III

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El día de hoy ha sido extremadamente agotador, apartando los momentos emocionales, acabo de terminar de acondicionar las habitaciones de los gemelos con ayuda de mi hermana, a la cual le tocó ir a dormir con Amaia, ya que Diego le dijo muy sinceramente que la quería mucho pero que no la quería en su cuarto. Así es mi hijo, es demasiado independiente, no sé en qué momento se convirtió en ese niño tan maduro, supongo que tendrá que ver con el colegio.

Extraño tanto esos días cuando ellos no querían salir de mi cama... Los padres nunca nos preparamos para ver crecer a nuestros hijos, siempre pensamos que mientras más cerquita de nosotros los tengamos, nunca van a sentir la necesidad de irse, pero que equivocados estamos, los hijos son prestados, nosotros solo estamos para educarlos, amarlos y guiarlos a través de lo que ellos van construyendo como su vida.

Termino de cambiar mi ropa y salgo a darles un vistazo, paso primero por el cuarto de Diego, un cuarto totalmente escogido por él, todo es del espacio; hay estrellas, satélites y planetas en el techo, una de las paredes tiene la tierra dibujada, otra tiene la luna y las otras tienen la galaxia. Su camita está decorada como si fuera un cohete y tiene una biblioteca llena de libros que en su mayoría son referentes al espacio. Desde siempre le ha llamado la atención el tema, pero últimamente se ha enfrascado tanto que dice que estudiará en la NASA porque quiere ir a la luna.

Es increíble lo inteligente que es, solo tiene cuatro años y es todo un genio. Debo darle ese crédito a su papá, que siempre le ha hablado del espacio y lo ha acompañado en ese viaje desde que era un bebé. Siempre le leía cuentos, le narraba historias, cosas que han sucedido en la vida real, le enseñaba las constelaciones, le explicaba lo que significa la luna... Y Diego siempre se sintió feliz al respecto. Así que, aquí está su cuarto, aquí está él, en su espacio, en su mundo y aquí estoy yo, arropandolo y dándole un beso de buenas noches.

Enciendo su lámpara que proyecta estrellas, cierro la puerta y me dirijo al dormitorio de Amaia, como ya sabrán es una niña tan dulce que su cuarto la identifica totalmente. Las paredes tiene tonos pasteles y nubes pintadas en ellas, en el centro del cuarto está su cama, en la que ella duerme muy abrazada a su Titi, con un gran arcoiris detrás. Ciento de peluches que van desde pequeñas mariposas hasta grandes osos. Cuando terminamos de decorarlo, ella literalmente lloró de la emoción, estaba tan extasiada que se quedó parada en la puerta con una cara de asombro y solo caían lágrimas de sus ojitos, lágrimas de pura felicidad. Se movió únicamente para abrazarme y darme las gracias por hacer su sueño realidad.

Nunca imaginé que algo tan simple como la decoración de un cuarto podría hacer tan feliz a una persona, pero pensándolo mejor, el cuarto es la representación de lo que eres, de tu personalidad y si es tal cual lo soñaste, te sientes en completa paz, feliz y en sintonía contigo mismo.

Y juro que nada me hace más feliz que saber que mis hijos son tan felices.
Es una lástima que su padre no esté aquí para ver sus caritas, para besar sus cabecitas, para arroparlos y darle las buenas noches, sé que lo habría deseado.

Cuando estoy terminando de cerrar la puerta del cuarto de Amaia escucho mi teléfono sonar, corro hasta mi cuarto para que quien sea no vaya a colgar. Llego a el y veo el identificador, es Bastian.
Mi corazón siente una punzada y me debato internamente si atender o no, cuando me decido, el teléfono deja de sonar. Supongo que se arrepintió o cayó el buzón de voz.

Coloco el teléfono en la mesa de noche y empiezo a sacar los cojines de decoración de la cama para poder acostarme cómodamente, cuando estoy por meterme debajo de las sábanas empieza a sonar nuevamente el teléfono y sin pensarlo dos veces, atiendo.

— Hola.– respondo con tono seco, aunque por dentro me estoy muriendo de los nervios.

Ivy.– se escucha un suspiro — Pensé que no ibas a atenderme.- comenta.

Las Vueltas Del DestinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora