XIII

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Bastian Relish

Parte 2

Para ser realmente sincero, yo no entiendo qué diablos pasó con Natalia. Iba con toda la intención de mandarla a la mierda y resultó que terminé diciéndole que le daría el divorcio a Ivanna.

¿Razón?
Fácil, soy un perfecto idiota.

Mientras la gente se esfuerza en decir que yo soy un ser sin sentimientos, yo me dedico a ocultar lo que siento. No soporto ser vulnerable, pero a decir verdad, ver a Nat tan afectada, oírla decir que me ama y todas esas otras cosas que dijo, me hicieron replantearme lo que quería.

Ella es una mujer increíble, que me ha aceptado sin problema, que me ha acompañado a lidiar con mis demonios en todo momento. Mientras Ivanna me dejaba de lado, Natalia celebraba conmigo la paternidad. Incluso me atrevería a decir que toda esta etapa la he compartido más con ella que con mi propia familia, al principio como conocidos y ahora como algo más que amigos.
Cada logro que he conseguido con el taller, cada negocio nuevo que ha salido, cada cosa buena o mala que ha ocurrido, ha sido ella la que ha estado a mi lado, mientras Ivanna se ha dedicado a ella, a su trabajo y a los niños; y por supuesto, no puede faltar lo mejor que hay entre Nat y yo: el sexo. Me atrevería a decir que con ella he tenido los mejores orgasmos de mi vida.

Así que sí, ella tiene razón en cabrearse y decir que Ivanna y yo somos unos egoístas y ególatras, puede que seamos más parecidos de lo que pensamos y es por eso que no terminamos de encajar, somos la misma pieza en un rompecabezas y aunque lo intentemos, jamás terminaremos de complementarnos, nos siguen faltando las mismas cosas que al otro.

Llego a casa y estaciono mi motocicleta, respiro profundo y llamo a la puerta de casa de mis padres, es hora de enfrentar una de mis realidades y esta tal vez sea la más complicada.

Saludo de nuevo a Sandy que es quien abre la puerta y me dirijo al salón principal en donde se encuentran los gemelos con mi madre. La imagen es digna de fotografiar.

Mi madre está sentada en el suelo llena de pintura junto a los niños que están haciendo una "obra de arte", honestamente no sé qué pintan, pero se ven tan divertidos que la verdad no me gustaría interrumpirlos. Decido que primero iré por algo de tomar antes de molestarlos, me doy la vuelta y empiezo a dirigirme a la cocina.

— Hijo, llegaste.– escucho decir a mi madre. Me volteo con una sonrisa forzada.

— Hola má, no queria molestarlos, se ve que se divierten.– comento — Hola pequeños, ¿cómo la pasan?– me dirijo a mis hijos.

— ¡Genial papi, mira, estamos pintando a La Mona Lisa!– dice la entusiasta Amaia.

— Wow, que impresionante peque, que artista me salieron mis hijos.– me acerco un poco a donde están sentados para ver de cerca la pintura.

— Claro que no Amaia, no se parece a La Mona Lisa, está más parecida a una loca de carretera.– bromea Diego y ambos ríen. A decir verdad, parece cualquier otra cosa que lo que dice mi hija.

— Bueno queridos, yo me levantaré e iré con su padre al despacho.– anuncia mi madre dejando las pinturas en el suelo — Ustedes sigan pintando y yo le diré a Sandy que venga con jugo y galletas para que coman un poco.– dicho esto, dirige su mirada a mí y con sus ojos me hace seña para que la siga.

Llegamos al despacho y se encuentra mi padre allí, por supuesto que lo esperé, es una emboscada.

— ¡Bien! Cada vez se esfuerzan más en disimular que parecen policías. ¿Quién será el malo y quién el bueno?– pregunto con sarcasmo.

Las Vueltas Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora