado, su nariz tallada a mano y sus orbes rasgados llenos de expresión eran las joyas que destacaban en el lienzo de su faz. Más la mata de cabello dorado rozando el platino que solo se dejaba ver levemente por el beanie negro con detalles color plomizo. Todo este paquete, más el aura lleno de sensualidad que desprendía inconscientemente, era tan perfecto que debería ser prohibido.

30 Días de Smut Challenge|| YoonminDonde viven las historias. Descúbrelo ahora