Capítulo 8 - Sin lugar para los débiles

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Piper estaba hablando con Nicky sobre cosas sin mucha importancia, entraron descubriendo el lugar, prestando atención a la cantidad de áreas, pisos, habitaciones y todo lo que podía servirles para ubicarse en su nuevo trabajo.

Habían llegado veinte minutos antes a la sala de reuniones donde fueron citadas y se encontraban apreciando desde los ventanales el patio interno con el que contaba el Hospital. Había mucho espacio verde e incluso juegos para los niños que permanecían internados en pediatría.

-: Me dijeron que el nuevo jefe estaba bueno – dijo Nicky

-: Lástima que no es nuestro tipo – dijo la rubia levantando sus hombros

-: Dicen que es tan sexy que es el tipo de todos y todas – dijo mirando a su amiga mientras movía sus cejas de arriba a bajo

-: Seguramente sean solo cuentos Nicky, eso no existe.

-: Es lo que yo pensé desde el principio... pero parecían bastante convincentes.

-: Pues habrá que verlo para confirmarlo – dijo Piper mirando la hora en su reloj pulsera – por cierto, se que es temprano pero ya debería estar acá

-: Tal vez viene de alguna urgencia Piper, no seas ansiosa – cuando la pelirroja terminó de decir eso escucharon como una montaña de hojas caía sobre el escritorio. Se dieron vuelta ambas casi por inercia y entonces los ojos de la rubia se abrieron como sombrillas en pleno verano. Se quedó inmóvil, parecía que su cerebro había apagado todas las funciones de su cuerpo y solo podía estar allí parada, observando.

Esos ojos verdes con los que soñó tantas noches la habían vuelto a encontrar provocando una gran descarga eléctrica sobre su cuerpo. Quiso salir corriendo, incluso hasta quería negarlo, eso no podía ser posible. "Alex Vause" susurró de tal manera que nadie podría oírla. Vio como su nueva jefa había quedado igual que ella, no hablaba, no se movía y entonces su amiga susurró en su oído:

-: No mentían en absoluto Chapman – sin despejar los ojos de la mujer allí parada frente a ellas.

-: Es ella – susurró Piper con los ojos ya casi rojos de no pestañear. Solo en ese momento Nicky se volteó a mirarla.

-: ¿Es quién Piper? - preguntó sin entender nada

-: Es ella Nicky... es Alex, "mi" Alex – susurró sin dejar de mirarla.

La pelirroja sonrió, ella tampoco podía creerlo, habían hablado del jefe en masculino y realmente eso no se lo esperaba. Pero en cuánto cayó en la realidad de lo duro que era eso para su amiga entendió todo. Alex era realmente hermosa, del tipo de mujer por el que cualquiera perdería la cabeza y por primera vez entendió el comportamiento que había tenido Piper en todo este tiempo.

-: Ahora entiendo todo – susurró para que solo su amiga la escuchara, pero ella seguía sin reaccionar. Se quedó tanto tiempo mirándola, apreciando esos ojos verdes que se aprecian aún a través de sus lentes que pudo haber ocurrido un terremoto y ella jamás lo habría notado. Aunque era obvio que había empezado a sentir un temblor, un temblor que solo experimentó una sola vez en toda su vida y que ahora estaba de vuelta con la misma intensidad.

El ambiente empezó a tensarse, Nicky se dio cuenta de que no era solo Piper la que no podía moverse, observó a Alex intentando leerla y notó que estaba en la misma situación. Volvió a sonreír, sin dudas ese año iba a ser interesante.

La puerta del salón se abrió y el ruido que hizo al cerrarse rompió con la tensión del lugar. Una chica de cabellos rojizos, lacio hasta los hombros, de tes blanca, sonrisa perfecta y un cuerpo que aún se lucía bajo el uniforme ingresó al salón. Lo primero que hizo fue mirar a la rubia y pararse a su lado sin dejar de sonreírle.

Tú, la más linda coincidenciaWhere stories live. Discover now