Un mes sin saber de Steve…
Algunos dirán: —Pero si vives con él, ¿Cómo es que no sabes nada?
Mi respuesta sería: —Dejé la avenida Luciérnaga y esa casa en la que Gafas rojas y yo vivimos tanto.
Otros me dirán: —Podrías verlo todos los días, en la secundaria Preston.
Les contestaría: —Resulta que ya no estudio ahí. Ahora soy estudiante de la secundaria Owen.
Yo mismo me preguntaré: —¿Lo volveré a ver, aunque sea por casualidad?
Y entre lágrimas me contestaré: —Quizá, ambos vivimos en una gran ciudad.
Por ahora —en esta mañana sabatina—, sólo me entristeceré al borde de una piscina, mientras acaricio perezosamente el agua con mis manos.
—Ryder. ¿Quiere un jugo? —pregunta mi mayordomo con ese tono amable que seguramente finge.
Desde lo ocurrido con Steve, me cuesta confiar en la gente.
—No, gracias, Paul.
—Disculpe, joven Owen, no quisiera parecer entrometido, pero usted no ha bebido nada desde que despertó, y una de las sirvientas me dijo que no quiso cenar anoche.
—No tengo hambre, ni sed, tampoco a Steve…
—¿Cómo dice?
—Jugo de sandía con limón, agrégale algunas fresas y mucho hielo, por favor.
—Lo traeré en un momento. Buenos días.
«Qué tienen de buenos»
Suena mi celular, tengo un mensaje de Olly Omelette.
—Por segunda vez.
Le respondo con un signo de pregunta. Él me deja en visto.
Recibo otro mensaje, esta vez de Diana.
—Por segunda vez.
«¿Qué se trae este par?»
Entro a la última conversación que tuve con Steve. Sí, ese chat que vacié para no martirizarme.
Él ni siquiera está línea, tampoco tiene foto.
«Creo que me bloqueó»
Ahora mismo lanzaría el teléfono a la piscina, pero no lo haré. No sin respaldar todas mis fotos antes.
Paul ha traído mi jugo. Al beberlo aprovecho para grabar un video que pienso subir a Instagram.
Ahogo una risa y levanto una ceja, mientras el jugo atrapado en el popote sube y baja, por el efecto boomerang que añadí.
Subo el video, y al instante mi sonrisa se borra. Porque la alegría mostrada en redes sociales, no siempre gira victoriosa y auténtica en la realidad.
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Amor de Quarterback
Novela JuvenilRyder Owen podría ser el sueño de muchos, pero ni siquiera es la realidad de pocos. Y no es porque el chico carezca de encanto, sino porque a su puerta no ha llamado el amor. Es como si el destino, no se viese seducido por esos ojos azules que irrad...