Capitulo 15

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—¿Oíste eso? —Preguntó Carlos confundido, asustado y preocupado a la vez. 

—Claro que lo oí. -Sabela lo miró. —¿Vamos? 

Estaban revisando el vestidor de mujeres y, aunque todavía les faltaba ir al de lo hombres, consideraron que los gritos y golpes que escucharon arriba tenían mayor importancia. Al escuchar todos esos sonidos lo primero que se les vino a la mente era que había gente dentro además de ellos. Eso explicaría la desaparición de Alba y Julia.

Aunque rezaban para que su teoría no fuera cierta.  

—Claro. —El castaño respondió al instante, sin siquiera dudarlo. ¿Y si era julia?

Subieron las escaleras con cautela, intentando hacer el menor ruido posible. Caminaban cubriéndose la espalda y antes de doblar en cada esquina se asomaban por si acaso pero no había nadie.

—¡Mira! —Sabela señaló el suelo. —¿Eso no es de María?

—Hostia, si. —Tomó el arete de forma circular que la rubia llevaba siempre puesto. —¿Crees que..? ¿Que le hicieron algo?

—No lo sé. —Se rascó la frente. —Creo que deberíamos subir con el resto.

Mientras ambos caminaban observando hacía todos lados Carlos pensaba en su castaña. ¿Que le podrían haber hecho? ¿Quienes eran? ¿Como habían logrado entrar? ¿Que querían? ¿Serán como Raoul o como la chica que mató a Famous? ¿O serán como ellos? Eran demasiadas posibilidades pero él trataba de convencerse a si mismo que Julia simplemente estaba caminando por ahí, ajena a lo que podría estar ocurriendo.

Además ¿Como le diría a Damion que creían que alguien o algo había hecho que su hermana grite y que unos segundos después escucharon un par de golpes? Era muy probable que no se lo iba a tomar del todo bien y seguramente se desauitaría con Carlos. Él no había sido el responsable de todo esto, pero se sentía un poco culpable. Y también tenía muy claro que el sermón se lo llevaba sí o sí.

Llegaron al quinto piso en un abrir y cerrar de ojos según Sabela y en siglos según Carlos. En medio del pasillo se encontraron a Natalia y a Damion. 

—Tío, ¿Que hacen aquí? —Preguntó la pelinegra apenas los vio.

—¿No oyeron nada? —La gallega respondió con otra pregunta.

—No, ¿Que ocurre? —La expresión del mayor de los hermanos cambio totalmente a una de preocupación absoluta. 

—Nada grave. —Carlos habló impidiendo que Sabela lo haga, quien le miró con el ceño fruncido. —Solo escuchamos a María gritar. En realidad no estamos seguros de que haya sido ella. —Se apresuró a explicar tratando que Damion explote, aunque por la expresión en su rostro no lo logró.

—¿¡Que dices tío!? —Preguntó exaltado. —¿Pero era ella o no? ¡Responde hostias! —Tomó la camisa del castaño, arrugando la tela entre sus manos. 

—Si, se era ella. —Intervino Sabela. —Encontramos esto. —Le mostró el arete de su hermana. 

Damion soltó al castaño y se lo quitó de las manos para observarlo detenidamente.

—Natalia. — La más alta, quien hace un segundo miraba un Punto fijo en el suelo sumida en sus pensamientos, lo miró levantando bruscamente su cabeza. —Tu la conoces bien, ¿Es de ella?

La pelinegra tomó el arete y lo observó detenidamente por unos segundos.

—Si, es suyo.

Damion cogió su cabeza con ambas manos y comenzó a caminar de un lado a otro murmurando cosas que nadie llegó a entender. De repente frenó y volvió a acercarse a ambos castaños.

1 Minuto con 40 SegundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora