Natalia se levantó muy emocionada, hoy era su primer día en la universidad. Bajó las escaleras y fue hacia la cocina.
—Buenos días. —Saludo la pelinegra a su padre, que estaba sentado en la mesa de la cocina leyendo algo en su laptop de último modelo.
El tenía esa obsesión, siempre se compraba lo más nuevo de todo lo que podía. Eso era algo que le molestaba bastante a Natalia, no entendía porque tiraba o dejaba de usar algo que todavía servía. Pero ella ya había desistido, siempre se lo decía pero el cambiaba el tema de conversación o simplemente la trataba de exagerada.
—Hola hermosa ¿descansaste bien? —A pesar de que había ciertas cosas de su padre que a ella le molestaban, tenían una buena relación. No eran los más unidos, pero tampoco lo odiaba ni nada parecido.
—Si. —Respondió simplemente, mientras se sentaba frente a el para comenzar a tomar su desayuno que ya estaba servido. No solía ser muy abundante, solo bebía un café y a veces algunas tostadas.
—Hola mis amores. —Dijo su madre entrando a la cocina. Detrás de ella entraron Santi y Elena, lo hermanos de Natalia, corriendo para tomar el último yogurth que había en la nevera.
—Hola ma, y hola chicos. —La pelinegra saludo irónicamente a sus hermanos, quienes le sacaron la lengua de forma burlona. —¿No van a llegar tarde? —Esta vez le hablo a sus padres. Ellos eran abogados.
En parte eso era responsable de la relación que tenían con sus hijos. Pasaban mucho tiempo trabajando, se iban temprano y volvían tarde.
También hay que decir que gracias a este trabajo tenían la calidad de vida que tenían, que no era para nada mala.
—Justo estaba por contarte eso. —Dijo su padre mirándola con una sonrisa. —Se canceló la reunión que teníamos esta mañana, así que con tu madre decidimos llevarte a la universidad, si tu quieres claro.
—Obvio que quiero, gracias. —Natalia se levantó y en el camino hasta el lavabo, dónde dejó su taza vacia, le dio un beso en la mejilla a su padre.
—Eso es injusto. —Hizo una mueca su hermana menor. —¿Por qué la llevan a ella y nosotros tenemos que ir en metro?
—No sean celosos. —Dijo su madre riendo. —Y dense prisa, llegarán tarde. —Los dos más pequeños de la familia Lacunza tomaron sus mochilas y se despidieron de los otros tres, le desearon suerte a Natalia y se fueron hacia su escuela.
—Bueno, nosotros también deberíamos ir saliendo. —Les recordó su padre tomando su maletín. — Las espero en el coche, no tarden.
Las dos mujeres tomaron sus respectivos bolsos y fueron hasta la puerta.
—Ah, espera debo ir a lavarme los dientes. —Dijo la menor subiendo rápidamente las escaleras hasta el baño de su habitación. —Su madre sonrió con ternura. Su hija estaba creciendo pero seguía manteniendo ciertas manías que tenía de pequeña.
Natalia le prestaba mucha atención a su higiene, no era obsesiva con el tema, pero le parecía muy importante mantenerse limpia.
Natalia subió al coche de su padre, en el cual ya estaba su madre, y partieron hacia la universidad.
—¿Estas nerviosa hija?
—Emm, no, sólo un poco emocionada. —Si, si estaba nerviosa, sobre todo porque ninguno de los pocos amigos que tiene iba a ir a la misma universidad que ella.
Era un chica bastante tímida, le costaba comenzar a hablar con la gente, pero una vez que entraba en confianza era una de las personas más graciosas y simpáticas del mundo. Era un persona muy querible, según sus amigos.
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1 Minuto con 40 Segundos
Teen FictionNatalia Lacunza, una joven de 18 años, se ve obligada a convivir con personas que nunca había visto en su vida para sobrevivir a su realidad 1'40" dura el dolor 1'40" dura la ansiedad 1'40" dura la preocupación 1'40" dura la incertidumbre 1'40" du...