CHAPTER 13

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A la mañana siguiente, después de educación física, decidí ir al patio a dar una vuelta, como cuando Miku murió, la gente rodeaba algo y se acumulaba más a cada segundo, me abrí paso para satisfacer mi interminable curiosidad.

Rana... su cuerpo... charco de sangre... sus extramidades... rotas... y desde lo alto, una cabellera pelirroja flameaba con el viento. Sin perder mucho tiempo corrí a lo alto del dormitorio femenino, Fukase daba vueltas como si no esperara ser el principal objetivo de mi ira.

—Hola princesa —saludó dulcemente mientras se acercaba a darme un abrazo. Lo empujé y me dirijí a los zapatos de Rana— ¿Es por lo de la enana?

—Cállate, sabías lo mucho que la quería, ella era la única persona aparte de Piko y Oliver que sabía de lo de mis padres... ¡Ella me ayudó muchísimo y tú sólo la tiras del techo como si fuera nada! —Fukase abrió los ojos cual platos, planeaba tomar lo que hubiera aquí para evitar que pareciera un suicidio como él planeaba. Sin pensar le arrebaté la supuesta nota de suicidio y la rompí en pedacitos.

—Oh, mi bella flor... —con esa sonrisa tan única se me acercó con intenciones de abrazarme una vez más, al estar yo tan cerca del borde no podía empujarlo— podré haber asesinado a cientos de personas quizá, pero a las personas que quieres no les he tocado un pelo. Esto no es obra mía, yo no hago que las muertes parezcan accidentes, soy tan idiota que me dejaría muchas pistas y otras cosas...—susurró en mi oído, el escalofrío que me produjo me hizo temblar en sus brazos, él me liberó del abrazo como si bailáramos en el borde del techo del edificio— La nota que rompiste era la única pista que teníamos para encontrar al verdadero culpable, esa caligrafía no era la de Rana —esta vez, quien tenía los ojos como platos era yo, pensando que ayudaba a que el asesinato fuera más fácil de descubrir, terminé eliminando las pistas que había. Fukase, sin dejar de sonreír, tiró los zapatos lejos de donde la multitud se hallaba, dándole a un alumno que pasaba en la cabeza, la gente rápidamente se acercó al herido y a los zapatos. — Oliver sabe que hacer, tendremos más pistas pronto —dijo, desde nuestra posición en la cima de los dormitorios se podía ver a un rubio con guantes revisar nerviosamente el cadáver y, no muy lejos de él, a un muchacho de cabello blanco vigilar a la multitud. Para cuando uno de los profesores volvió a ver a la alumna muerta ellos ya habían desaparecido.

Al encontrarnos con ellos en la puerta trasera de los dormitorios, Oliver tenía la vista fija en el suelo mientras Piko se limpiaba las manos con el pañuelo que solía llevar en el bolsillo.

—Definitivamente nos debes un gran favor, no quiero tocar un muerto en mi vida —Piko, después de haber limpiado hasta debajo de sus perfectas uñas, tiró el pañuelo a la basura.

—Nada en los bolsillos, su celular estaba roto y no habían heridas aparte de los huesos rotos —Oliver calló un segundo— Lo único raro era que no tenía lengua...

—¡Ah! Eso sí es mi culpa, Una es una pesada cuando quiere algo —Confesó Fukase, intenté no decir nada al respecto.

—Soy una idiota.

—Mi bella flor, no te odies por eso, era la única pista que teníamos y vi que me viste en el techo, obviamente me culparías a mí, por eso... —él, sonriente como siempre, sacó su celular y me enseñó una foto de la nota falsificada— Ya te lo dije, soy muy idiota como para hacer que un asesinato parezca un accidente, me dejo muchas pistas por todos lados —Sin pensarlo demasiado me lancé a sus brazos, Piko sonreía satisfecho de haber conseguido algo para revelar la verdad tras el supuesto suicidio de Rana pero Oliver, en cambio, estaba frustrado de haber sido enviado a toquetear un cadáver sin objetivo alguno. Como la última vez, los policías vinieron a investigar y hacer preguntas, no podían descartar la posibilidad de que la pelirrosa haya sido empujada del techo. Mientras Oliver terminaba de dar su testimonio Fukase preguntaba alrededor por dicha caligrafía y Piko esperaba a mi lado.

—Ojalá Fukase encuentre algo —deseó él— ella merece descansar en paz.

—Es Fukase, de seguro ya descubrió algo y esta en camino para contarnos qu- —unos pasos pesados empezaron a hacer eco en el pasillo, Fukase caminaba tranquilamente con las manos en los bolsillos y su sonrisa burlona.

—Hablando del rey de roma...

—¿Tanto me quieres, cuñado? No pensé que sería adorado por el hermano de mi novia, en especial siendo tú el hermano —se burló el animado pelirrojo— seguro estaban emocionados por averiguar lo que descubrí, pero lamento decirles, he hecho un trato con el culpable y autor de esta nota de suicidio falsa y no puedo revelar su identidad hasta mañana —justo cuando Fukase llegó al suelo, luego de acostarse por la pared frente a nosotros, Oliver salió del abandonado salón con una sonrisa infantil, al sentir la tensión que había en el pasillo su sonrisa se borró, con su único ojo me suplicó una respuesta en silencio.

—Nada —respondí, el rubio suspiró, era preferible que no se enterara la verdad, gracias a su madre acabó dependiendo de una burbuja de inocencia y felicidad para llegar hasta donde estaba, es preferible no reventarla esta vez. Al no tener nada más que hacer allí arriba decidimos ir cada quien a su habitación.

En la noche, tarde, desperté de una pesadilla, el recuerdo del incendio seguramente me atormentaría hasta la muerte. Me acerqué a la ventana entrabierta para ver la luna llena iluminar el gigantesco jardín que rodeaba los edificios que conformaban la escuela y, caminando rápidamente con un bate de metal en la mano. Preocupada por lo que fuera a hacer decidí seguirlo.

Cerca del incinerador, en el pequeño callejón formado por los dos dormitorios se hallaba Fukase con su bate de metal y, frente a él, estaba parado Len Kagamine, las manos en los bolsillos y una sonrisa difícil de describir.

—Bueno, bueno, el asesino del internado más prestigioso de la ciudad se dignó en venir... ojalá Miku, Neru y Rana estuvieran aquí para prescenciar lo que te voy a hacer —el rubio escupió a un lado y se puso en pose de pelea.

—Déjame aclararte que a Rana la mataste tú, yo sólo hice lo que era necesario para hacer feliz a Flower —respondió el pelirrojo revoleando su bate, Len gruñó.

—Una vida es poco comparado a lo que hiciste tú a lo largo de tu vida —me llamó la atención el tema que Len había tocado por lo que me asomé para ver mejor el desarrollo de la escena— el incendio de hace unos cuantos años es un buen ejemplo.

—... —Fukase permaneció en silencio, dejó caer el bate y se arrodilló en el césped— eso... fue un accidente, mi padre, él le tenía rencor al señor Utatane pero tampoco era su intención incendiar su casa —si fuera posible, de seguro mi mandíbula estaría por el suelo, no podía ser ¿son realmente él y Fukase la misma persona? Len, con una expresión que enseñaba el asco que le tenía a Fukase, le dio una patada en el estómago.

—Dijeron que los padres tenían restos de sogas encima, explica eso —exigió.

—Yo... pensé que así podría hacerme con ella, se me ocurrió hacerlo parecer algo intencional para quedar bien ante ella al ayudarla... —Fukase se levantó lentamente para estar a la altura de Len— mi bella flor —lo oí susurrar, las palabras apenas llegaron a mis oídos gracias a la débil brisa que sacudía mi corto cabello, él se abalanzó hacia Kagamine en un intento de golpearlo, sin embargo, sus movimientos fueron lentos y el contrario logró tomarlo por el cuello. Ambos cayeron al piso, Len haciendo presión en el cuello de Fukase mientras que el de blanquecina piel lo golpeaba débilmente en un intento de liberarse. Asustada por el riesgo que corría la vida de Fukase corrí a tomar el bate de metal y lo sacudí en dirección a la cabeza del rubio. Un simple golpe bastó para hacerlo caer sobre mi pareja, muerto.

🔪N/A🔪

Se murió la lenteja, se reveló la causa del incendio de la casa de la waifu y todo en un capítulo de 1386 palabras ¿qué más pueden pedir?

No digan hentai porque eso no lo quiero publicar, al menos no como parte de la historia. Quizá como un capítulo especial :v

Bye bye dear readers♡

Mía y de Nadie Más <<Flokase>>Donde viven las historias. Descúbrelo ahora