Capítulo 23

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Campo de batalla.

—¿Seguías durmiendo? —pregunta mi mejor amigo tras el teléfono. Seguro indaga porque perdí un par de llamadas suyas antes de llegar a este momento en el que le contesto.

—Sí, yo... ah, tengo que trabajar en un rato.

—¿En un rato? Creí que tu papá cerraría temprano para ir al juego.

—Eso dijo, ¿qué tiene? —replico. Casi enseguida presiono la tecla para silenciar la llamada y tratar de recuperar un poco el aire. Toso un par de veces y dejo residuos de saliva y lagrimas en la manga de mi pijama.

—¿Te has asomado siquiera a la ventana? ¿Estás bien?

No contesto de inmediato. Me pongo de pie y noto lo que trata de decirme: en menos de hora y media es el partido. Para este punto Scott ya está en camino a la escuela, papá está haciendo los cortes finales y mi mejor amigo debe estar apunto de salir de casa. Me salgo de la llamada e ignora los llamados de Stiles a través del teléfono. No tengo llamadas ni mensajes de Scott, ni uno solo. Algo en mi pecho se apachurra.

—Lo siento —interrumpo en medio de uno de sus alaridos—, estaba poniéndome al día, creo que dormí más de lo que creí.

—¿Scott no te llamó para avisarte?

—¿Avisarme qué?

—Jackson estará en el partido y él...

Me desconecto por completo de la conversación. Jackson estaba desaparecido. Scott llevaba semanas sin ir a practicas, así que hoy no iba a jugar. Gerard nos cambio el juego por completo. Allison no nos dirige ni la mirada desde que su mamá se suicido. Vuelvo a tener un ataque de tos. Trato de alejarme de la ventana y estoy apunto de hacerlo y mirar mi suéter, pues sentí algo salir de mi boca (algo más líquido y abundante que la saliva), pero fuera de casa, en la acera del patio, hay un par de figuras que alcanzo a reconocer con claridad, tanta que me aterra.

—Todos estarán ahí, ¿cierto? —vuelvo a interrumpir a Stiles. No me contesta de inmediato y ni siquiera le doy tiempo. Bajo la escalera casi corriendo y antes de darme cuenta estoy fuera de casa, con todo y la vieja pijama manchada.

—Grace, ¿qué te pasa? Les he dado su espacio a ti y a Scott, pero esto ya es demasiado. No he sabido nada de ustedes y creí que al menos estaban juntos en esto, pero me dices que él no te ha hablado sobre esto y...

—Tengo que cortar, te veré en el juego. —No espero por la contestación de Stiles (que seguro es otro reproche), cuelgo en el momento en que miro la escena frente a mí.

—Te dije que ella ya lo sabía. Seguro lo presentía —dice casi en tono de burla el anciano frente a mí. Su sobrino en cambio me mira con esa clásica mirada de furia y desagrado que suele cargar casi siempre que, bueno, existe.

—Creo que la estás sobreestimando —comenta con desgane Derek una vez que mira mi ropa. Su mirada se queda estancada en la manga de mi suéter, esa que iba a mirar antes de captarlos desde mi ventana.

Peter y yo miramos la sucia manga de mi suéter al mismo tiempo. Los ojos me pican de terror y sorpresa, las lagrimas me asoman por las pestañas, pero no quiero llorar frente a estos dos extraños que me miran como si superan exactamente lo qué está pasando, algo que no creyeron que pudieran ser posible.

—Tenías razón entonces... —balbucea Derek como al aire, pero entre toda la incredulidad, su tío sonríe con astucia. Ahora estoy segura que la única perdida en esta situación soy yo.

Escondo la manga de mi pijama y la froto un poco contra el costado de mi suéter para tratar de dispersar la macha del líquido dorado (no un dorado cálido, uno tan frío y duro que casi parece blanco) y brilloso que tosí hace unos minutos. El mismo líquido que me lastimó en la fiesta de Lydia, y el mismo líquido que me ahoga cada noche en mis sueños. Esta es la primera vez que se materializa frente a mí y no podría sentirme más perdida y aterrorizada.

you should've know someone natural | scott mccall | natural#2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora