Capítulo 23

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Me tiro sobre el suelo completamente exhausta y sudorosa, seguida de Axel, que se coloca a mi lado; habíamos estado entrenando todo el día. Después de tanta actividad física había terminado bajando un poco de peso y mi cuerpo se había puesto más firme.

—Ya no puedo seguir, siento que me he acabado con todos mis músculos y un pulmón —me quejo entre jadeos y el ríe. Giro mi rostro hacia él y veo su bonita cara de perfil, cual nota mi mirada también se gira para verme—. ¿Por qué nunca te enojaste conmigo o me culpaste como los de la comunidad? Jamás me has recriminado nada —el esboza una pequeña sonrisa y vuelve su vista al cielo.

—Todos sabíamos que el día en que los Oscuros volvieran llegaría, pero esperaban que no fuese mientras ellos estuvieran vivos, entrenan y estudian toda su vida para un momento que desean que nunca suceda, el menos no a ellos. Mientras no fuese en su época no tienen problema, seguirán entrenando y enseñarán a sus hijos y a los hijos de sus hijos, todo los que les importa son ellos mismos —cierra los ojos y suelta un pequeño suspiro—. A decir verdad no te odia, solo les es difícil aceptar la situación.

—Han pasado casi tres meses —alego.

—Serán buenos luchando pero no asimilando —bromea y yo bufo—. ¿Lista para otra ronda? —se levanta y me tiene una mano.

—Seguro —acepto su ayuda y de un tirón demasiado fuerte me levanta del suelo y choco contra su cuerpo, sus labios tocan por accidente mi frente y me sonrojo, coloco mis manos en su pecho para estabilizarme y apartarme, pero cuando mi cuerpo deja de estar en contacto con el suyo me atrae de nuevo y tomando entre sus manos mi rostro, une nuestros labios y cuando permito que el casto beso suceda, deseo que Zeus me lance un rayo desde el cielo para saber si estoy soñando.

—Entonces a entrenar —susurra una vez que nos hemos separado, se aleja de mí y toma una de las armas de cuerpo a cuerpo, sigo su acción mientras intento reponerme de aquel beso y me pongo en guardia.

   Camino por los pasillos del bunker en busca de la salida, hoy quede de ir a ver a mamá, llevaba tiempo sin verla y ella exigía comprobar que seguía en una sola pieza por sí misma. Salí por la puerta sola, no había logrado encontrar a Axel y no tenía su número de móvil, pues nunca lo había necesitado hasta ahora, tampoco había encontrado a nadie más para avisar que saldría, este buker seguía siendo más grande de lo que creía, aún hay habitaciones cuya existencia desconozco, así que opté por dejar unas cuantas notas en los lugares más visitados de la instalación, como el bonito jardín y la sala de entrenamiento. Una vez a lado de la carretera me encontré con la parte más difícil del viaje hasta mi casa; por aquí no pasaban autobuses, así que tendría que caminar alrededor de tres a cinco kilómetros para llegar a la parada más cercana. Me coloqué los audífonos, reproduje Hotel California y emprendí mi camino.

   Baje del autobús, retirandome los audífonos y guardandolos en el bolsillo delantero de mis pantalones, ahora solo debía caminar un par de cuadras y tomar el autobús que pasa cerca de casa. Recorrí la primera cuadra notando la falta de personas en las calles, algo normal en días de parada laboral, me detuve en la acera de la parada para esperar el transporte cuando un escalofrío asciende por mi columna y se pierde en mi nuca, entonces un grito me hace girar inmediatamente la cabeza y corro recorriendo el mismo camino, dobló en la esquina tras llegar al final de la primera cuadra y me detengo al ver la escena frente a mis ojos; la calle está desierta, unas cuantas bolsas de compras esparcidas por el suelo, frutas y verduras se encuentran regadas fuera de ellas y una mujer se arrastra de espaldas por el asfalto, intentando alejarse de aquel horrible ser que no me ha dejado respirar tranquila los últimos meses. Veo como la mujer queda completamente tendida sobre el suelo después de perder la conciencia y levanto un escudo para ella cuando veo que el Oscuro se dispone a atacar. Lanzo con fuerza una pequeña una esfera dorada que lo hace retroceder lejos del cuerpo laxo en el asfalto, se mueve rápidamente hacia un lado, reposicionandose y comienzo a lanzar más esferas de luz con toda la precisión que tengo, apenas y logro atinarle con un par, las suficientes para dejarlo fuera de combate momentáneamente, proyecto un gran circulo lleno de símbolos extraños frente a mis manos y con toda la fuerza que tengo lanzo un rayo que genera una onda expansiva, la luz atraviesa a la figura frente a mí al mismo tiempo que salgo volando en dirección opuesta rodando por la acera, veo al Oscuro tambalear en el aire, prolifera un grito horripilante que suena como una amenaza y desaparece frente a mis ojos dejando cenizas negras tras de sí. Completamente exhausta me levanto del suelo y me acerco a la mujer que aún se encuentra inconsciente, tras verificar que se encuentra bien, recojo sus cosas y las guardo en las bolsas plásticas, las coloco cerca de ella y me arreglo un poco la ropa, limpiandome la suciedad, me hinco a su lado y comienzo a sacudirla con cuidado.

—Disculpe, ¿se encuentra bien? —no recibo respuesta y esta vez la tomo por los hombros y la sacudo con un poco más de fuerza—. ¿Puede oírme? —suelta una queja y veo como sus ojos se mueven bajo sus párpados, pronto los abre y tras adaptarse a la luz del exterior me mira con el ceño fruncido. 

—¿Qué ha pasado? —cuestiona mientras la ayudo a ponerse de pie.

—Se ha desmayado, por suerte venía cruzando la calle cuando la vi desplomarse —miento—. ¿Se encuentra bien? ¿No se hizo daño en ningún lado? —se repasa a sí misma con la vista y asiente.

—Creo que estoy bien —la veo inclinarse para tomar las bolsas, pero yo me muevo más rápido y las tomo por ella.

—No se preocupe, puedo ayudarla, es mejor que no haga esfuerzos —me mira a los ojos y me sonríe.

—Gracias, mi coche está ahí —apunta a una camioneta blanca aparcada a unos metros de donde nos encontrábamos, camino detrás de ella y una vez que le quita el seguro con alarma, abre la cajuela y comienzo a meter las bolsas en ella. La cierro y me giro para verla—. Te lo agradezco mucho —su sonrisa no llega a sus ojos, se le ve claramente preocupada por su condición y yo no puedo evitar sentirme culpable.

—No hay de qué, espero se recupere pronto y cuídese mucho —le dedico una sonrisa a la que ella responde con un asentimiento de cabeza, la veo subirse a su coche y marcharse en él mientras una ola de terror y pánico me golpea con fuerza, pues el hecho de que un Oscuro se haya presentado frente a otra persona que no sea yo solo significaba una cosa; ahora eran más fuertes.


LOST (Borrador)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora