—Lo siento Julia, te juro que yo no soy así. —Carlos le había preguntado a la castaña si podían hablar. Y aunque ella no estaba muy segura accedió luego que de Natalia, que estaba detrás del castaño, le hiciera una seña diciéndole que vaya.
—Esta bien, no tienes que explicarme nada. —Ella Intentaba esquivar su mirada a toda costa, estaba muy nerviosa.
Julia mentiría si digiera que Carlos no le parecía extremadamente guapo, y simpático, y gracioso, e interesante, entre muchas otras cosas. Pero se había asustado con la actitud que había tenido el castaño antes.
Habían tenido un par de charlas nocturnas, solos. Los dos la pasaban bien con el otro, tenían ese tipo de relación, si es que se le puede llamar así, en la que nunca hay un silencio incomodo, en la que siempre hay algo de que hablar y la suficiente confianza para hacerlo sobre cualquier cosa.
Eso sumado a las bromas que iban y venían entre ellos constantemente había hecho que se tomaran demasiado cariño para el poco tiempo en el que se conocían.
—Si, tengo que hacerlo. —Carlos tomó sus mano y sonrió cuando por fin ella subió su mirada hasta su ojos. —No suelo beber así, pero la situación me supera. —Suspiró. —Se que no es una excusa, pero.. entiéndeme.
—Prométeme que no sucederá otra vez. —Julia le pidió con una miarada a la que nadie se le podría resistir. Carlos asintió. —No, dilo.
—Te prometo... —Levantó su mano derecha. —...que no volveré a tomar hasta el punto de ponerme borracho. —Julia rió y se lanzó a él para abrazarlo.
—¿Damos un paseo? —La castaña le susurró con su cabeza en el hombro del más alto.
—Ven, te hare un tour por toda la universidad. —Ambos rieron y caminaron hacia la salida, pasando por la sala principal donde estaba Miki, Natalia, Joan y Alba hablando de algo a lo que ello no prestaron atención.
Natalia los siguió con la mirada hasta que desaparecieron por la puerta, giró su cabeza hacia Alba y ambas fruncieron el ceño. Definitivamente tenían que averiguar que se traían esos dos.
Joan y Miki les estaban contando sus hipótesis y la rubia les estaba ayudando a terminar de atar los cabos sueltos. La pelinegra solo observaba, estaba más perdida que un pingüino en Mallorca.
Tampoco estaba haciendo mucho esfuerzo para entender, estaba más concentrada en ver a Alba explicando cosas, se veía tan sexy. Tenía unas ganas de cogerla y..
—..¿Y tu que opinas Natalia? —Miki interrumpió sus pensamientos.
—¿Eh? Ah, si. —La pelinegra no tenía las más mínima idea de lo que estaban hablando. —Si, lo que dijo Alba, eso. —Se puso nerviosa al sentir la mirada burlona de la ojimiel.
Cuando dejo de ser el centro de atención de los dos chicos miró a la rubia, quien la miraba con las cejas alzadas reprimiendo una carcajada. La pelinegra rodó los ojos con una sonrisa algo tímida en su rostro.
Bajó la mirada y vio la caja de cigarros en el bolsillo de los vaqueros que llevaba Alba.
—¿Me dejas uno? —Le susurró. La mayor asintió y le paso la caja con el encendedor. —Voy a salir un segundo. —Dijo llamando la atención de Miki y Joan antes de salir por la puerta.
Alba iba a ir con ella, pero Joan comenzó a hablarle de algo más y tuvo que quedarse con ellos.
Ya estaba oscureciendo y Natalia no quería alejarse demasiado. Estaba caminando por el pasillo cuando vio la puerta de la azotea y decidió ir allí. Al subiir y notó la silueta de alguien. Alfonso.
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1 Minuto con 40 Segundos
Teen FictionNatalia Lacunza, una joven de 18 años, se ve obligada a convivir con personas que nunca había visto en su vida para sobrevivir a su realidad 1'40" dura el dolor 1'40" dura la ansiedad 1'40" dura la preocupación 1'40" dura la incertidumbre 1'40" du...