Fui obligada por mis amigos a ir a la enfermería, pues me había puesto tan blanca como un papel justo cuando salí de la cafetería, ahora estaba acostada y descansando sobre una de las camillas que ahí había.
—El color aún no vuelve —la enfermera me miró detenidamente. Ya llevaba alrededor de tres horas en aquella habitación y mi color natural parecía no querer volver a mi piel—. Quizá deberías irte a casa —miré como se giró, se sentó en su escritorio y comenzó a escribir algo en una hoja.
La observé, era una mujer de cabello castaño atado en una coleta alta, piel bronceada, ojos café claro y no parecía pasar de los treinta y cinco años. Ella se levantó, se acercó a mí con el papel en la mano y me lo extendió.
—Aquí tienes —sostuve el papel; era un justificante para las clases que me faltaba por tomar hoy—. Déjaselo al presidente de tu clase y podrás irte —asentí y en silencio retire la manta que me cubría, me incorporé y me puse mis zapatillas deportivas.
—Gracias —miré a la enfermera y ella me sonrió.
—No hay de qué —caminé hasta la puerta de la habitación y Salí.Subí al autobús cuando este llegó, tomé un asiento al lado de la ventanilla y recargue mi cabeza contra el cristal, me sentía cansada y con sueño, pero tenía que evitar quedarme dormida o terminaría al otro lado de la ciudad. Mi casa, para mi mala suerte, estaba bastante lejos de la escuela —unos veinte minutos en coche y al menos cincuenta minutos andando— y el autobús tardaba quince minutos más que un coche normal, pero al menos o terminaba con los pies adoloridos. Observé a través de la ventana como un trozo de asfalto desaparecía y otro lo sustituía rápidamente, mala idea; aquello me estaba provocando más sueño.
—¿Se encuentra bien? —giré mi rostro y me encontré con una mujer un poco mayor sentada a mi lado, lancé una mirada a mi alrededor con disimulo; había muchos asientos vacíos y ella se había sentado justo a mi lado.
—Sí —la conversación acabo ahí, así que giré mi rostro de nuevo hacia la ventana y esta vez observé el cielo; era de un hermoso color azul y estaba decorado con algunas esponjosas nubes blancas. Mi cuerpo se inclinó ligeramente hacia el frente y después hacia atrás cuando el autobús se detuvo frente a un semáforo en rojo.
—Estás muy pálida.
Miré de nuevo a la anciana y abrí mi boca para contestarle algo, pero cualquier cosa que fuese a decirle se escapó de mi mente y esta se llenó completamente de la figura negra que me miraba fijamente desde el exterior, trague con dificultad y miré a mi alrededor, buscando a alguna otra persona —además de mí— que estuviese viendo aquella figura, pero nadie parecía darse cuenta de ella.Llegué a casa al borde de una crisis nerviosa, mis manos temblaban, me faltaba el aire, mis oídos zumbaban, podía escuchar los latidos de mi corazón de forma ensordecedora y la sangre bajo mi piel ardía como el fuego en su punto más alto.
—Estoy bien, respira, respira —me abracé a mí misma; estaba en el piso, con la espalda contra la puerta de entrada y la cabeza gacha. Me sentía como una completa loca—. Estoy bien, estaré bien.
Después de un rato vuelvo a la normalidad y me levantó del suelo, subo los peldaños de las escaleras uno a uno con lentitud, arrastro mi cuerpo dentro de mi habitación y por un momento, sólo por un momento, quiero dejarme romper, pero no lo hago, en cambio, considero seriamente la idea de ir a un psicólogo. Cuando lanzo mi mochila a la cama esta rebota, se abre, uno de mis cuadernos sale volando y ambos caen al suelo produciendo un sonido sordo, suspiro y me acerco a ellos para recogerlos, cuando me acuclillo para tomarlos observo la página en la que el cuaderno se abrió; eran las notas de la clase de hoy del señor Simons. Tomo la mochila y la pongo sobre la cama sin erguirme, después tomo mi cuaderno y me reincorporo, me siento sobre mi cama con el entre mis manos y leo los únicos tres puntos clave que anoté en su clase:«Los Oscuros fueron nombrados así debido a que usan cualquier tipo, forma o clase de oscuridad como arma de ataque.»
«Los Oscuros se distinguen por su color característico; el negro y no se sabe, con seguridad, otro detalle sobre su apariencia debido a que las historias sobre ellos se han ido modificando con el paso del tiempo.»
«Los Oscuros son seres crueles, sin compasión o algún otro tipo de sentimiento, se guían sólo por su insaciable deseo de hacer daño, son capaces de ver y llegar al punto más oscuro de tu alma, donde tus más grandes y oscuros temores se mantienen escondidos de la vista de los demás, ellos se aferran a la oscuridad, viven de ella y también en ella, si un Oscuro posa su atención en ti, da por seguro que no tendrás ningún lugar adónde correr.»
El aire se atascó en mi garganta, mi pulso se aceleró de nuevo y el cuaderno se resbalo de mis manos cuando estas no pudieron sostenerlo más de forma adecuada por el temblor de mi cuerpo; estaba empezando a sufrir otra crisis nerviosa. No entendía porqué no lo había notado antes, era tan obvio y aún así no logré darme cuenta —o quizá no quería hacerlo—. No estaba loca, esa figura no era un invento creado por mi mente —a pesar de que ahora deseaba que lo fuese—, aquello que había visto era un Oscuro, uno de verdad y ahora lo sabía.
—Preferiría estar loca —me hice un ovillo sobre mi cama, abracé mis piernas y escondí mi cabeza entre ellas; tenía miedo.
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LOST (Borrador)
خيال (فانتازيا)Sinopsis. Los Oscuros habían dominado este planeta desde hace muchos años, infundiendo miedo en los corazones de la gente, creando estragos en las calles... y robando almas de inocentes. Afortunadamente, han pasado bastantes años desde aquella época...