II

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Debido a que mi decisión fue tomada a altas horas de la noche, no avisé a mi familia, así que decidí pasar por casa de mis padres para contarles las nuevas noticias antes de que puedan enterarse por otros medios.

Mi familia es un tanto tradicional, mis papás tienen todos los años del mundo casados, han tenido problemas muy fuertes y aún así siguen juntos; así que el hecho de decirles que me acabo de separar es algo que me cuesta un poco. No importa que tan mayor o independiente sea, la aprobación de ellos siempre será importante para mí, espero poder encontrar las palabras adecuadas, no es mi intención dar muchas explicaciones porque la verdad prefiero reservarme ciertos detalles.

— ¡Mis bebés!– escucho que grita mi madre cuando abre la puerta de la casa. Los gritos de los niños no se hacen esperar y salen corriendo hacia ella para abrazarla como siempre.

Mi mamá, una mujer de baja estatura, con ojos grises intensos, de esos que cuando te miran sientes que te están regañando, un hermoso cabello rubio aunque ya un poco lleno de canas y una manera de ser bastante peculiar. Ella es todo un personaje, Anne puede ser la mujer más adorable del mundo, pero basta que pase algo que no le gusta para que se convierta en un ogro. Es obsesionada con el orden y para ella todo debe estar bien hecho. Es por eso que cuando salí embarazada ambas nos distanciamos un poco hasta que ella asumió el asunto. Claro que ella ama a sus nietos, ¿quién no lo haría? Pero al principio fue un shock total porque para empezar ni siquiera tenía una relación formal con el padre de los niños. Fueron días muy duros, pero eso quedó en el pasado, ahora esta mujer no puede vivir sin ver a sus bebés.

— Hola madre, también estoy aquí.– le digo mientras la abrazo.

— Lo sé hija, es sólo que primero son ellos, ya tu quedaste en segundo plano hace un muy buen rato.– me dice sonriendo — ¿Viniste sola con los niños?– me pregunta.

— Sí, decidí venir a visitarlos y así aprovecho de ponerlos al día con los acontecimientos más recientes de mi vida. ¿Dónde está mi papá?– soy directa con mi respuesta, sí, pero es que no puedo ser de otra manera. Soy de las personas que odia con su alma darle vueltas a las cosas, no hay necesidad de maquillar algo que igual se tiene que decir, no puedo hacer más que decir las cosas como son. Esas personas que se las pasan inventando cualquier excusa para suavizar lo que van a decir tienen por completo todo mi odio.

— Tú padre está en el estudio terminando de hablar por teléfono con unos clientes.– me responde mientras me mira con cara extraña — Pasa y espérame, que necesito que nos cuentes cuáles son esos acontecimientos, voy a llevar a los niños al salón de juegos para que estén entretenidos.– y se va corriendo detrás de mis hijos jugando a quién llega primero.

Mientras tanto yo me acerco a la puerta del estudio y aunque está abierta, toco dos veces y mi padre me observa entrar.

— Buenas, ¿será que está muy ocupado señor?– saludo a modo de broma mientras rodeo el escritorio para darle un abrazo fuerte.

Mi padre es de esas personas que apenas los ves, sabes que es alguien con quien puedes hablar de cualquier cosa. Sus hermosos ojos verdes demuestran tanta simpatía y amor que provoca verlos siempre. Su cabello es largo, a diferencia de todos los señores que siempre tienen falta de cabello, el de mi papá es un abundante cabello castaño canoso que le llega a su mentón y que no quiere cortar porque dice que ese es su atractivo, cosa que es cierta, realmente es muy atractivo, y sumado a eso su altura y su porte de abogado es algo que no lo hace pasar desapercibido en ningún lugar.

— Para tí nunca estoy ocupado, a menos que vengas a decirme que te acompañe a comprarle ropa a tus hijos. Que por cierto, los escuché pero no vinieron a saludarme esos ingratos.

Las Vueltas Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora