Natalia necesitaba distraerse así que, ya que estaba en una biblioteca, decidió buscar algún libro interesante y leerlo.
Se levantó del sillón en el que estaba sentada y fue hacia el fondo de la habitación, donde estaban las repisas repletas de libros, dejando sola a Sabela.
Comenzó a caminar por el pasillo que se encontraba entre dos repisas. El pasillo era bastante largo, Natalia no las contó pero seguramente habían más de siete repisas a cada lado.
Era un sitio bastante grande, prácticamente se sentía como si entraras a otra habitación. No solo por el gran tamaño sino también porque estaba aislado de la sala principal donde estaban todos los sillones y mesas. Seguramente lo que ocurriera en esta parte no se escucharía allí.
Natalia estaba en una de las dos últimas estanterías, era la sección de novelas. Le gustaba mucho leer ese tipo de libros, podía pasarse horas y horas leyéndolos, simplemente le encantaban.
La pelinegra escuchó una pequeña carcajada y se sobresaltó, pero no emitió ningún sonido.
Era Alba.
No supo bien que hacer, pero finalmente optó por acercarse a ella.
La rubia estaba tan concentrada leyendo que ni se había percatado de su parecencia. —Hey. —Intentó no decirlo tan fuerte, no quería asustarla. Pero al parecer no logró su objetivo ya que esta se sobresalto y giró su cabeza de golpe. —Lo siento, no quise asustarte. —Se disculpó
—Que va, no me asustaste. —Alba volvió su mirada al libro que estaba leyendo. Natalia arqueó las cejas con una sonrisa divertida ya que era obvio que estaba mintiendo. —Ven, siéntate. —Toco el suelo alfombrado al lado de ella.
—¿Que lees? —Natalia le preguntó sentándose.
—Un libro. —Le respondió con una mirada juguetona.
—Que graciosilla eres. —Natalia fingió una risa. —Ja ja ja. —Ambas terminaron riendo, pero esta vez en serio.
—Eres una idiota. —Dijo la mayor entre risas.
—¡Oye! —Natalia le golpeo el hombro suavemente y siguieron riendo aún más.
"Al final nos vamos a hacer amigas y todo" pensó la pelinegra mientras la observaba reírse. Tenía una sonrisa muy linda, lástima que no la mostraba muy a menudo, o al menos no a ella.
—¿Pudiste encontrar tu bolso? —Preguntó Alba dejando el libro a su otro costado, después de haber marcado la última hoja que leyó.
—No. —Alba podía notar la preocupación a kilómetros. —Lo busqué por todos lados pero no lo pude encontrar.
—Es muy importante para ti ¿Cierto?
—Pues si. —Le respondió mirando hacía la pared que tenía en frente donde había algunos cuadros colgados. —Me encantaría poder pintar así. —Cambió de tema intentando disimular. Obviamente la rubia lo notó, pero decidió seguirle la corriente y no decirle nada.
—Ya ves, sería grandioso. Yo se pintar, pero no así claro. —Natalia la miró sorprendida.
—¿Sabes pintar? —Preguntó entusiasmada girándose para quedar frente a ella, mirando su perfil.
—Pues si, te lo acabo de decir. —Ambas rieron y Natalia rodó los ojos. —En realidad cuando era más pequeña hice un curso de dibujo, luego seguí por mí propia cuenta.
—¿Me muestras algo tuyo? —Le pidió haciendo un puchero con sus labios. "Con esa cara podría convencer a cualquiera" Pensó Alba.
—Si, claro- Le respondió con una sonrisa. Natalia brincó de la emoción. —Pero tenemos un problema, no tengo ninguno de mis dibujos aquí. —Alba río al volver a ver el puchero en la cara de Natalia. —Ya, siéntate. —La pelinegra le obedeció.
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1 Minuto con 40 Segundos
Teen FictionNatalia Lacunza, una joven de 18 años, se ve obligada a convivir con personas que nunca había visto en su vida para sobrevivir a su realidad 1'40" dura el dolor 1'40" dura la ansiedad 1'40" dura la preocupación 1'40" dura la incertidumbre 1'40" du...