Una presión en mi costado derecho me hace despertar. Al abrir los ojos me doy cuenta de que hay un pie hundido en mis costillas, giro mi cabeza hacia el otro lado y me encuentro con un brazo que me rodea el cuello. No puedo evitar sonreir, estoy rodeada por las dos personas que más amo en mi vida, mis hijos, unos gemelitos de casi cinco años que hacen de mi vida, el lugar más increíble para estar.
Al verlos a mi lado, vienen a mi mente todos los recuerdo del día de ayer, inmediatamente se borra la sonrisa de mi rostro y mis ojos empiezan a llenarse de lágrimas. No sé de dónde he sacado las fuerzas para encontrarme ahora aquí, aunque sospecho que estas dos criaturitas son los que me han impulsado. Ahora queda pensar en qué les voy a decir, cómo les voy a explicar algo que ni siquiera yo entiendo y lo más importante, cómo voy a hacer para reacomodar mi vida en este momento.
— Mami– escucho la vocecita adormilada de mi hijo Diego, un hermoso terremoto andante de rizos castaños y ojos color miel, es el niño más ocurrente e inteligente que conocerán en la vida, todo aquel que esté a su lado, jamás sufrirá de aburrimiento.
— Hola mi amor, buen día ¿Qué tal dormiste?– le pregunto mientras él se acomoda para observarme mejor.
— Tengo mucho calor y no tengo espacio, no dormí bien– responde mientras frunce los labios. Mi hijo es un niño bastante independiente y nunca le ha gustado dormir acompañado, odia todo aquello que le cause cierta incomodidad.
Yo lo observo y le sonrío en modo de disculpas, es mi culpa que mi bebé haya dormido mal, debo acomodarle su espacio cuanto antes.
— Mita, te amo– escucho que dice una vocecita ronca desde el otro lado de mi cama. Volteo y ahí está la sonrisa más tierna del mundo, la de mi hija Amaia. Una pequeña castaña de ojos grises, tan adorable como manipuladora. Sí, ya sé, es mi hija, ¿cómo voy a decir que es manipuladora? Pero es así, no hay nada que ella no pueda conseguir, ella usa totalmente esa mirada y esa sonrisa para llegar a su objetivo.
— Mi vida, yo también te amo.– le digo mientras la atajo entre mi brazo izquierdo y busco a Diego con mi brazo derecho para darles un abrazo de mamá oso — Los amo muchísimo a los dos ¿Lo saben verdad?– les pregunto y ellos asienten mientras me abrazan.
— ¿Y papi ya llegó?– esta pregunta para la que no estaba preparada, llegó, más temprano de lo que me imaginé.
Anoche tuve que decirle a mis hijos que su padre llegaría después, lo hice para que ellos dejaran las preguntas y decidieran dormir.
Los ojos de Amaia me miran esperando una respuesta que no sé darle, veo de ella a Diego y siento el peso de la situación en mi espalda.
Cuando eres mamá no importa la situación, no importa el reto, no importa el sacrificio; cuando eres mamá solo importan tus hijos, su bienestar tanto físico como emocional. Es por eso que nos atrevemos a tanto, es por eso que nos armamos de un valor que antes no sabíamos que teníamos y buscamos la manera de darles la vida que merecen, sin importar a quienes dejamos atrás.
Así pues, llegó el momento de explicarles:
— Mis niños, su papi no vino, ni vendrá porque él no va a vivir con nosotros en esta casa.– les digo y ambos se observan para luego hacerlo conmigo.
—¿Ya no vamos a ver más a papi?– pregunta Diego con cara de consternado.
— Claro que sí mi amor, ustedes van a ver a su papi siempre que quieran, es solo que ya no viviremos todos juntos en la misma casa.
— ¿Y donde va a vivir mi papito?– pregunta Amaia confundida.
— Él seguirá estando en la misma casa donde vivíamos y nosotros ya nos quedaremos aquí en esta casa.– ese realmente era el plan familiar, mudarnos todos a esta casa, pero solo seremos tres.
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Las Vueltas Del Destino
RomanceDicen que "nunca terminas de conocer a alguien" y jamás esas palabras habían sido tan acertadas. Soy Ivanna y esta es la historia de como mi vida dió un giro de 180 grados, de como todo quedó patas arriba. Justo cuando estaba en el que yo creía que...