Capitulo 9-. No puedo más.

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Las cosas durante el día no mejoraron lo suficiente para sentirme cómoda y tranquila. La verdad andaba muy incómoda con las miradas y molestas actitudes de Eric. Me daba mucha lástima darme cuenta de cómo era él en realidad. Una basura.

Kian estaba notoriamente cansando de mi comportamiento. Se notaba en su tono de voz, en su mirada y gestos lo mucho que le molestaba que yo reaccionara ante cada comentario molesto de Eric. Estuvimos recorriendo gran parte de la casa para buscar un poco de privacidad, pero allí llegaban los demás.

La pelirroja, después de atender a su abuelo, se acercó a mí y me propuso una idea para que me relajara. Un baño caliente.

Ella se encargó de preparármelo, mientras yo iba al cuarto de los muchachos a buscar ropa limpia en mi bolso. Allí estaban todos conversando y me invitaron a unirme, mas yo me negué y seguí con lo que estaba haciendo. La ropa esta fría y un poco húmeda, pero aún así saqué unos jeans oscuros, una remera, un tejido y ropa interior limpia.

—Pero que ropa interior más sexy—se burló James.

—Se llama buen gusto—le seguí yo.

—Después podrías hacer un modelaje—continuó bromeando.

—No a ti—respondí.

Me sentí orgullosa de haber ignorado al cien por ciento a Eric, quien también hablaba por lo bajo. Pero, como yo no estaba pendiente de él, no entendí lo que dijo.

Estaba por entrar al baño, cuando Faye salió de este y chocó conmigo. Nos pedimos disculpas por el pequeño accidente, pero luego ella me indicó que tenía toallas limpias, artículos de aseo, secador de pelo y todo lo que necesitaría en el cuarto de baño. Antes de entrar le di un abrazo y le agradecí por esto.

Un aroma a vainilla inundó mis fosas nasales apenas entré. Miré la tina de baño que estaba al extremo derecho del cuarto y me causó emoción ver que tenía espuma. Hace muchos años que yo no me daba un baño de tina y menos con espuma. Era como volver al pasado.

Dejé mi ropa limpia sobre unas repisas de madera que había y luego me miré al espejo. Tenía un aspecto horrible. Mis ojos estaban hinchados, seguramente por haber llorado tanto últimamente. Mi pelo estaba enredado, opaco y frisado, nada parecido a como solía llevarlo. Mi cuerpo parecida agotado, apenas con fuerzas y estaba segura que ya había perdido un kilo de peso. Además que me veía muy menuda al interior de las prendas de Eric. Me sentía aliviada de poder quitarme aquella ropa, pero a la vez me daba un poco de lástima. Amaba el olor que desprendía su ropa, se me había hecho extrañamente familiar y sería extraño no estar con ellas. Pero, después de todo, necesitaba hacerlo.

Me desvestí, dejé la ropa sucia en el suelo y me metí a la tina. El contacto con la cálida agua fue un placer indescriptible. A medida que el agua iba cubriendo mi cuerpo, mis músculos se iban relajando, al igual que mi mente. Cuando estuvo completamente llena yo me acerqué y corté el agua. Apoyé mi cuello en el borde de la bañera y cerré mis ojos.

El silencio que quedó fue totalmente tranquilizante, apenas se oían unas pequeñas gotas chocar contra el agua. Tal vez faltó música celta, o alguna que fuese relajante, como si fuese una clase de spa. Pero, tampoco podía pedir tanto. Además, estaba cumpliendo su objetivo que era relajarme un poco.

Estuve largos minutos allí, embriagada con el olor a vainilla y con mi cuerpo disfrutando del agua caliente. Me mente parecía estar dando vueltas en cosas sin sentido, como si también se hubiese relajado. Pero, toda esa relajación desapareció cuando al acomodarme vi la ropa de Eric, pues comencé a pensar en él.

Según Kian yo no debía seguir pensando en él, pues me estaba haciendo daño a mi misma y le estaba dando en el gusto. Mi amigo creía que Eric estaba jugando conmigo y que parecía que estuviera escondiendo algo. Pero, de todas formas yo seguía pensando en él e intentaba explicarme por qué tenía esa doble personalidad. Tal vez yo hice algo que a él no le gustó, pero eso me parecía extraño después de haberle salvado la vida. Además, él también había sido muy atento conmigo al salvarme de un disparo en el tren, prestarme su ropa seca, consolarme aquella noche, correr al oírme gritar cuando Faye iba a dispararme, ayudarme a fingir mi desmayo. Él me cuidaba y se preocupaba por mí, pero a la vez intentaba alejarme, como si quisiese que yo lo odiara. Lo estaba logrando.

Atraída por el peligro.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora