Tres meses después de los corazones de caramelo…
—¡Ryder! ¿Puedo pasar?
Ni siquiera la voz melosa de Steve, logrará que me separe de la almohada.
—Déjame dormir cinco minutos más. —Suelto un bostezo—. Por favor.
—Quarterback, recuerda que es domingo —informa—, no tenemos que ir a la secundaria.
—Cierto. —Limpio el hilo de saliva que llega hasta mi almohada.
Miro el reloj de pared; son las seis treinta de la mañana.
—Si es domingo, ¿Qué haces despierto tan temprano? —lo cuestiono.
—¿Puedo pasar? —repite su pregunta—. Sólo así lo sabrás.
—Adelante —digo, y me siento sobre la cama.
Soy testigo de lo más cercano a la perfección: Steve Pratson en traje.
—Pero… —total no digo nada, me mantengo boquiabierto.
Miro a Steve de abajo hacia arriba, su traje a rayas —casi tan marrón como su cabello— le queda realmente bien.
—¿Te gusta? —pide mi opinión, mientras gira sonriente.
—Me encanta.
—Gracias, lo compré en la boutique Glitter.
—¿Y puedo saber, a dónde vas tan elegante? —pregunto curioso.
—A la boda de mi primo —responde—. Será en el mirador del Terra Loto. De hecho, hace unos días fui con él a la boutique, lo ayudé a elegir un traje amarillo.
—Vaya. —Me sorprendo porque Steve rara vez habla de su familia—. No sabía que tienes un primo al que ayudaste con su traje de boda.
—Bueno, él y mis tíos, los Miller —puntualiza—, son personas encantadoras.
—¿Y qué me dices de tus padres?
Steve frunce los labios. Yo al instante me pregunto si los Pratson serán agradables.
—Solo dependo de ellos económicamente —aclara—, no en mis decisiones, creo que ya te lo había dicho.
—Es cierto… ¿Y te aceptan? —me atrevo a preguntar.
—¿Sobre qué en específico?
—¿Saben que eres gay?
—Ni siquiera lo saben —replica, encogiéndose de hombros—, ¿Por qué la pregunta?
—Quisiera conocerlos —admito convencido.
Gafas rojas se sienta sobre mi cama.
—¿Sabes? No creo que tengan problema en aceptarme.
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Amor de Quarterback
JugendliteraturRyder Owen podría ser el sueño de muchos, pero ni siquiera es la realidad de pocos. Y no es porque el chico carezca de encanto, sino porque a su puerta no ha llamado el amor. Es como si el destino, no se viese seducido por esos ojos azules que irrad...