Inevitable
Stephanie Rogers era en todos los sentidos físicos, el ser humano más perfecto que de haya visto. Claro, todo debido a la fórmula del doctor Erskine y a la ayuda tecnológica de Howard en aquel tiempo. Sin embargo, sus valores eran inquebrantables y algo de lo que había hecho gala aún sin el suero. La paciencia era algo que se destacaba en ella, pero aún con eso, había cierto castaño de catorce años que sabía tocar el punto de quiebre en su cordura sin esfuerzo alguno.
Semanas después del ataque, Steph no había podido con la culpa de haber dejado a Tony atrás, cuando claramente, él había querido decirle algo. Realizó un par de "misiones", entre comillas, porque ahora le hablaban incluso para detener un asalto a un banco, lo cual a su parecer era ridículo; pero no podía hacer mucho, cuando después de esa esporádica aparición de Hydra, estos no habían realizado movimiento alguno. Ahora sabía que dos organizaciones distintas estaban tras Tony y eso le estaba robando demasiado el sueño. Así que, un nuevo encuentro entre ellos era inevitable.
En ésta ocasión Steph tomó el riesgo y se acercó durante el día al MIT, la escuela donde Tony estudiaba. Estaba segura que sería detenida rápidamente si intentaba colarse furtivamente. Después del ataque, la seguridad había aumentado, pues incluso la misma institución había estado de acuerdo en que no querían nuevos sucesos. Hacía uso de unos lentes oscuros, ropa de vestir y un sombrero elegante. Uno de los maestros se acercó a ella y fue fácil engañarlo, diciendo que le gustaría conocer a sus mejores estudiantes, pues deseaba invertir en tal lugar.
El hombre, a pesar de no conocerle se mostraba emocionado mientras le daba un recorrido por las instalaciones. Stephanie esperó a tener una oportunidad para poder escaparse de la vista de ese hombre y poder buscar al menor Stark.
Caminó por varios pasillos, la mayoría se encontraba en clase así que no había problema. No tardó mucho en llegar a un lugar más aislado y escuchar cierto barullo que llamó su atención. Gracias a su oído mejorado, logró distinguir varias voces de mujeres y de un par de chicos. Con cautela se acercó y se asomó por la pequeña ventanita en la puerta de color marrón, confirmando que se trataba de un salon en desuso que fue invadido por estudiantes sin negocio.
Los jóvenes que estaban en el pequeño salón, se sobresaltaron cuando la puerta fue abierta abruptamente. Una mujer alta y con pinta de rica hizo acto de presencia. Su mandíbula apretada y su postura rígida daba a entender que estaba molesta.
—Largo de aquí.—Gruñó la rubia por lo bajo, haciendo que las chicas se pusieran la ropa faltante en un dos por tres y salieran despavoridas y avergonzadas del lugar.
Tony estaba con la boca abierta sin poder creer lo que miraba. Ty estaba de igual manera, congelado en su sitio, pensando en que esa mujer misteriosa era un sueño húmedo.
Stephanie carraspeó para hacerlos reaccionar. Vio a Tony salir de su estupor y quitarse un brasier que tenía en su cabeza que seguramente pertenecía a una de las chicas que habían estado de fáciles con ambos chicos.
—¿Puedo hablar con el joven Stark a solas?
Ty no lo pensó dos veces para largarse. Algo en la voz de la mujer le sonó a peligro y no quiso averiguar si la advertencia era cierta o no.
—Traidor.—Masculló Tony una vez que encontró su voz.
—¿Ésto es lo que haces ahora, Anthony?—Preguntó la rubia, al tiempo que se quitaba sus lentes. Sus ojos azules se veían más oscuros que de costumbre, era más que evidente su molestia.
—Solo me divertía.—Respondió con fastidio.
Stephanie estaba a punto de destrozar todo a su alrededor. Tony estaba siendo completamente irresponsable, rebelde y poco consciente. Stephanie estaba molesta porque Tony no tenía respeto por las mujeres, pero también se dio cuenta, que esas chicas tampoco tenían respeto por sí mismas. Suspiró, se quitó el sombrero cursi que había usado para ocultar su cabello y se talló el rostro con una de sus manos.
