4 - Oxford

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-: Esta bien, es que... Yo nunca... ya sabes – dijo con las mejillas completamente rojas. Alex abrió los ojos de la sorpresa, se sentía tan bien con ella y la había acariciado tan suave que jamás se imaginaría eso.

-: ¿Nunca con una mujer? - preguntó curiosa.

-: Nunca con nadie -

-: Wow, lo siento. Jamás me lo hubiera imaginado.

-: ¿Qué querías decirme? - preguntó ruborizada intentando cambiar el tema

-: Piper... Yo tampoco – dijo al fin.

Luego de semejante confesión pararon a mirarse con asombro. ¿De verdad estaban por hacer esto así? Ambas sintieron demasiado presión, ninguna de las dos sabía cómo seguir, era cuestión de parar todo o de seguir sus instintos como hasta ahora.

-: ¿Quiéres que paremos? - preguntó Alex algo tímida

-: En realidad... No. ¿Y vos?

-: Tampoco, solo que ahora siento algo de presión – Piper se corrió hacia el costado de Alex y se quedaron mirando fijo. Estaban casi completamente desnudas, solo unas simples bragas las protegían, sin embargo por algunos minutos eso no importó demasiado. La rubia apoyó su mano en la mejilla de Alex y se acercó a besarla mientras ella tenía su brazo izquierdo bordeando su cintura.

-: No quiero que te sientas presionada a nada – dijo Piper completamente roja.

-: No es que no quiera seguir, al contrario... solo me da miedo hacerlo mal.

-: ¿Y si lo hacemos juntas, al mismo tiempo?

Alex solo asintió y volvió a besarla con desespero. El ambiente no había bajado de temperatura, su interior todavía quemaba y sabía que solo la rubia podía apagar ese calor. Empezó a acariciar su cuerpo sin apuro, como si quisiera guardar cada centímetro de su piel para no perderse ni un momento. Piper hacía lo mismo y mientras pasaba la mano por su cintura empezó a bajar aún más acariciando las nalgas de Alex muy despacio, disfrutando de cada tacto. Estaba tan encendida que ni siquiera se dio cuenta cuando su mano empezó a acariciar el vientre bajo de esta y entonces la morena copio el acto. Tenían las bragas puestas y el primer contacto fue así, con tela de por medio, pero con una humedad que ya no podía pasar desapercibida.

Ambas necesitaban más presión pero ninguna se animaba a romper ese límite, se besaban con desespero y solo los gemidos involuntarios eran capaces de separarlas.

Piper que a diferencia de Alex había estado planeando mucho esa noche tomó la seguridad necesaria y metió su mano por adentro para empezar a acariciar a su acompañante muy despacio. La sintió estremecerse y gemir a solo milímetros de su boca y eso fue suficiente para no querer parar.

Al estar de costado la posición favorecía a que pudieran hacerlo al mismo tiempo así que la pelinegra se animó y rompió esa barrera que impedía sentir la intimidad de Piper. Empezó muy despacio, no quería lastimarla en absoluto y solo realizó pequeños movimientos sobre su clítoris copiando casi los mismos que sentía ella sobre el suyo.

La rubia se sintió aún más excitada al sentir los dedos de Alex sobre su vagina y no pude evitar gemir. Ella estaba tocando a Al de la misma forma en que ella misma se masturbaba y por suerte parecía tener éxito.

-: ¿Estas bien? - preguntó la pelinegra

-: Demasiado bien, ¿ y vos?

-: Lo estás haciendo... increíble – dijo casi sin poder hablar al sentir que Piper había aumentado su velocidad.

Tú, la más linda coincidenciaWhere stories live. Discover now