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—Y así fue como me enamoré de su madre Neferet —la castaña sonrió mirando a los dos pequeños—.

—¿Mamá te mintió sobre qué era chica? —preguntó la pequeña, Emma—.

—Si, pero aprendí que puedes amar a quien tú quieras —respondió la castaña—. Tu amor debe ser correspondido.

—Me encantaría tener una historia así de inusual —comentó el pequeño, Zack—. Imagina que mi futura pareja haga algo parecido.

—Recuerden que no todos son homosexuales o bisexuales —la albina se acercó a su querida familia con algunas galletas recien hechas por ella—. Y algunas personas son HOMOFÓBICAS —recalcó la palabra mientras miraba a su esposa—.

—Ya supéralo, mi amor —Zoe rió ante aquel comentario; siempre la albina le recordaba acerca de su homofobia—. Al menos me hiciste cambiar.

—Si, ya lo sé —suspiró con una sonrisa—. Lo sé.

Ambas habían superado cualquier problema que se les había presentado en el camino hacia su vida pacífica y feliz.

Tenían dos pequeños hijos; Zack, quien era el mayor y le atraían los niños. Y Emma, la menor que aún no sabía si le gustaba algún género en específico, aunque eso se podía saber después sin apresuración alguna.

Eran una familia feliz y agradable.

Los pequeños no eran molestados por tener dos mamás. Eso y porque todos conocían a Enzo Mirt.

O mejor dicho, a Neferet Harper.

Mentira DeseadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora