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Capitulo 16

Después de explicarle todo a Joan, quien los esperaba ansioso, comenzaron a idear algún plan para encontrar a María, Miki, Julia y Alba. 

Damion insistía en que cada uno tome cualquier cosa que sirva para golpear, bajar y afrontarse a quien sea que esté haciendo todo esto. Estaba furioso, molesto y angustiado. Incluso sentía algo de temor, bastante por cierto.

Y por más de que se esforzara en ocultar este último sentimiento Natalia lograba reconocerlo a kilómetros de distancia. Porque en el tiempo que llevaban compartiendo juntos lo había conocido lo suficiente como para notarlo, pero sobre todo porque ella se sentía exactamente igual. Y de seguro Carlos también. 

Joan estaba de acuerdo con Damion, y de no ser porque Carlos estaba enfadado con él, también estaría de su lado. Por otro lado estaban Sabela y Natalia que estaban poniendo todo su esfuerzo en hacerles entender que eso no era seguro, que debían planear algo mejor, algo con más lógica. 

Estaban los cinco discutiendo con un tono poco agradable, y Carlos tirándole indirectas al hermano de María y viceversa. Y aunque la pelinegra entendía porque todos estaban así de nerviosos y agresivos, porque incluso ella lo estaba, no podía evitar enfadarse y angustiarse aún más.

Pero lo que si podía evitar era su impulso de darle una hostia a cada uno. Y la forma más sencilla de hacerlo era salir de esa habitación y respirar un poco de aire puro. Por eso en este momento estaba viendo a través de una de las ventanas más cercanas a la biblioteca con un cigarro entre sus labios.  

¿Que iba a hacer? No podía perder a Alba así como así. Tenía que hacer algo al respecto pero no sabía el qué. No sabía nada. Nadie había visto a los que estaban provocando todo esto, pero no parecían ser muy amigables. Tenía miedo de lo que podría llegar a encontrarse, de que le hicieran lo mismo que le habían hecho a Famous. Tanto a ellos como a los que ya habían desaparecido. 

Encima, aunque pueda sonar un poco egoísta, ninguna de de las que eran más cercanas a Natalia estaban aquí para ella. No podía hablar con nadie, no tenía a nadie que le de un abrazo consolador. Se sentía sola e incomprendida. Pero su gente estaba en una situación pero que la suya, no había tiempo para lamentarse por estupideces. 

El sonido de un coche la sacó de sus pensamientos. ¿Un coche? Era negro y grande, parecido al de Damion y María, pero suponía que este era de esos que no tenía asientos. Lo comprobó cuando vio a un chico rizado bajarse de este y abrir la puerta trasera. 

Vio a tres personas más salir de la universidad, otro chico y dos chicas. Una de ellas era cargada por los brazos de él, y este sostenía un pañuelo blanco sobre su boca. 
Natalia frunció el ceño, "¿Por qué le pondría es..? ¡Hostia! ¡¿Era Julia?!" pensaba para si misma intentando verificar si lo que temía era cierto. Desde la altura en la que estaba no lograba ver con demasiada claridad, pero por el cabello de la chica sabía que no era ni María ni Alba. 

También podría ser alguien de ese grupo de gente, pero algo le decía que era su amiga. El chico que la tenía en brazos con la ayuda del de rizos la recostaron dentro de la camioneta negra. Ellos se quedaron hablando sobre algo serio al arecer, se veían preocupados. Y cuando la chica señaló hacia el interior del edificio hicieron silencio. 

Otro hombre salió de la universidad. Sin decir nada se dirigió hacia la camioneta mientras todos lo miraban y entró sentándose en el asiento del copiloto. Se veía ¿Enfadado? ¿Frustrado? ¿Irritable? Si, eso último seguro.

Estaba por darse la vuelta y volver a la biblioteca para avisarle al resto, pero vio una cabellera rubia salir por la puerta, Alba. Un hombre con cabello negro iba detrás de ella y le sostenía las manos en su espalda. La ojimiel estaba con la cabeza echada hacia adelante, como si no tuviera fuerza para levantarla.