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Me había quedado hablando, con Hope y Agnes el resto de la tarde; reviviendo viejos momentos y riendo a carcajadas, cuando menos me di cuenta ya era noche y debía volver a casa.

—Bueno, yo ya me voy, mi mamá debe estar preocupada — tomé mi chamarra y me la puse.

—Es tarde ya, no puedes irte sola grillito — me dijo Agnes.

—Tranquila, estaré bien.

—Para nada, ¡Lincon! — gritó Hope.

—¿Si? — salió el nombrado con una mochila en su hombro.

—Acompaña a Sofía a su casa, queda de camino a la tuya.

—No es necesario Hope en serio — no quería a ese tipo conmigo.

—Seguro, no hay problema — sonrió.

Me despedí una vez más de Hope y Agnes, prometí volver más seguido. Salí y ahí estaba, esperándome el Hope Jr. Caminé y él me siguió, en silencio.
Esto me recordó cuando Della y yo caminábamos a casa después de la escuela y pasábamos aquí por galletas que Agnes preparaba, siempre creíamos que nos las regalaba, pero después nos enteramos que nuestros padres pagaban y no fue nada gratificante ver la cantidad de dinero que pagaban solo porque 2 niñas siempre pasaban por 2 bolsas de galletas cada una.

—¿En qué piensas? — la voz del chico a mi lado me saca de mis pensamientos autodestructivos.

—Solo recordaba cuando mi antigua mejor amiga y yo comprábamos galletas aquí.

—Della, ¿cierto?

—¿Cómo lo sabes?

—Ustedes nunca me vieron pero yo siempre estaba ahí con Hope, sabía exactamente la hora en que 2 traviesas niñas llegarían con Agnes por sus galletas y después salían corriendo y riendo por algo que solo ustedes sabían — habló con una sonrisa y mirando el cielo.

—¿Pasas mucho tiempo con Hope?

—Él me ha cuidado desde que soy niño, es como un padre para mi — comenzó a patear una piedra y miraba al piso.

Nos quedamos callados, faltaban todavía 2 cuadras más para llegar a mi casa y no quería que todo fuera silencio.

—¿Estudias? — pregunté.

—No, lo dejé — se encoge de hombros.

—¿Por qué?

—No me gusta la escuela, soy mejor haciendo otras cosas — soltó una ligera risa y yo sonreí.

—¿Cómo qué?

—Igual que de niña, siempre haciendo preguntas — bromeó.

—Disculpa por ser tan curiosa — reí.

—La curiosidad mató al gato, ten cuidado Sofía — me dice ya un poco más serio.

—¡Sofía! — miro a la calle y es Jayden.

—Hola — lo miro con extrañes.

—Sube al auto — abrió la puerta de su auto.

—Gracias por acompañarme hasta aquí, te veo luego Bercovik — subo al auto y él me dice adiós.

Arranca y por el espejo retrovisor lo veo ahí parado, viendo el auto alejarse y posteriormente cruzar al otro lado de la calle.

—¿Me estas escuchando? — volteo a ver a Jayden.

—Lo siento, ¿qué dijiste?

—¿Quién era él?

—Un amigo.

Enamorada en una pausaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora