Natalia no podía más con los nervios que sentía en este momento, y lo peor era que todavía faltaba una hora para su encuentro.
Estaba saliendo del baño cuando se cruzó con María. Traía en sus manos dos cervezas que se veían bastantes frías. Justo como le gustaban a ella, no era una gran fan de la cerveza, de hecho si estaba caliente o a temperatura ambiental le parecía la bebida más asquerosa jamas creada por el ser humano.
—¿Vas a dejar que me las beba yo sola? —Levantó ambos envases enseñándoselos con una sonrisa algo.. ¿Juguetona?
—Pero por favor, yo jamas haría eso. —Se hizo la ofendida tomando una cerveza. María soltó una carcajada. —Acompáñame, estaba yendo hacia.. —Se calló antes de revelar su destino. —..allí.
Hasta ahora la única que sabía que ella solía ir a la sala de música, e incluso que existía, era Alba. Y esperaba que eso siguiera así. Por alguna razón no le incomodaba que la ojimiel lo sepa y ni siquiera creía en la posibilidad de que se lo haya contado a alguien, confiaba en ella.
[...]
Definitivamente lo último que se esperaba Alba era que Natalia la invite a una cita... ¿Era una cita?
Faltaban tan solo dos minutos para las 20hs y ella estaba caminando lentamente por el pasillo hacia el salón de música, donde se suponía que la pelinegra la estaría esperando.
Se sentía demasiado nerviosa, incluso más que antes de subirse al coche esa misma mañana.
Y usualmente detestaba esa sensación, la hacía sentir insegura. Pero esta vez no, enrealidad se podría decir que más que nerviosa estaba emocionada.. o asustada. Pero un miedo bonito, uno emocionante.
Intentaba hacer todo lo posible para retrasar el momento. ¿Quería ir? Obvio que si, pero estaba asustada por lo que Natalia podría decirle.. o cantarle.
Notó la mirada de la pelinegra sobre ella toda la tarde, no se le daba muy bien eso de disimular. Al principio pensaba que lo hacía porque estaba preocupada por ella o algo así, pero luego se percató de que entre mirada y mirada escribía algo en su libreta, y si a eso le sumamos su sonrisa permanente era fácil deducir que estaba haciendo.
De todas formas pretendió no haber notado ese pequeño detalle para no interrumpir su momento de inspiración. Se sentía extraña, nunca había sido la inspiración de nadie.
Caminaba cada vez más lento perdida en su mente. No lo hacía a posta, de hacho casi ni lo había notado.
No quería crear ninguna expectativa, ni con la invitación, ni con la posible canción, ni con Natalia en general. Y por ahora llevaba muy bien esa tarea.
En parte era por eso que estaba algo aterrada, ¿Y si se ilusionaba con algo que no existía?
De repente unas risas la sacaron de sus pensamientos. Estaba ya a unos metros del salón, frente a la puerta. Pero las risas venían de fuera. Si no se equivocaba esas eran las voces de Natalia y María.
Se quedó unos segundos en el lugar, las risas habían desaparecido y estaba esperando algún otro sonido, el cual nunca llegó. Pensó en darse la vuelta y volver, pero no se pudo resistir. Avanzó unos pasos más intentando hacer el menor ruido posible, y al parecer lo logró.
Natalia y María estaban sentadas en el primer escalón de las escaleras, sus labios bailando una coreografía que no era para nada del gusto de Alba. La rubia tenía una mano en el cuello de la pelinegra y la otra acariciando su pierna. Ambas totalmente ajenas a su presencia.
Tensó su mandíbula cuando notó como la lengua de la más alta ingresaba con agilidad dentro de la boca de la mayor y sus labios jugaban entre si. Observó un par de botellas de cerveza vacía entre ellas. ¿Dónde las habían conseguido?
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1 Minuto con 40 Segundos
Teen FictionNatalia Lacunza, una joven de 18 años, se ve obligada a convivir con personas que nunca había visto en su vida para sobrevivir a su realidad 1'40" dura el dolor 1'40" dura la ansiedad 1'40" dura la preocupación 1'40" dura la incertidumbre 1'40" du...