Una noche de posibilidades.
—Bro, se nos hace tarde para el baile.
—¡Aguarda, Olly! —exclamo desde mi habitación—. No tardo.
—¿Qué tanto haces ahí dentro?
—Yo solo… solo intento acomodar, rayos. —Me quejo—. Creo que tengo problemas con mi traje rojo.
—Deja y te ayudo.
Olly abre la puerta. Yo sonrío al verlo usando un traje a rayas, de un color rojo no tan intenso como el mío.
—Te ves lindo —le digo.
Él no responde a mi cumplido, sólo me observa con detenimiento.
—Bro, me parece que debiste elegir una talla más. Mira qué ajustado te queda.
—No, así está perfecto. —Resto importancia a ese detalle, aunque no debería; el traje en verdad está un poco ajustado, y hasta corto.
—¿Cuándo lo compraste? —inquiere Olly.
—Esta mañana, en la boutique Glitter.
—Sabes que presumir no funcionará conmigo. —Se ríe—. Yo compré mi traje en el guisante ahorrador, dos por el precio de uno.
—Oye, Olly. ¿Entonces qué harás con el traje sobrante?
—Se lo he prestado a Evan —explica—; hasta tenemos una apuesta —anuncia con emoción—. Cuál de los dos acaba la noche sin que el traje se rompa, ¿entretenido no?
—Mmm… —gimo, a modo de broma.
—Basta. —Olly me da un codazo, sin dejar de reír—. Sabes que eso no es posible, Evan es hetero.
—Sólo bromeo —aclaro—. Ahora ayúdame con este traje. —Apliqué fuerza sobre el saco para intentar abotonarlo.
—No te entiendo, Bro, ¿cómo pudiste comprar un traje tan pequeño?
—Nunca subestimes a una corazonada.
—¿Qué dices?
Ante su pregunta, sólo respondo con una sonrisa torcida.
—¿Todo en orden? —trata de saber.
—Sí, solo es lindo saber que todo podría mejorar.
—¿De qué hablas?
—Te cuento luego. —Evado el tema—. Mejor vámonos sí, se nos hace tarde.
—Listo —dice Olly tras abotonar el último botón de mi saco.
—Olly Omelette. —Le extiendo mi brazo para que coloque su mano—. ¿Me harías el honor?
—Por supuesto, Bro. —Él sujeta mi brazo, y seguidamente besa mi mejilla.
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Amor de Quarterback
Teen FictionRyder Owen podría ser el sueño de muchos, pero ni siquiera es la realidad de pocos. Y no es porque el chico carezca de encanto, sino porque a su puerta no ha llamado el amor. Es como si el destino, no se viese seducido por esos ojos azules que irrad...