Capítulo 20 | Felicidad relativa

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Con su mirada al sol, con un poco de granola y todos sus pensamientos indescifrables, así amo a Steve

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Con su mirada al sol, con un poco de granola y todos sus pensamientos indescifrables, así amo a Steve.

—¿Eres feliz? —formulo la pregunta sin soltar su mano.

—Ryder, así haces que debata conmigo mismo, no se vale.

—Entonces, ¿no lo eres?

—No he respondido a tu pregunta.

—¿Podrías responderla, Steve? —insisto, en calma.

Él otra vez mira hacia el sol.

No sé qué le sucede en esta mañana, su comportamiento es distinto. Es raro hablar con un Steve sin ánimo de lanzar argumentos; uno que parece rendirse ante cada palabra que sostenemos.

—Sobre lo que sucedió ayer…

—Fue perfecto. —Finaliza justo con lo que yo pensaba decir.

—Entonces… —Lo miro—. ¿Qué te sucede?

—Soy feliz.

«Amo no entenderlo»

—No quisiera cuestionarte, pero…

—Cuestióname, porque lo soy.

—Rayos. —Me desordeno el cabello—. No te entiendo, Gafas rojas.

—Entiéndeme, porque soy tan feliz.

Se abraza a sí mismo, lágrimas caen sobre su tazón con granola.

—Cariño. —Le llamo así por primera vez—. ¿Qué es lo que tienes?

—Soy feliz —repite entre sollozos—, lo soy en verdad.

—Ven aquí. —Lo abrazo fuertemente, y beso sus manos, estas conservan un aroma a páginas de libro. Steve leía hace como una hora, cuando yo apenas despertaba a su lado.

—Ryder…

—Dime.

—Tengo miedo, y es tanto —enfatiza, intranquilo.

—¿A qué le temes? —Beso su frente.

—A la felicidad relativa.

—Steve, ayer me dijiste que si las cosas cambian, la única manera es sentirlas, sean como sean.

—Buen argumento, lo acepto.

—Aplícalo. —Doy una caricia detrás de su oreja—. Serás más feliz de lo que ya eres.

Ahora Steve luce un poco más tenso; no dispuesto a debatir, sólo leal a esas palabras que nacen como pétalos en su sentir.

—Es que de eso se trata, de ser tan feliz que en algún momento simplemente acabe, de subir tan alto y caer tan pronto, todo de la peor manera.

—Puedo entenderte. —Así contesto a cada uno de sus pétalos—. Es muy probable que tengas miedo de que lo nuestro no funcione.

—No lo tengo, es solo que…

Amor de QuarterbackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora