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—Enzo —susurró la chica al ver que el albino estaba por acostarse en el suelo de la habitación—. Compartamos la cama.

—No —respondió en el mismo tono de susurro—. Tú duerme sola.

—Voy a molestarme contigo.

—Y yo me molestaré más.

—Enzo, vamos, solo es compartir mitad y mitad —insistió, el chico suspiró y no tuvo más remedio que aceptar—.

Se acostó en la cama mientras que la chica se acostaba a su lado. Se sentía en cierto modo incómodo, ¿y si Zoe de la nada pasaba a otro nivel? No era muy probable pero si era posible.

—¿Sebastián y tú son o fueron pareja? —preguntó la castaña—.

—No, que asco —rió por lo bajo—. ¿Por qué?

—Es extraño que el chico más lindo sea homosexual, es muy raro ver a dos personas del mismo sexo siendo pareja —hizo una pausa—. Que pena por ellas, deben saber que lo correcto es ser heterosexual —suspiró—.

—Yo estoy de acuerdo con que existan personas así de diferentes —miró el techo—. Cada quien ama a quien quiere.

—Pero no es muy lógico, a los niños les afecta en su cerebro.

—Pues yo estoy de acuerdo con parejas así.

—Yo no —la chica abrazó al albino mientras se acurrucaba en su cuello—. Descansa, Enzo.

—Dijimos que nada de contacto físico —escuchó un falso ronquido por parte de la castaña—. Bien... no diré nada.

Mentira DeseadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora