Piper había terminado de cargar dos jarros de su café especial para guardarlos en su bolso y tras acomodar el último mechón rubio que se había soltado del resto de su pelo torpemente recogido, fue hasta el garaje de su casa para poner el auto en marcha.
Manejó casi por inercia sobre esas calles neoyorquinas que conocía tanto como la palma de su mano y en su mente repasaba una y otra vez todos los hechos que tuvieron lugar el día de su cumpleaños. Empezarlo con Alex, cenar con ella, verla reírse, provocar su risa, rosar sus labios, hacerle el amor, que ella le haga el amor, dormir con ella, volver a hacer el amor, bañarse juntas, caer en la realidad de que no era suya. Tener que verla irse por la puerta con la incertidumbre de no saber que había sido todo eso.
Y después, como si fuera poco, Stella. Una parte de ella se sentía mal por haberla engañado de ese modo pero otra parte, una más racional incluso, sabía perfectamente que estar con Alex no era engañarla y que en todo caso querer negar eso era engañarse a ella misma.
Lo que todavía no podía procesar era el hecho de que Stella las haya visto y no haya provocado un escándalo al respecto, algo no podía cuadrar en esa ecuación tan sencilla en donde todos se enojarían. Su novia había vuelto especialmente para su cumpleaños, la había visto practicarle sexo oral a otra mujer y aún así la había recibido con amor y hasta con un obsequio.
Solo cabían dos explicaciones razonables para ello: Stella estaba tan perdidamente enamorada de ella que podía soportar cualquier cosa o ella ya la había engañado más de una vez y no podía reclamar nada por ello.
De todas formas las dos opciones dejaban de importarle demasiado a la rubia cuando se acordaba del cuerpo de Alex vibrando debajo de ella y sobre todo por ella. La boca abierta de la pelinegra, el cuello estirado hacia atrás y sus jadeos que repetían un "Piper" casi inaudible era lo único en que podía pensar. Repasaba esas imágenes en su cabeza una y otra vez solo para cerciorarse de que había sido real. Aunque en realidad con solo mirarse al espejo y notar esa pequeña marca en su cuello era suficiente para corroborar semejante acto.
Al llegar al hospital primera que todos sus compañeros, (como siempre) fue directo a cambiarse. Salió del vestuario con sus dos termos repletos de café, buscando por cada pasillo encontrarse con esos dos faroles verdes que le quitaban el aliento. Y los encontró, exactamente tres minutos después. Con lo que no contaba nuestra rubia era que Alex estaba abrazando a Silvie, mientras que la castaña lloraba y encontraba el consuelo sobre el hombre derecho de la doctora Vause.
Piper no supo que hacer, solo sintió ese "crack" similar al que suena cuando una copa de vidrio cae al piso y se rompe, solo que esta vez ese sonido venía de su propio interior.
Giró sobre sus talones intentando no ser vista por ninguna de las dos y corrió al ascensor lo más rápido posible. Era hora de volver a la realidad, esa realidad espantosa en la que vive desde la primera vez que vio a Alex caminando de la mano de Silvie.
***
Ese mismo día algunas horas antes:
-: Nicky déjame ir a buscarla, es mi novia – dijo Stella enojada luego de haber bajado de la terraza y reaccionado por fin, diez minutos después del shock.
-: ¿Para qué? ¿Qué cambia que vayas ahora? Intenta calmarte – susurró Nicky mientras intentaba borrar esa imagen de su mente y servía dos vasos de agua helada para ambas.
-: ¿Cómo que para qué Nicky? ¿Tengo que repetirte que es MI novia la que me está engañando allá arriba? - dijo en un tono de voz tan elevado que si no fuera porque Alex alcanzaba el segundo orgasmo producto de la lengua entrenada de la rubia dejándose ir no tan solo en fluidos, sino también en un gemido que provocó casi un tercer orgasmo en Piper, ambas lo hubieran oído.
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Tú, la más linda coincidencia
Fanfic"Yo solía pensar que las coincidencias no existían, hasta que te vi y la sola interacción con tus ojos me hizo dudar hasta de mi propia existencia."