>Capítulo 1: La nueva alma<

3.9K 229 270
                                    


Trazos simples pero seguros eran aquellos que daba uno de los famosos dibujantes de estos años. El famoso dibujante y co-creador de uno de los personajes más emblemáticos de esos años.

Henry.

Éste no del todo convencido remojo la pluma en el bote de pintura volviendo a trazar el dibujo sobre la hoja gruesa.

— Oye Henry — la voz de su amigo sonó atrás de él —. Los suministros de tinta llegaron debes de ir a por ellos.

— ¿Donde será está vez? — preguntó dejando de lado sus materiales y mirar a su amigo.

— En la misma zona sólo debes de firmar unos papeles en estas cuadras — Joey se acerca con una carpeta entregándoselo seguido de caminar a la salida.

(HENRY)

Estacione el carro afuera del local que nada más verme todos se amontonaron a pedirme fotos y autógrafos.

— Lo haré con mucho gusto nada más déjenme ir por el pedido — mencione con cierta burla causando que todos rieran.

Un señor me pidió que pasara en la parte de atrás para firmar ciertas cosas para después ir hacia el camión en la parte de atrás de la industria.

— ¿De donde les llega tanto producto? — pregunte asombrado al ver los inmensos paquetes llenos de productos.

— Ese es solo un secreto entre trabajadores — me dice con cierto juego causando que me riera.

Reí un poco más cuando siento como algo estira de mi pantalón bajando la mirada encontrándome como una pequeña niña completamente sucia y destrozada jalaba de mi pantalón.

— ¿Ayuda? ¿Puede ayudarme? — la miré asombrado.

— ¿Otra vez tú? — la niña se asusta para después correr todo lo que sus pies descalzos podían bajo el sol —. ¡Largo de aquí! Maldita vagabunda.

La pequeña niña salió corriendo asustada del lugar quedándome más que sorprendido.

— ¿Porque hiciste eso? No nos estaba haciendo nada malo después de todo... — le mencione al empleado del lugar quien estaba mirando la caja.

— Esa niña lleva mucho tiempo pidiéndonos favores antes la ayudábamos las primeras veces pero después se le hizo costumbre — al revisar la caja la sello para cargarla con una grúa en el camión de carga.

— Pobrecita ¿y sus padres? — seguía preguntándole.

— No sabemos de ellos — firma algunas cosas acercándose a mi —. Firme aquí y su pedido está listo.

Tomo la tabla para leer un poco y firmar.

— Espere aquí señor llamaré al conductor del camión de carga — asentí recargándome sobre la pared observando la gran maquinaria recordando la escena de la pobre niña.

Un sentimiento de tristeza me invade saliendo de la zona, sabían que se iban a tardar así que salí en busca de esa niña.

No bastaron tantas calles para encontrarla sentada en una esquina de la calle comiendo unas papas así que comencé a acercarme a ella cuando en eso un grupo de niños claramente mayores  con grandes perros se acercan a ella.

— Danos lo que tengas — me escondo en una esquina observando.

— ¿U-Ustedes? Por favor déjenme no conseguí nada de comida más que esta — suplico con ojos cristalizados.

En cambio los niños enojados la tomaron del pelo tirándola al suelo lo más impactante de todo esto era que pasaban personas y ninguna hacía nada. Más enojado aún salgo de donde estaba en camino hacia aquellos niños.

Una oportunidad para amarla Donde viven las historias. Descúbrelo ahora