serpent stare ━━ sweet pea ✓

x. good news

capítulo diez,
( good news )

  SINTIENDO LA CAMA MOVERSE ABAJO SUYO, LA JOVEN NO PUDO evitar despertarse. Estiró su brazo tratando de abrazar a su novio pero se encontró con la cama vacía a su lado. Abrió sus párpados pero los volvió a cerrar cuando la luz le dio en el rostro, al parecer la noche anterior había olvidado cerrar la persiana. Podía oír movimiento y cuando abrió los ojos una vez más vio a su novio poniéndose su jean en los pies de la cama. Un bostezo escapó entre sus labios mientras se sentaba en la cama y el rostro de Sweet Pea giró. Tenía una pequeña sonrisa nerviosa en su rostro y Dallas frunció su ceño al notar lo apurado que lucía por irse.

—¿Sweets? ¿Ya te vas? ¿Qué hora es?

—Son las siete —dijo sobre un susurro y Dallas notó un temblor en su voz—. Me acaban de llamar del hospital, mi padre despertó.

Fue como si el sueño desapareciera en un abrir y cerrar de ojos y una gran sonrisa apareció en su rostro. Se levantó de la cama y avanzó a zancadas hasta Sweet Pea para abrazarlo por el torso. Aún no se había puesto la remera y su pecho, donde la mejilla de ella se encontraba apoyada, seguía emanando calor. Imitando su sonrisa, él pasó los brazos sobre sus hombros. La diferencia de altura entre ellos hacía los abrazos perfectos y Dallas sentía no cansarse nunca de ellos.

—Eso es genial, Sweets —murmuró contra su pecho antes de alzar la vista para verlo—. Voy contigo. Me cambio y vamos.

Sweet Pea pasó la lengua por sus labios y asintió antes de dejar un beso sobre su frente y separarse de sus brazos. Los nervios carcomían su interior, sentía un cosquilleo en el pecho y un nudo en su estómago. Después de semanas su padre finalmente había despertado, lo que significaba que estaba bien e iba a curarse.

La pareja terminó de cambiarse e higienizarse y salió casi corriendo de la casa. Dallas notaba lo ansioso que su novio se encontraba y de alguna manera la había contagiado. No conocía a su padre y esa sería la primer vez que lo vería, pero eso parecía no importar siempre y cuando estuviera bien, sobre todo por Sweet Pea. Sus ojos brillaban como hace tiempo no lo hacía y su rostro se encontraba iluminado. El moretón que aún adornaba su ojo parecía haberse fundido con su piel, apenas se notaba.

El camino al hospital pasó en un borrón y cuando llegaron se apresuraron a bajar de sus motos y entrar. La mano sudoroza de Sweet Pea se aferró a la de Dallas con fuerza, la joven podía sentir lo nervioso y ansioso que se encontraba por ver a su padre despierto. La guió entre los pasillos hasta la que tenía el número ciento veintisiete y sin esperar el permiso de nadie entró. Había dos camillas pero la primera estaba vacía. El hombre situado en la segunda giró su rostro al oír a los jóvenes entrar y una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro cuando su mirada conectó con la de Sweet Pea. Dallas enseguida notó el parentesco entre ellos, el mismo cabello azabache y la mirada intimidante pero suave.