Nunca se me había hecho tan difícil mirar a mi amigo a sus ojos, pues jamás tuve miedo de llegar a sentir algo más por él, como me estaba pasando ahora. Tuve que aguantarme las ganas de salir corriendo cuando él se levantó y dio un vacilante paso acercándose a mí.
—Nora—balbuceó.
Emití un leve sonido invitándolo a continuar, ya que yo no era capaz de hablar.
—¿Estás bien? —preguntó.
—Me preguntaste eso hace diez minutos—me arrepentí de haber ocupado un tono cruel con él. —Mi respuesta sigue siendo la misma—por más que quise sonar más dulce, no me salió. Estaba sonando evasiva nuevamente.
—No te lo preguntaría si no sintiera que hay algo que me ocultas—admito que me sorprendió que él también comenzara a usar un tono más fuerte conmigo. —Te conozco muy bien y sé que me estás esquivando por algo—dijo tras unos largos segundos de silencio.
—Ya te dije antes, no te estoy esquivando—le reiteré. —Estoy así por lo que viví anoche, tú también actuarías raro si hubieses estado en mis zapatos—mi respuesta fue sincera, pues lo de nuestra cercanía ocurrió la misma noche que el ataque de aquel hombre, solo que él no lo asimilaría con lo primero.
—Sé que todo es más difícil para ti—lo miré extrañada. —Tú eres mucho más sensible que todos los que estamos acá y esto te esta afectando más que a nadie—agregó acercándose lo suficiente para tocar mi brazo, como si quisiese darme ánimo.
— ¿Me estás diciendo débil?—pregunté a la defensiva, separándome de él.
—No, no quiero decir eso—respondió rápidamente. —¿Por qué estás empeñada en buscar alguna razón por la cual molestarte conmigo?—preguntó.
—No estoy haciendo eso.
—Pues yo lo siento así—acotó él. —¿Sabes qué? ¡Me cansé! —exclamó golpeando la pared que había a su lado. —Cuando quieras hablar: búscame—fue lo último que dijo antes de dar media vuelta e irse.
Apenas él dobló por el pasillo, desapareciendo de mi campo visual, yo apoyé mi espalda en la pared y me dejé caer al suelo. En busca de algún apoyo físico, terminé por abrazarme a mis piernas y recliné mi cabeza. Estaba haciendo todo mal, le estaba causando daño a una de las personas más importantes de mi vida, y todo por mis insignificantes sentimientos. Necesitaba volver a mi casa y recuperar mi vida normal, en la cual no correspondía sentir algo más que amistad por tu mejor amigo, correr tras tipos malos, sentirse atraída por el chico misterioso y nada de lo que he vivido últimamente.
Estaba angustiada y me sentía una basura por dentro, pero ya no tenía lágrimas para derramar. Simplemente estaba allí, presa de mis pensamientos, queriendo que la tierra me tragara e intentando encontrar una manera de solucionar las cosas.
—¿Peleas con el novio?—levanté mi mirada al escuchar la familiar voz de James.
—No empieces—le pedí a la defensiva.
—Tranquila, no he venido a molestarte—sonrió torcidamente. —Solo venía a comprobar con mis propios ojos que sobreviste en el bosque esta noche—estaba por responderle algo de mal gusto cuando me interrumpió: —Admito que superaste todas mis expectativas, lo que te transforma automáticamente en una chica fuerte y respetable para mí—lo miré extraña al principio, pero luego que su mirada me confirmara que no estaba burlándose de mí, sonreí.
—Me encontraste en un mal momento—le dije yo.
—Lo supuse cuando choqué con Kian al venir aquí—guardé silencio, esperando a que él continuara. —Su cara me dejó en claro que algo había pasado entre ustedes—agregó la justificación.
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Atraída por el peligro.
DragosteYo solía preguntarme porque esas dos personas están juntas y se quieren tanto siendo que son tan distintas. Siempre me decían que ellos no eligieron enamorarse de esa persona, que simplemente sucedió. Yo creía que eso era una estupidez, un barato cu...