Capítulo VII "Anhelo de libertad"

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Días después cuando ya había sábado sus heridas y volvió a ver a Namjoon acudió a él para preguntarle si Lisa acaso había tenido un intento de suicidio, le contó que Lisa sufre de depresión y para controlarse toma antidepresivos, esa vez Lisa tuvo...

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Días después cuando ya había sábado sus heridas y volvió a ver a Namjoon acudió a él para preguntarle si Lisa acaso había tenido un intento de suicidio, le contó que Lisa sufre de depresión y para controlarse toma antidepresivos, esa vez Lisa tuvo un ataque de ansiedad y tiró todas las pastillas.

Lisa se dio cuenta que Rosé era muy atenta y linda, se sentía realmente bien cuando estaba con ella, los pequeños momentos que compartió con ella cuando la acompañaba a que le curaran sus heridas a la enfermería de la mansión se sentían como momentos de tranquilidad, volvía a ella ese sentimiento de seguridad, Lisa era todavía una niña pequeña lastimada atrapada en el cuerpo de una criminal cruel y fría.

No quería que ese sentimiento se fuera así que mando a matar al hombre que originalmente iba a comprar a Rosé, importándole poco que este ya había pagado en su totalidad la fuerte cantidad que Lisa pedía por Rosé, quizá un sentimiento de posesión había nacido en ella con el transcurso de los días.

Rosé tenía todos los lujos que cualquiera hubiera deseado en su vida, pero no era libre, solo podía salir al jardín si estaba acompañada de Lisa o de Namjoon, la mayor parte de el día estaba encerrada pues Lisa aveces trabaja en su casa u otras veces tenía que salir.

En estos momentos se encontraba en la habitación que Lisa le había asignado, en esta ocasión Lisa se dio cuenta de lo lista que era Rosé para abrir la puerta con un simple pasador así que retiró todos esos adornos de el tocador.

Lisa había salido junto con Namjoon, probablemente harían un trabajo que no es del agrado de todos pues iban armados, pero eso no le importa a ella. Miraba por la ventana, esta daba directo a una casita negra desgastada que estaba en la casa, no sabía que ocultaba, ¿será una oficina, el lugar donde tiene a sus víctimas, un lugar retorcido y sanguinario? Miles de preguntas inundaban la cabeza de la castaña. Se le revolvía el estómago de solo pensarlo, era afortunada de que Lisa tuviera compasión por ella, pero se sentía culpable de estar ahí, en esa jaula de oro.

Escuchó como se abría la puerta, giró rápido pero era la chica que le traía comida.

— La señorita Lisa me dio acceso de que saliera a explorar la casa, más no el jardín —Rosé suspiró, aunque pudiera salir al jardín era inútil escapar debido a las cercas eléctricas y a los sicarios que cuidaban la casa.

— Esta bien —esta salió lentamente de la habitación empezando a caminar por el pasillo de el segundo piso (donde se encontraba su habitación), después dos habitaciones que estaban cerradas con llave, la puerta de la habitación de Lisa. Se paró enfrente de la habitación y acarició el picaporte de esta, recordó cuando sin aviso entró a aquella recámara y encontró a una débil Lisa, recordó cuando la abrazó sin importarle que ella era la responsable de que ya haya perdido su libertad.

Siguió caminando y se encontró con una habitación grande, la puerta era café claro con detalles hermosos en la perilla de la puerta, esta estaba entreabierta así que no dudo en entrar. Abrió la puerta despacio entrando así, pudo observar que era una habitación de danza, recuerda cuando iba a clases de danza era algo similar, pero todo lo que se encuentra en la mansión de Lisa era superior a cualquiera. La pared de adelante estaba tapizada por espejos, a su alrededor estaba una bocina, unas cuantas sillas, botellas de agua y una toalla, ¿Lisa ocupará esta habitación?.

Algo curioso es que también tenía algunos instrumentos, una guitarra, un piano eléctrico, una trompeta, y algunos cuentos más. Tomó la guitarra y se sentó en una silla que estaba, empezó a tocarla, acariciando suavemente las cuerdas, recordando lo bello que era estar con sus amigos y su novio, extrañaba ser libre.

 Tomó la guitarra y se sentó en una silla que estaba, empezó a tocarla, acariciando suavemente las cuerdas, recordando lo bello que era estar con sus amigos y su novio, extrañaba ser libre

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