Me desperté a media noche, el corazón golpeaba fuertemente contra mi caja torácica, respiraba con dificultad y el sudor se deslizaba por mi piel hasta desaparecer sobre el cobertor de mi cama. Los restos de la pesadilla que me visitó en mis sueños esta noche seguían rondando en mi cabeza, había soñado con ellos; los Oscuros y fue aterrador. No lograba recordar en qué momento me quede dormida, observé mi habitación apenas lograba distinguir los objetos dentro de ella, miré mi pequeño escritorio, el armario, la estantería repleta de libros y algo captó mi atención, dos pequeñas esferas blancas y relucientes se encontraban al otro lado de la habitación... flotando, el aire se atascó en mi garganta; a la mitad de su camino. Me levanté de un salto de mi cama y corrí hacia el interruptor de la luz a lado de la puerta de mi habitación sin quitar mis ojos de aquellas esferas, lo presione y el aire comenzó a entrar a mis pulmones con violencia cuando la habitación no logró iluminarse. Entonces, aquellas esferas se giraron lentamente hacia mí y después, justo cuando la luz artificial de las bombillas en el techo bañó todo el lugar, se esfumaron, pero las cenizas negras que se consumieron antes de llegar al suelo no me pasaron desapercibidas y pude sentir como el principio de una nueva crisis nerviosa me abordaba una vez más.
Llegué al colegio medio muerta, no había podido dormir en toda la noche, no quería hacerlo, el miedo se volvió mi compañero de cama y me abrazó durante horas hasta que el sol salió, dándome una confianza sin fundamento, pues los Oscuros también habían aparecido frente a mí en pleno día.
—No te ves bien —el ceño fruncido de Nancy fue lo primero que miré al entrar en el aula de clases—. ¿Te encuentras bien? —observé la preocupación que sus ojos revelaban y asentí en silencio mientras me sentaba a su lado, si hablaba me tachaban de loca—. ¿Estás segura Emma? Porque parece que aún no te recuperas de... —noté la duda titilando entre sus pupilas y no es para menos, ni siquiera yo sé lo que paso ese día exactamente— lo que sea que te sucedió ayer —concluyó.
—Anoche no dormí muy bien —contesté casi en un susurro, mi voz estaba ronca por alguna extraña razón, pero a estas alturas de la situación poco me importaba comparado con... ellos.
—¿Un mal sueño? —«ojalá fuese eso».
—Algo así —divagué, observé por el rabillo del ojo como Nancy separaba ligeramente sus labios en un intento por seguir con la conversación, pero por suerte el profesor entró en el salón exigiendo silencio, era el señor Simons.
—Su profesora de cálculo no vendrá hoy, por lo que decidí adelantar la clase de hoy —rápidamente un cuchicheo silencioso se originó desde la parte trasera de la habitación mientras el señor Simons se acercaba a la mesa y depositaba su maletín de cuero sintético de color marrón sobre ella—. Silencio —el ruido cesó por completo y el profesor se acercó al pizarrón, lo observé escribir con plumón negro y grandes letras el tema de hoy, jadeé cuando un temblor se instaló en mis extremidades al leer la única palabra en el gran pizarrón blanco; Oscuros. En otras circunstancias me hubiese encantado continuar con el mismo tema de ayer, pero ahora mismo esto era lo que menos necesitaba. Medité un momento si era buena idea irme de la clase con la excusa de no sentirme bien, en fin; ya lucía como una hoja de papel con manchas oscuras en lugar de ojos. Me sujete por los codos para evitar que mis brazos temblaran y al final decidí quedarme, tenía que saber más acerca de ellos.—Bien jóvenes, es todo por hoy —el ajetreo no tardó en llegar, todos guardaron sus cosas y salieron huyendo por la puerta en busca de una libertar que ahora me parecía banal. Esperé a que todos salieran, Nancy se quedó a mí lado y sentí su mirada fija en mí, pero en cambio, la mía estaba fija sobre el hombre frente a mí, aquel que se encontraba guardando sus cosas dentro de un maletín de cuero marrón, aquel que quizá pudiese ayudarme.
—¿Emma? —Nancy intentó llamar mi atención, mi actitud la estaba preocupando, voltee a verla y le dedique la mejor sonrisa que pude.
—Adelantate —ella me miró durante un momento con el ceño fruncido, se levantó y camino hasta la puerta—. Ey, ricitos —Nancy se giró y me miró con una ceja levantada, dedicándome su dura mirada de "¿qué acabas de decir, escoria?"—. Compra una rebanada de pastel de chocolate para mí en la cafetería, por favor ¿Sí?, necesito azúcar —hice un puchero con los labios y Nancy relajó su expresión.
—Está bien, oompa loompa —me dedicó una sonrisa divertida la cual correspondí sintiéndome un poco mejor por tenerla a mi lado, esa es una de las grandes ventajas de los amigos; son como un bálsamo para los corazones heridos, rotos... o aterrorizados. Claro que también hay desventajas, como el no poder dar un paso sin sandalia porque te lo echan en cara para toda la vida, Sam aún me reprocha haber dejado sin cabeza a su Barbie favorita a los cuatro años, esa con grandes alas moradas, ¿pero qué podía hacer? Aquella muñeca me pedía a gritos su destrucción.
—Señor Simons —él levantó la mirada ante el llamado y me observó caminar hasta el escritorio—. ¿Cree que me pueda hablar más sobre los Oscuros? —elevó las cejas sorprendido.
—Vaya, creo que hay una entusiasta en la clase —sonrió feliz al mismo tiempo que colocaba la palma de su mano contra la mesa y se llevaba la otra a la cintura en una pose un tanto femenina.
—En realidad profesor... —el aire se atoró en mi garganta cuando abrí la boca para continuar, el miedo me embistió nuevamente y cerré los ojos tomando valor junto a una inhalación—. Creo que estoy en problemas —abrí mis ojos, su sonrisa se había desvanecido, se había puesto un poco pálido y lucia diez años mayor.
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LOST (Borrador)
FantastikSinopsis. Los Oscuros habían dominado este planeta desde hace muchos años, infundiendo miedo en los corazones de la gente, creando estragos en las calles... y robando almas de inocentes. Afortunadamente, han pasado bastantes años desde aquella época...