Había muchísima gente y todos parecían vestir igual, por lo que me era muy difícil encontrar a mi mejor amigo. Todos usaban esos chaquetones largos para protegerse del frío y seguramente él también estaba usando uno igual.
No quería arriesgarme a tomar el tren si no lo encontraba antes, no me iría tan lejos sola y menos cuando esto lo estaba haciendo para acompañarlo a él.
Me arrepentí de haber hecho esto como una sorpresa, debí haberle avisado que iba a acompañarlo en esta travesía. Solo quedaban cinco minutos para que llegara el tren y tal vez unos diez más para que éste saliera de la estación.
Intenté llamarlo por celular reiteradas veces, pero él no me contestaba. Seguro no quería despedirse de mí o quizás estaba molesto porque yo no había querido acompañarlo, o mejor dicho, por haberle ocultado que en verdad si iba a ir con él.
—Ten más cuidado—me decía la gente cuando me intentaba abrir paso entre ellas con mi afán de encontrar a mi amigo lo antes posible.
Me estaba poniendo demasiado nerviosa, no quería que él se fuera solo, no cuando yo estaba lista para irme con él. Esta oportunidad prometía ser nuestra gran aventura antes de entrar a la universidad, no iba a quedarme sin vivirla. Decididamente seguí buscándolo, aún me quedaban un par de minutos, no perdía nada al seguir intentándolo. A un par de metros vi la gran escultura de un antiguo personaje de nuestra patria, lo suficiente alta como para poder buscar a Kian.
— ¿Qué crees que estás haciendo?—me volteé para ver que un enorme guardia venia a unos cuantos metros de mí, mas no me detuve, seguí subiendo por la escultura. — ¡Bájese ahora mismo!—me gritó.
Estaba en lo más alto que me permitía la escultura, a unos cuatro metros de altura. Podía ver a toda la gente mirándome, pero ninguna de sus caras me era conocida. Vi como el tren se venía acercando a unos treinta metros de distancia, al mismo tiempo que la jefe de estación daba el aviso por altoparlante. Mientras el mensaje estaba siendo transmitido yo logré ver a mi amigo.
— ¡Kian!—grité, pero no me escuchó. — ¡Kian Denovan, detente!—grité con todas mis fuerzas cuando vi que comenzaba a alejarse.
Lo maldije en mi mente por no haberme escuchado, mas no podía seguir perdiendo más tiempo. No me quedó más remedio que saltar desde aquella altura, tomar mi bolso, zafarme del guardia y correr hacia donde él estaba.
— ¡Kian!—volví a gritarle a solo dos metros de distancia.
Él se volteó y al verme una sonrisa nació en su rostro.
— ¿Qué crees que haces aquí, Nora?—preguntó divertido al acercarse a mí.
—Voy contigo—le sonreí mientras le mostraba mi equipaje.
—No puedo creerlo, debes estar haciéndome una broma—balbuceó antes de tomar mi brazo y tirar de él para estrecharme fuertemente en sus brazos. —Eres la mejor amiga del mundo—me elogió tiernamente.
—Lo sé, lo sé—bromeé. —Subamos al tren antes que nos dejen abajo y todo esto se vaya a la punta del cerro—lo separé de mí.
Él asintió y tomó mi equipaje para que yo no tuviera que cargarlo. Amaba cuando era así de atento conmigo.
Tuvimos que formarnos a las afueras de la puerta de ingreso para que un guardia revisara con unos sensores nuestros equipajes y el otro revisara nuestros boletos e identificaciones. Gemí frustrada cuando me di cuenta que el guardia que estaba revisando los equipajes era el mismo que me había obligado a bajarme de la escultura. Mi mejor amigo curioso por mi reacción me preguntó y yo tuve que contarle la estupidez que había hecho para encontrarlo. Él se rió por un largo rato, se detuvo recién cuando el guardia le pidió su boleto y equipaje.
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Atraída por el peligro.
RomansaYo solía preguntarme porque esas dos personas están juntas y se quieren tanto siendo que son tan distintas. Siempre me decían que ellos no eligieron enamorarse de esa persona, que simplemente sucedió. Yo creía que eso era una estupidez, un barato cu...