Capitulo 4

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Natalia se despertó por la mañana al escuchar las voces de algunos que ya estaban levantados, pero seguía con lo ojos cerrados. Se desperezó estirando sus brazos y volvió a acurrucarse. Hasta que escuchó la voz de Alba hablando con alguien más y abrió los ojos de golpe.

Por un momento dudó si lo que recordaba lo había soñado o realmente sucedió, pero para su desgracia, o para su suerte, eso había sido real.

Esos besos, esas caricias, esos suspiros. Todo eso había sido real.

La mayoría seguían durmiendo, solo estaban despiertos Alba, Joan, Carlos y ella, pero los otros tres no lo sabían ya que estaba acostada de lado dándoles la espalda.

Buscó su móvil con la mirada. Cuando se acostó para intentar dormir, antes de que llegara la rubia, lo había dejado en el suelo, detrás de su cabeza. Y allí estaba. Estiró su mano y lo tomo para ver la hora. Eran las 8:14hs.

—Buenos días. —Saludo ya sentada, refregándose los ojos con el dorso de sus manos.

—Buenos días. —Saludaron los dos hombres. Cuando Natalia quitó sus manos de sus ojos vio como Alba estaba saliendo por la puerta.

¿La había cagado? Si, la había cagado. ¿Se arrepentía de lo que había hecho? No del todo. No se arrepentía del beso, o de los besos mejor dicho, pero no quería que Alba estuviese incomoda con ella. Si pudiera volver el tiempo atrás probablemente lo hubiera hecho, pero tampoco le había parecido tan terrible lo que había ocurrido.

Y esperaba que Alba pensara igual que ella.

—Voy al baño. —Natalia les avisó antes de salir por la puerta. Ambos asintieron.

Caminó por el pasillo perdida en sus pensamientos hasta entrar al baño sin notar que había alguien más en uno de los cubículos, Alba.

Cuando la rubia oyó la puerta cerrarse entró en pánico. Pensó que seguramente era Natalia, y lo confirmó cuando la escuchó tararear una canción que no conocía.

La había visto desperezarse en la biblioteca e ir al baño era la excusa menos sospechosa que se le había ocurrido para escapar de allí.

Lo que no había tenido en cuenta era que Natalia estaba obsesionada con la limpieza personal y que era seguro que iría al baño.

Se reprochó a si misma por no acordarse ese detalle.

Había salido de la biblioteca como un perro asustado, no se atrevía a mirarla, no sabría que decirle. No sabía que significaba ese beso para Natalia, ni siquiera sabía que significaba para ella misma.

Decidió ignorarlo, salir como si nada hubiese pasado esa noche. Esa era su forma de afrontar los problemas, huyendo.

—Hola. —La saludo indiferente después de abrir la puerta y fingir sorpresa por verla allí, lavándose la cara. La vio a través del espejo, con los ojos cerrados y los labios entreabiertos y gotas de agua cayendo por su rostro. Mentiría si dijera que no estaba imaginando cosas... inapropiadas.

-¡Hostia!- Natalia se asustó. -No sabía que estabas allí- No mentía.

La rubia reaccionó y le respondió con una risa cortante, pero sin ser ofensiva.

—No te tardes demasiado, creo que Carlos quería hablar con todos. —Le dijo manteniendo su indiferencia sin siquiera mirarla mientras se lavaba las manos. Luego de eso atravesó la puerta sin decir nada más.

Natalia frunció el ceño, confundida. Todo el rastro de la Alba con la que había hablado el día anterior se había esfumado.

Eso la había frustrado un poco, pero tenía sentido, o al menos de eso se quiso convencer.

1 Minuto con 40 SegundosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora