Esto sería más como un flashback, una porción de la niñez del Fukass, no es muy relevante.
En el siguiente capítulo sigue donde lo dejé.
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—¡QUÉDATE AFUERA! —el hombre que sostenía del cuello al débil pelirrojo gritó, lo arrojó a patio e, ignorando las amables súplicas de la hermosa mujer a su lado, cerró las puertas con llave para que el niño no entrara de vuelta a la casa, el chiquillo debía dormir afuera. ¡¿Pero cómo un niño se duerme en un charco de barro a la intemperie, junto a un descampado y en verano?! Sin poder si quiera pensar por culpa de los mosquitos, el pelirrojo saltó la valla del patio de su casa y se dispuso a vagar por ahí en la musculosa y short que usaba como pijama, los cuales estaban arruinados, cualquiera creería peligroso dejar a un chico de siete años caminar descalzo por una calle oscura a las tres de la mañana pero para los vecinos era normal verlo a él, los adolescentes que generalmente bebían y escuchaban música en la cancha de noche no se molestaban en verlo siquiera, sabían que el pobre no tenía nada que le pudieran robar y si alguien de otra parte de la ciudad pasaba por ahí y de casualidad lo iluminaba él apresuraba el paso. Nadie interrumpía sus paseos nocturnos. Nadie excepto Sora, una solterona con insomnio, de veinte años y un poco más, tenía la bendita costumbre de fumar de noche mientras se daba una vuelta por el descampado a cazar luciérnagas, seguido veía la silueta del de piel blanquecina pero hasta esa noche nunca habían hablado, ninguno sabía mucho del otro.
—Cul debe estar preocupada, niño. Dice que desapareces de noche y una vez hasta pensó en llamar a la policía, ella te ama muchísimo —el pequeño pelirrojo se acercó con algo de curiosidad, hasta ahora jamás vio a su madre romper alguna regla de la casa y una de ellas es que de noche el perro duerme afuera y las personas en la habitación— Cul no es estúpida niño. Ella sabe lo mucho que odias a ese viejo amargado.
—No se meta en mis asuntos vieja.
—¡Que maleducado! ¡Si soy una niña todavía! —el varón la vio de pies a cabeza, no se veía muy mayor, no podía ser llamada vieja, aún— Ahora ven, te voy a prestar la ropa de mi sobrino así puedes dormir en su cama, hace tiempo que volvió a Japón con mi hermana pero decidieron dejar algunas cosas aquí para la próxima que vengan de visita —la fémina abrazó con extrema fuerza al niño y lo encerró en el baño, haciendo caso omiso a sus gritos e insultos— Date una ducha y te daré su ropa —fue su condición, el pelirrojo tampoco tenía muchas opciones así que hizo lo que se le fue ordenado, mientras estaba encerrado la rubia se deshizo de las prendas sucias, eran trapos de tan sucias y gastadas que estaban.
—Señora, ya terminé... —en tan sólo segundos la mujer le ofreció un hermoso pijama con nubes por la puerta entreabierta, para el menor era más que un lujo. Otro lujo era que la mujer se ofreciera a leerle un cuento, el cual aceptó con miedo, estaba recibiendo demasiado sin que la mujer le pidiera nada a cambio. Antes de que Sora se fuera a acostar con un sentimiento de satisfacción en su pecho el pelirrojo preguntó— ¿Qué quiere de mí?
—Que vengas de visita mañana.
—¿Y después?
—Que vengas el día que le sigue —la sonrisa sincera de Sora sólo la había visto cuando era muy pequeño, en una niña que ni siquiera conocía y con quien no intercambió miradas jamás pero que encontraba bonita. Sin nada que objetar se acostó en la cama y se durmió, no tuvo más que cerrar los ojos para dejarse llevar.
Durante varios meses el pelirrojo, Kase, como lo apodó la oji-azul, cumplió su promesa de acudir a ella cuando su padre se enojara con él y lo echara de la casa pero en un helado día de invierno, el pelirrojo de ocho años y la joven mujer de larguísimo cabello rubio se encontraron en un funeral, el menor ocultaba las marcas de abuso doméstico con el cuello de su camisa mientras la amiga de la difunta pelirroja la insultaba en japonés una y otra vez por las decisiones que tomó como irse lejos de su país natal, estudiar en la universidad estatal y, sobre todas las cosas, haber escogido al hombre que bebía whisky caro, como celebrando la partida de la mujer, para ser su esposo y el padre de su hermoso hijo. Kase quería arrojarse al suelo y llorar hasta no tener lágrimas pero antes de ver a su madre "bajar" de la silla le había prometido no llorar nunca más, no quería romper su promesa tan pronto, quizá lo haría en brazos de alguien que lo amara y quisiera estar con él incluso después de algunos... accidentes desafortunados.
Al finalizar el funeral, Sora lo alzó en brazos y lo llevó a que pasara los siguientes días con ella hasta que se sintiera mejor.
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Mía y de Nadie Más <<Flokase>>
FanfictionFlower es una estudiante de 5to año, tiene excelentes notas pero nadie está interesado en ella a excepción de sus amigos y un par de Romeos que quieren aprovecharse de la inteligente del curso... y Fukase, el chico misterioso y callado en el que tod...