Capítulo 24

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Plan maestro.

Abro los ojos y me siento tan casual y ligera, como si estuviera recién despertada de una siesta, pero yo sé que ese no es para nada el caso, pues recuerdo a la perfección a Gerard y sus matones llevándome del partido. No recuerdo haber caído desmayada o algo parecido, pero no tengo mucha conciencia sobre lo qué pasó entre ese momento hasta este, donde ahora estoy sentada en perfecta postura sobre un silla acolchada.

Sacudo la cabeza y destenso el cuerpo hasta que mi espalda vuelve a estar encorvada en un ángulo más familiar para mí. Miro a los lados y los matones de Gerard siguen aquí, en una posición de defensa y con el equipo de protección desarreglado, como si alguien les hubiera dado pelea. Y frente a mí está el anciano. Se limpia los nudillos con un trapo blanco, así que noto de poco a poco como se tinta en rojo.

Me toco la cara, pues no sé si me ha lastimado a mí y aún no lo he sentido.

—Es ella misma de nuevo, caballeros, pueden retirarse —ordena Gerard. No entiendo a que se refiere con lo que dice, pero los tipos a mis lados parece que sí. Un poco dudosos salen de la habitación, pero no se oyen más pasos, por lo que supongo que se quedan fuera, como haciendo guardia—. Hola, Grace.

—¿Dónde estoy? —pregunto, aunque tengo nula esperanza de que conteste esa pregunta.

—En mi casa. ¿No lo ves?

No tengo tiempo para extrañarme porque haya sido tan fácil conseguir mi ubicación, miró alrededor y me doy cuenta que reconozco algo del estilo de decoración de la casa de Allison. También noto que no estoy atada a ningún sitio y que incluso las cortinas de la ventana están entreabiertas, revelando que aún es de noche y que, en efecto, estoy en la calle de la casa de Allison. De hecho estoy en alguna habitación del segundo piso.

—¿Así de fácil? —Logro murmurar. Pienso en Scott y en lo loco que debe estar en este momento. Me doy cuenta que no cargo el celular y que en realidad estoy por completo encerrada aquí—. Scott me encontrara —apunto de inmediato.

—Fue lo mismo que dijo tu amigo Stilinski.

Me tenso por completo y me pongo de pie con urgencia, moviendo el sillón y causando un leve sonido chillante.

—¿Stiles está aquí? —Al tiempo que me sale la última silaba de los labios, la puerta se abre bruscamente y por ella se asoman los mismos tipos de hace un momento. Gerard les hace una seña con la mano y ellos cierran la puerta. No están haciendo guardia, ellos están cuidando a Gerard, lo cuidan de...—. ¿Por mí? —Soy capaz de formular. Por un momento olvido a mi amigo, a mi novio e incluso a mi padre. Gerard sonríe y avienta el trapo en sus manos para tomar asiento en el sillón a juego del lado mío. Me hace una seña con la mano, pero no me siento cómoda obedeciendo sus ordenes, así que camino al lado contrario de la habitación y me mantengo en pie, pero eso me hace sentir sumamente expuesta y por un momento me arrepiento.

—Grace, no te hare daño. Tú sabes que Scott y yo tenemos un acuerdo; mientras él haga lo que me prometió, yo no te tocare un solo cabello y te dejare ir con él. Serán felices, juntos, tal como querían —trago saliva y miro mis zapatos. Escuchar todo el egoísmo tras ese frase... no pareciera que habla de Scott, no de mi novio—. Scott no te buscara ni a ti ni a Stilinski, no estando tan ocupado con la muerte de Jakcson.

Algo se hunde en mi estomago. La piel de los brazos se me vuelve de gallina y la garganta me punza. Las piernas me tiemblan y los ojos se me llenan de lagrimas sin derramar. Por mero impulso me meto la mano al bolsillo del pantalón y sacó mis llaves. Scott una vez me pregunto por el llavero de lacrosse colgado en ellas, yo le dije que lo había comprado en primer año, antes de siquiera pensar en hablarle, pero no le dije que era un juego de dos y tampoco le dije quién tenía el otro.

you should've know someone natural | scott mccall | natural#2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora