Contando Una Leyenda

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Había Una Vez...

Hace muchísimo tiempo, cuando este todavía no podía medirse en años, décadas o siglos, cuando los dioses habitaban en la tierra, alejados de la humanidad, resguardados en su santuarios, en aquellas lejanas, altas e inalcanzables montañas.

Existía un Dios, pero no era uno de muchos dioses menores, no! Él era uno de los dioses más importantes, tanto que habitaba en la misteriosa montaña de Hallasan, ubicada en la ahora conocida como isla jeju.
Nadie podía acercarse a su lugar sagrado sin su permiso y aquellos que se atrevían a hacerlo eran severamente castigados, era un Dios egoísta, frívolo, ambicioso y malicioso. Le gustaba presumir de su poderío, en ocasiones, solo para provocar a los dioses benévolos, enviaba a su ejército a destruir aldeas enteras, o enviaba heladas que duraban meses y destruían las cosechas de los pobladores, quienes para calmar la ira del dios, recurrían a realizar diversos sacrificios, cómo entregarle todo lo poco que tenían, era un dios temido y respetado, nadie podía mencionar su nombre sin sentir un escalofrío recorrer su piel, su nombre era susurrado entre los pobladores, cómo temiendo que el Dios pudiera escucharlos, su nombre era Lì Tè ...

Lì Tè era el dios del Inframundo, y la Tempestad. Era el encargado de crear las catástrofes naturales que aquejaban a los humanos, encargado de la lluvia que inundaba aldeas enteras, de los incendio que consumían todo a su paso, culpable de que la tierra se sacudiera con fuerza cada vez que gritaba cuando algo no salía según sus planes, haciendo que la superficie se moviera asustando a las personas.

- Era un dios muy malo! - interrumpió una voz algo molesta

- Era bastante malicioso y travieso, pero no hablemos mal de él..- susurró - Dicen que todavía puede escucharnos en las profundidades de la tierra... Prosigo...

A Lì Tè le desagradaban los humanos, también le desagradaban los demás dioses, los que tenían pocos poderes y eran de rango inferior y también los que compartían rango con el, pero sobre todo había un Dios en específico que era de su total desagrado, porque todos lo veneraban a pesar de que según el, el Dios no hacía más que sonreír y preocuparse por los inútiles humanos, su hermano mayor; el Dios Shǐ Yuán, mejor conocido como el Dios Sol o el Dios mayor y supremo que paseaba por los cielos y vivía en otra montaña llamada Jirisan, no era tan alta como la suya, cosa que a Lì Tè le enorgullecía, pero era un lugar lindo, acogedor y muy visitado por los humanos para dejar ofrendas en agradecimiento a su benevolencia.

Lì Tè no solía pasear por los lugares infectados de simples Mortales, aunque de vez en cuando se paseaba por las demás montañas en donde vivían sus hermanos, pero los demás trataban de evitarlo o alejarse en cuanto lo veían, su sola presencia siempre significaba problemas, pero trataban de lidiar con él porque era su hermano y para desgracia de Lì Tè, era el menor de los cinco Dioses.

El mayor era el dios sol, después seguía el Dios de las Artes Hyuk-Jae, el tercero era el dios Sheng Min el encargado de dotar a los demás dioses, semidioses y ninfas de diversos dones, el cuarto era la diosa de la luna, la belleza y egolatría: Hee-Chul.

Y por último Lì Tè dueño de las profundidades de la tierra, encargado del inframundo a dónde iban todos los despreciables humanos a pagar por vivir sus míserables vidas, pero también era dueño de todas las riquezas escondidas en las entrañas de la tierra, metales preciosos que le daban cierta influencia entre los dioses y ninfas cuando querían realzar su belleza con las más exquisitas piedras, oro, diamantes y demás.

Lì Tè había intentado una vez, fallidamente, derrocar a Shǐ Yuán, quería quitarle todo lo que esté poseía, pero no pudo realizar su cometido. A pesar de que su ejército ganó, Lì Tè perdió en el combate frente al Dios sol y tuvo que retirarse, bastante humillado a Hallasan y refundirse por un largo periodo en el enorme palacio que tenía por vivienda, planeando la mejor manera de vengarse de su hermano mayor, porque iba a hacerlo, lo gritó a todo pulmón tanto que hasta las almas más perdidas en el infinito pudieron escucharlo.

La Leyenda De Lì TèDonde viven las historias. Descúbrelo ahora