Capítulo 14

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Enemigos íntimos: Parte 1.

Observo mi reflejo en el espejo del baño. Los ojos irritados me resaltan en el rostro pálido, los labios me palpitan, hinchados y sensibles. No importa cuánto trate de lavarme y lavarme la cara, antes de siquiera tratar de calmarme, las lagrimas me vuelven a correr por las mejillas. Abro la llave del agua de nuevo y hago un cuenco con las manos, me tallo el rostro tan fuerte que comienza a arder, pero no me detengo. Recargo las manos sobre el lavamos, trato de calmarme la acelerada respiración y reprimir las lagrimas, pero ya es tarde; están saliendo de nuevo.

No estoy segura hace cuánto la casa se quedó en completo silencio. Traté de salir y hacer algo útil, ayudar a mis amigos, lo qué fuera, pero cuando Allison tocó cada puerta del pasillo, buscándome, no pude encontrar mi voz para decirle que estaba aquí, mucho menos las fuerzas para ir hasta la perilla y salir.

Doy la vuelta y camino hasta el escusado, dónde me siento sobre la tapa. Me recargo un poco en el respaldo y trato de tomar una profunda respiración para sentir los pulmones frescos. No funciona. Tengo un nudo enorme en la garganta y después de tanto contacto brusco con mi cara, esta comienza a quemar.

La mirada se me desvía a la ventana. Está abierta y por los bordes puedo ver líquido escurrir. Cierro los ojos con fuerza, obligándome a no pensar en eso, en él, pero el aire fresco me recuerda como hace horas (solo minutos), él se escabullo por ese mismo sitio. Me pongo de pie con rapidez y de un firme y único movimiento, cierro la ventana.

Se me corta la respiración. Estoy segura que un sonido pegajoso debió escucharse, en cambio, el sonido del cristal roto me hace dar un salto. Me miro la mano llena de escarcha vidriosa y la sacudo en un torpe movimiento. El piso se llena de finos trozos de vidrio y de nuevo, las lagrimas me corren como rio por las mejillas. El fresco aire del hueco que queda donde el vidrio de la ventana debería estar me las seca, pero no tardan en ser reemplazadas por unas nuevas.

Camino en reversa sin poder apartar la mirada de lo que hice. Yo. Yo hice eso. Choco contra la pared y con urgencia busco la perilla tras de mí. El corazón me late desbocado y los ojos me duelen por no poder siquiera parpadear. Cuando después de varios intentos logro abrir la puerta, huyo tan rápido como puedo, pero termino chocando con algo demasiado suave para ser una pared.

Automáticamente sé que es Scott. Sin darle tiempo a decir algo, o siquiera a mirarme, me aferro a su torso y hundo la cabeza en su pecho. Sigo llorando, pero esta vez no soy capaz de reprimir los sollozos que me salen del fondo de la garganta. El nudo del pecho se me apacigua un poco cuando me pasa las manos por la espalda y me acaricia el cabello.

—Hey, amor. —Entre toda las extrañas cosas que siento, me encuentro sonriendo un poco por como me llama. Tiene la voz teñida en preocupación y escucho su corazón latir muy rápido—. ¿Qué pasa?

—Es-s que... yo... y-yo... él hizo-o... —trato de decir, pero los sollozos me ahogan las palabras y no encuentro nada coherente que quiera decir por el momento. Aprieto la cabeza contra su pecho con fuerza, pues no quiero que me mire la cara desfigurada por el llanto.

Entro en pánico cuando se agacha, pero no hace más que tomarme por las piernas y alzarme. Le rodeo las caderas y me aferro a su cuello mientras hundo la cabeza en su hombro. Cierro los ojos y no los abro de nuevo, incluso cuando comienza a caminar. Un momento después se detiene e imagino que se sienta sobre una cama, pues terminamos sobre un lugar suave. Extiendo las piernas por detrás y permanecemos en silencio, con el único sonido de mis sollozos y mi nariz mocosa.

you should've know someone natural | scott mccall | natural#2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora