Especial I

13K 1.9K 1.5K
                                    

Meses después....

Jongin compró una botella de vino y un pavo pre-cocido, el más pequeño que pudo encontrar en el supermercado. Era su cena para esa navidad. Hacía frío, pero estaba bien abrigado, así que decidió volver a pie hasta su casa. La calle estaba húmeda y había neblina, sus pasos lentos resonaban por la acera vacía. La ciudad era grande, sin embrago, en la soledad de Jongin esa navidad, se sentía inmensa, tan inmensa como el espacio de su corazón que había quedado vacío sin Kyungsoo.

Subió por las escaleras todos los pisos hasta llegar al suyo. Trepó despacio porque sabía que en ese pequeño departamento no lo esperaba nada más que una cama fría, paredes vacías y una ventana que le mostraba una vida que ansiaba vivir, pero que tenía un sin sabor... una carencia...

Tak, tak, tak, sus pasos solitarios sobre el pasillo.

Frente a su puerta un chico abrazado a una maleta, descansaba en el piso. En cuanto lo vio venir se puso en pie, Jongin dejó caer la bolsa que estaba sujetando. No podía creer lo que sus ojos registraban.

—Mi mamá es una chismosa —explicó Kyungsoo con un tono apenado, luego habló muy rápido, casi sin aire—. Su amiga acudió a la graduación de su sobrino en la capital y te vio en esa universidad, resultó que fuiste su profesor y el chico le platicó dónde vivías y ella a mi mamá y mi madre a mí...

Jongin se lanzó hacia él y lo envolvió entre sus brazos, con fuerza. Necesitaba sentirlo, saber que no era una más de sus imaginaciones, porque lo había soñado tantas veces... había fantaseado mucho ese encuentro. Enterró la nariz en el cabello de Kyungsoo y suspiró. Era él, su agradable aroma le reconfortaba su corazón.

—Tenía miedo de que la información fuera errónea, pero decidí intentarlo... aferrarme a la única noticia que tenía de ti.

Jongin levantó el rostro de aquel hombre para observarlo bien. Un nombre rondaba en su mente y hacía a su corazón temer... necesitaba asegurarse.

—¿Cómo está ChanYeol?

—Enfadado conmigo... porque lo he dejado.

Jongin sabía que debía reaccionar, decir algo, pero estaba tan emocionado que su cerebro no se encontraba en su mejor momento. —¿Quieres entrar?

Kyungsoo asintió y Jongin buscó la llave en la bolsa de su pantalón, cuando la puerta cedió, tomó la maleta de Kyungsoo y entró. El chico observó la bolsa del supermercado que había quedado abandonada en medio del pasillo, sonrió pensando que su sacerdote... o lo que quedaba de él, no solía ser tan despistado en el pasado. La tomó antes de entrar.

Con la puerta cerrada tras ellos, Jongin se lanzó a besarlo. Un beso, solo eso bastó para que el gran espacio que sentía en su interior empezara a llenarse y a reverberar con muchas cálidas emociones.

Quería comerse a Kyungsoo, era la mejor palabra para describir el hambre que sentía. La necesidad de consumar el amor sin tener ahora ni el más mínimo sentimiento de culpa, temor o vergüenza.

Sin hacerle daño, lo mordía en los labios y la lengua, se apretaba a aquel chico que cedía gustoso y proponía nuevas caricias. Las manos de Kyungsoo estaban por todo lado, sobre él, y sus propias manos eran un las de un alfarero trabajando su arcilla mientras presionaba y acariciaba cada borde.

Lo cargó de frente y lo llevó hasta la cama donde empezó a desnudarlo. No quería que fuera rápido, por esa vez deseaba tomarse su tiempo, pero la desesperación lo empujaba con fuerza a precipitarse... y los gemidos que Kyungsoo había empezado a regalarle lo apremiaban a empujarse dentro de él sin la mayor ceremonia. Ahora, esos eran los únicos impulsos que debía controlar y sabiéndolo empezó a jadear él también, a gemir con fuerza y sin reserva. Cuando el chico lo escuchaba, parecía excitarse más, y cuando él notó esto, se excitó también; cada movimiento era una provocación dulce que aumentaba en cuestión de segundos...

Kyungsoo se levantó haciendo a Jongin de lado y caminó rápido hasta la sala sin notar que su acompañante corrió tras él y lo abrazó por la espalda justo cuando él se bajaba para buscar el lubricante que guardaba en su bolso. A duras penas tuvo tiempo de sacarlo antes de que Jongin lo cargara y lo devolviera a la habitación. Kyungsoo rio con fuerza y Jongin sonrió.

Una vez lubricado, en esta ocasión de la manera correcta y hecha por dos dedos, uno de Jongin y otro de él mismo, el exsacerdote se hundió en él como encajando las piezas que estaban destinadas a estar juntas desde el momento mismo de su creación, y estaba completo, ambos lo estaban. Se mecieron al ritmo de sus inhibiciones y acabaron hasta sentir a Dios. Juntos, satisfechos.

Jongin salió de ese estrecho y delicioso espacio que era el trasero de Kyungsoo, pero continuó recostado en su pecho, seguía observándolo aún sin creer que aquello en verdad estaba ocurriendo.

—¿Te vas a quedar conmigo? —Inmediatamente se arrepintió de preguntar aquello. ¿Y si respondía que no? ¿Quién podía asegurar algo cuando se trataba de Kyungsoo? Así que de inmediato le cubrió la boca— ¡Olvídalo! No quiero saberlo... no quiero que me digas nada. ¿Lo oíste? Ahora estás aquí, en navidad, eres mi oro, mi mirra y mi incienso... no me falta nada más... No quiero que con tus palabras me devuelvas a los oscuros parajes del apocalipsis de mi vida.

Kyungsoo murmuró algo bajo la palma que cubría su boca, pero era imposible entenderlo.

—Te soltaré si me juras no decir nada.

El chico asintió y en cuanto su boca fue liberada rompió su juramento. —¡Me quedaré!

Jongin lo miró sorprendido. ¡Aleluya!

—No podía seguir fingiendo que todo era perfecto cuando cada vez que dormía con él, soñaba en despertar contigo —explicó Kyungsoo.

—Debí imaginar que un juramento no significaba nada para ti —respondió antes de besarlo —. Kyungsoo... te amo... Amo que estés aquí porque sin ti estaba muerto... Eres mi resurrección.

Kyungsoo sonrió. Jongin podía haber sido descomulgado de la iglesia, pero aún continuaba siendo un sacerdote, parecía que no podía expresarse sin sonar como si estuviera leyendo la biblia, se alegró en secreto de que aún quedaran espacios en el corazón de Jongin que él pudiera pervertir... la próxima vez que gritara por su Dios en un orgasmo le diría: «Mi nombre es Kyungsoo», porque, ¿de qué iba eso de llamar a un tal Jesús mientras eyaculaba en su trasero? Él también podía ser celoso.

—He vuelto a ti, Jongin... para siempre, hasta que muramos y nos vayamos al Infierno...

—Has tardado mucho en volver.

—Lo sé, lo lamento, es solo que... tú también tardaste mucho para llegar a mí...

Amor omnia vincit —declaró Jongin—. El amor todo lo vence.

Fin




RELIGARE II: LuhAngel [Fanfiction EXO- HunHan]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora